Etapa 2 - 21 de julio de 2010.
Simancas-Sahagún, 112 Km. (116 restaurante y hotel, que todo cuenta).
Desnivel acumulado: 645 m.
6 horas y 10 minutos pedaleando.
Salimos a las 8:58 y llegamos a las 16:13.
¡¡Pestosísima etapa!!; si hubiera que quitar alguna, sería ésta. Dura sicológicamente, más que física. Sol y calor, pedaleando por las interminables llanuras de Tierra de Campos. Siempre la misma recta apuntando al mismo horizonte inalcanzable. No me extraña que sh-Enriquet me hubiera avisado, pues en solitario debe de resultar insoportable. Kilómetros finales sin fuentes y sin bares. La dureza se mitigaba por el hecho de ir en grupo y por las nubes que, compasivas, a veces ocultaban el sol.
Los primeros kilómetros son un continuo sube y baja. Adelantamos a unos bicigrinos despistados (chico y chica) y, a buen ritmo, llegamos a Wamba (Auambabuluba balambambú) donde, en un tramito de asfalto de bajada superamos los 70 km/h (en el gepese de Javi constan 72), que con las alforjas a tope, ya empieza a ser una velocidad respetable.
Seguimos rápido y en medio periquete, llegamos a Pañaflor de Hornija, a donde hay que acceder superando una interesantísima cuesta en la que logramos no echar pie. El peso de las alforjas sobre la rueda trasera ayuda bastante, la verdad.
Para salir del pueblo, una larga y bonita escalera pone a prueba las sujeciones de las alforjas.
Luego, más repechitos...
...que dan paso a la interminable llanura.
Pim, pam, pim, pam... Llegamos a una animada y bulliciosa Medina de Rioseco: Es día de mercado. Entramos en el pueblo buscando un refrigerio y el sello. Conseguido éste en el Ayuntamiento (el señor cura párroco estaba de chatos) nos tomamos una cervecita con oreja rebozada. Muy rica y reparadora.
Vimos a un bicigrino, el tercero y último de la jornada. Hay pocos valientes por aquí. Mañana, ya en pleno Camino Francés, supongo que veremos más.
Aquí comienza nuestra ruta acompañando al Canal de Catilla. Tramo llano, relajado y relativamente fresquito.
Abandonamos el Canal en Tamariz de Campos, con su torreón derruido.
Desde aquí, se van Pedro y Dani a su ritmo, para esperarnos más adelante, en Cuenca de Campos, en un pequeño oasis frente a la iglesia.
Pasamos por Villalón, donde hago una foto rápida al Rollo. Estos gañanes no se han dado cuenta, van por delante y no paran. Aprieto un rato los dientes y pedaleo hasta alcanzarles. ¡Está mu mal pagao esto de ser reportero!
En Fontihoyuelo nos hemos vuelto a separar (pedro y Dani delante, Javi y yo detrás) y desde Santervás de Campos la etapa es un infierno. Pedaleamos como locos pensando en un poco de agua o en un bar, pero pasamos pueblos en los que no vemos nada: Arenillas de Valderaduey, Grajal de Campos... El pueblo está desierto al sol de las tres y pico de la tarde. Nos queda muy poco, pero los kilómetros se hacen interminables. Pedro y Dani prueban el agua de una fuente que apesta a pis de vaca.
Habrá que llegar con lo que tenemos hasta Sahagún. De nuevo apretamos los dientes y, a toa leshe, nos dirigimos a la meta con sendas nubecitas dibujadas encima de nuestras cabezas, con una jarrita helada del áureo y ansiado líquido dentro.
En Sahagún, el primer bar anuncia un menú peregrino, pero no nos sirven porque son pasadas las cuatro de la tarde. Tres kilómetros más tuvimos que pedalear por el pueblo hasta dar con el restaurante Luis, en la mismísima plaza. Barato y rico menú, acompañado por 9 jarras de medio litro de cerveza y tres Coca-Colas grandes.
Cansados de los últimos 30 kilómetros –un verdadero suplicio para los cuatro jinetes- lavamos las bicis en una gasolinera. Ya tienen otro “ver”, que estaban cubiertas por una capa de polvo bastante considerable. En la foto se puede apreciar un muro de ladrillo, uno de los pocos que no es mudéjar en esta villa declarada Conjunto Histórico-Artístico.
Ya éramos personas. Podíamos descansar en el hotel en el que la recepcionista tomaba no sé que encargo de un francés (no sé si lo entendimos bien del todo). Baño relajante y luego ducha en las piernas frío-calor. Masaje con gel. Tumbar... tumbar...
Cena en el pueblo, en el mismo Luis, que nos había parecido bien en la comida. Un poco de fresco en la terraza. Hacemos cálculos y salimos a 2´5 litros de cerveza cada uno. Aceptable media.
Frente a nuestro hotel hay un sospechoso establecimiento llamado "El Volcán Rojo"; debe de tratarse de una de las muchas y variadas trampas que el Maligno pone en nuestro Camino.
Por esta vez, resistimos la tentación.
El único Maligno que conoces soy yo.
ResponderEliminarEra un simple puticlub (aunque rojo y volcanudo)
¡¡¡¡¡cómo se nota tu concertada vida¡¡¡¡
El Abo Belzebú
(Satanás es marca registrada por el cajaahorrero Fidel)
Besitos.....
y lo de Grajal de Campos no era una fuente,
ResponderEliminarERA UN ABREVADERO DE GANADO
lógico que fuerais como locos a beber a ese sitio..........., es el instinto,
animalitos!!!!!!!!
EL ABO DE LA CAMARA AGRARIA PROVINCIAL
¡¡¡Era el desagüe de una cuadra!!!
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