domingo, 17 de mayo de 2015

Perdona... ¿falta mucho para Mordor?

Interrumpió mi sueño profundo un trueno tan fuerte, que me estremecí como hombre a quien se despierta violentamente; me levanté y, dirigiendo una mirada en derredor mío, fijé la vista para reconocer el lugar donde me hallaba... Son las 7'45 de la mañana (de la madrugada), dantesca sensación. Cada domingo es lo mismo: ¡Quién me mandará quedar tan pronto!

Pero ya que estamos, habrá que lavarse la cara y hacerse un cafelín cargadito, preparar las viandas para la etapa y llenar la camel de agua fresca, que hoy ha amanecido soleado.

Vale... No habíamos empezado el etapón cuando divisamos en lontananza a las huestes de Tarik y Muza. Ha sido asomar la primavera y, vayamos donde vayamos, no hacemos más que encontrarnos con grupos de ciclistas ultramontanos.


Ya digo que si en estos días tan propicios para el garbeo ciclista nos movemos por los consabidos wikilugares, no va a haber manera de disfrutar, tanto "hola" y "adiós"; así que creo que hemos hecho muy bien en dirigir nustras pedaladas hacia zonas menos conocidas, más recónditas... territorio sherpa.


Y ya empezamos con las variantes menos conocidas cuando Chomin decidió tirar ni por la pista ni por la calzada: justo por el camino del medio, el que pocos conocen, el que nadie toma salvo los trastornados o los sherpas. Pero hay que tomarlo un poco más, porque precisamente limpio no estaba.

¡Foto de frente!

Sin demasiada cosita que reseñar, llegamos a la Pradera de la Fuenfría. Allí no sé qué paso, que el ganadero que había subido a dar sal a los caballos echó una bronca del siete al amigo Pablo. Por susurrarlos, supongo. Tampoco preguntamos demasiado, que las cosas entre los caballos y Pablo, quedan entre los caballos y Pablo.


Después del traguito reconfortante en la Fuente de la Reina, Chomin, Ete, Pablo, J. Rueda, Abraham nueva adquisición en el mercado de primavera, nos ha salido barato y bastante sufrido y servidor de ustedes, comenzábamos a subir un poco, que ya era hora, que ya estaba bien; que se nos echaba el día encima y llevábamos camino de no merecernos la comida de hoy.


De todos modos, cuestas entre light y extra-light, como se aprecia en la foto. Que en el momento que estás ahí, pedaleando, el cerebro te engaña y parece que subes una pared, pero cuando lo ves en la foto te das cuenta de que nospatanto: ¡Si casi es cuesta abajo!


Como siempre, voy el último para vigilar que nadie se escape, por eso todas las fotos me salen de espaldas: Si hago una de frente y voy a hacer una segunda, ya todos están delante de mí. Mientras me hago estas consideraciones, a lo tonto, a lo tonto, el riachuelo este está ya a 1700 metros. Al fondo de la foto, J.R. comienza a subir lo que parece una cuesta. En realidad no es tanto, peores toros hemos lidiado y podríamos decir que desde aquí hasta El Tiro de la Barra, a casi 1900, el camino es prácticamente cuesta abajo.


Ahora que escribo lo del Tiro de la Barra... qué casualidad: justo en este momento (se me escapó la foto, ¡cachis!), Chomin remedaba al TLV con un "Sus habeis fijao como recorto en silueta...". Y nosotros: "Sí, nos hemos fijao". Pena de documento. Poco atento que está uno, pero lo tenéis merecido, que este mes no me habéis ingresado la nómina aún-toavía.


Llegados al Arroyo de las Cabras las bicis se rebelaron y no sé por qué extraña razón, decidieron a una que no se dejaban montar, caprichosas ellas. "Venga, bonita, que es una cuestecita de ná". Pero por más que insistimos y rogamos, no hubo forma.


Mirad aquí como la sherpería desmonta. Porque cuando no hay otra... ¡no la hay!


Para Abraham:
bicicleta.
1. f. Vehículo de dos ruedas de igual tamaño cuyos pedales transmiten el movimiento a la rueda trasera por medio de dos piñones y una cadena.
La "f", mi querido amigo, significa femenino. Y cuando persona, animal (¡incluso cosa!) femenina dice algo, tú, agacha las orejas.

Y es que Abraham se empeñó en montar, craso error, y en un rehuse malito su tozuda burra le tiró para atrás. Pero... para atrás-atrás, dando con los ciento y pico de su notomía en el duro suelo, impactando tercera lumbar con piedra en pico. 

De esta guisa quedaron montura y jinete:


Con la espalda dolorida y los cuádriceps al chilindrón, la cuesta abajo se le hizo tirando a poco  llevadera; pero el ser humano con orejas llamado Abraham cumplió (como era su deber).


De vez en cuando y debido seguramente a la falta de oxígeno —estábamos ya pisando la curva de nivel en la que pone 1900— le daban unos ataques de risa floja cuando le contaba cuánto faltaba para Mordor; Pero si no le hacía caso, se le pasaba rápidamente. Nada preocupante en realidad.


Al final todo llega, y también nosotros llegamos a la mini-planicie que hay junto al espolón al noreste del Tirobarra, donde fuimos recibidos con gran algarabía y fanfarria.


