sábado, 14 de abril de 2012

Viernes bien aprovechado.

Jorge y yo habíamos quedado para hacer una etapilla juntos estas vacaciones. Pero entre el desastroso tiempo meteorológico y la desastrosa zona lumbar de Jorge, no parecía que fuera a ser posible. Sin embargo, miles de estiramientos para el segundo problema y una fe infinita con respecto al tiempo, hicieron que lo intentáramos este viernes. La verdad es que mientras subíamos a Navacerrada en nuestros respectivos bugas, la nieve, y el granizo que caía iba minando nuestra fe. A las 4 de la tarde estábamos en el aparcamiento del puerto, solo acompañados por el todoterreno del benemérito (benetérico) cuerpo y de la paciente máquina quitanieves, preguntándonos qué hacíamos allí.

Descartado el inicio de etapín, a saber, subida a la invisible Bola del Mundo y bajada por las cabriles y desconocidas Zetas, enfilamos va cuestecilla que nos lleva hasta la base del Escaparate. Un poco p'arriba más y ¡tachán!, la pista del Bosque. Como esperábamos, blanquita, limpita, tremendamente solitaria... e inclinadita.


Desde el día que subimos al Alto del Telégrafo teníamos metido en la cabeza bajar esta pista con nieve... y aquí estábamos. Por cierto, como puede verse en las fotos, en el poco rato que nos llevó la subida, el tiempo había cambiado radicalmente. Podéis ver el sol en las fotos: del invierno habíamos pasado a la primavera en 10 minutos.


Probad este nuevo "panorama", a ver qué os parece. Necesitáis un poco de paciencia para que se cargue y tener instalado el MS Silverlight. Creo que merece la pena. Es la primera prueba, que espero mejorar en el futuro. Tiene buena pinta, creo.


Por si no os funciona, pongo unas fotillos de la pinta que tenía la tarde y de la pinta que tenía la pista. Las dos, soberbias.


Topabajo.



Yo subí a pata un poquito más, mientras Jorge preparaba la GoPro con el trípode para grabar mi torpe, errática y sherpil bajada. Después de probar la nieve, decidí bajar el sillín, que no había quién controlara la bici.


Jorge me hizo unas fotos y yo las he juntado con pegamento de Microsoft (ICE) para que veáis lo guapísimo que estaba, que parecía un grillo. También se aprecia la pendiente, que si pierdo el equilibrio no paro hasta abajo.


Las dos GoPro instaladas y preparadas, ¡vamos p'abajooooooo!


Ya se verá en el vídeo, pero el principio fue divertido, con unas cuantas croquetas. Primero de Jorge, que iba delante y estaba juguetón, y luego de servidor de Vds, que quise ver qué se sentía. Como Jorge iba delante (grabando hacia atrás) y yo grabando hacia delante, cuando me caí él no me vio, y en el último tramo se me verá muy pequeñito en el vídeo, allá a lo lejos...


El último tramo de la pista tiene mucha menos inclinación, y es lo que