Bonita foto, aunque no apta para todos los paladares:


Si a alguien (alguiena) le ha gustado la pose de Sherpol, he preparado este recortable edición especial para fans, totalmente gratis. No tenéis más que seguir las instrucciones, en inglés, para tener en la cabecera de vuestras camas la compañía de este bonito muñeco articulado.

Si no se parece, puede que sea por el bigote.
Mientras tanto, no demasiado lejos de ese lugar...

Una Ventana blanca... Mmmmm...
Y aún un poquito más p'allá...

Un escabeche... Mmmmm...
Eran un par güasaps que abrimos en esos momentos, milagros de la tecnología. Os dejo adivinar quién mandaba cada uno. Premio perrito piloto. Como este:


Mientras, yo estaba a lo mío: una panorámica de la panorámica que se abría ante nuestros ojos. ¡Fijaos cómo se nota el polen!


Unos pedales más adelante ya nos plantamos en el mismísimo collado del Tiro de la Barra. Hacía mucho tiempo que no subíamos por aquí, sobre todo porque el pateo es importante. Casi siempre, desde que descubrimos la puerta dimensional, lo hacemos por Marichiva, pero de vez en cuando no está mal recordar los viejos recorridos clásicos. Y este es uno de ellos.

Aquí llegan los primeros.


El descanso del guerrero. Hoy se estaba muy bien allí. La verdad es que en pocas ocasiones se está a gustito en el collado, ya sea por el frío, por el viento o por el mismo cansancio que no nos deja disfrutar. Pero hoy sí.


Ya estamos todos.


Chomin y yo hicimos una mínima investigación, pero no conseguimos más que un par de fotos. Una, esta del collado con los bichos así de pequeñajos.


Y otra, de los dos pantanos de El Espinar, que desde el collado sólo se ve uno.


Pero de lo nuestro, que era descubrir la cabecera de un sendero que bordea el Montón de Trigo por el norte, más o menos a media ladera, nada de nada. Además, Chomin, he buscado en los mapas y ortofotos y no he visto nada. Pero como te conozco, sé que lo vas a intentar. Hoy sé que has estado a esto de irte a probar solo y por tu cuenta. Para otra vez... Y puede que te acompañe, que esas sherpeces son las que me gustan.

Así que todos juntos, más o menos, nos dispusimos a descender siguiendo el Arroyo de los Horcajos, otro viejo clásico sherpa. La primera parte de la bajada, ya sabéis, un poquitillo complicada debido a la espesura de la vegetación y a las piedras sueltas que bajo ella se esconden traicioneras.


Uno, dos, tres, cuatro, cinco... cinco... ¿eh?... ¿No éramos seis?


¡Ah! Y seis.


Desde allí la cosa no es tan fácil como parece ya que la rueda delantera más de una vez puede ser tragada o engullida por el suelo (o lo que sea). Ete parece relajado... ¡Y con razón! Fue el único que no besó el suelo en toda la etapa.


El otro Joaquín, rueda.


Aquí también rueda, pero no siempre lo hace.


A medio camino y aunque esta vez Chomin no gritase "¡derecha!", nos desviamos con fe inquebrantable siguiéndole en dirección al cargadero de Cereceda, el que está a los pies mismos del arrastradero que baja desde el Collado del Río Peces.

Alguien. Alguno de ellos.
Yo o mi misma sombra.
Preciosa y a veces traicionera bajada.  El Arroyo Cereceda requiere de todos nuestros sentidos para no acabar resbalando o enganchados. Molto divertente.


Abraham echa el culo p'atrás y pasa bien el río.


Ete no hace falta que eche nada para ningún lado, trae el equilibrio de serie el puñetero de él.


Joaquín, ahora no rueda: Vería alguna cosa brillando en el suelo o algo...


Venga, que esta bajada es todita para nosotros, que las hordas invasoras todavía no se conocen del todo estos pagos (escribo estas palabras con los dedos cruzados, no es fácil).


Al hacer la foto, ya girado para abajo, saco a Chomin precipitándose contra el suelo, ¿veis la rueda asomando por delante de Pablo? Nada grave.


Como veis en las crónicas, Pablo y Chomin están muy caros de fotografiar, siempre van los primeros, sobre todo en las bajadas. Cuando repaso las fotos, casi siempre los retrato cuando paramos.

Aquí, a la altura de la Desesperada, la pista estaba muy polvorienta, han entrado las máquinas. Como durante la mañana habíamos pasado unos cuantos ríos (Cabras, Horcajos, Cereceda, Acebeda...), ahora parecíamos croquetas humanas.


Después nos esperaba el veloz camino del Azud, pero como me propuse pedalear y disfrutar, no hay fotos. Me creéis... ¿verdad?

J.R. no gana para zapatillas.
Al final, unas cerves fresquitas, una ducha (cada uno por separado) y como nuevos. En el portal de casa me encontré con Wini, todo arregladito. Me dijo que a ver cuándo íbamos por Guadarrama, que nos lleva a dar una vuelta. Yo creo que se está haciendo mayor.

Lo que no tiene nombre es lo del Ete de las narices, que se dedica a mandar fotos ("estoy recuperándome") por el WA cuando podría haber estado haciendo esta crónica. Menos mal que ya he llegado al final y lo dejo... que son las 21'30 y he echado la tarde entera para esta bobá. ¡Y aún hay cosas que hacer para mañana!

Chupa, chupa...

¡Ah!:

¡¡¡BIEN POR ABRAHAM!!!


Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.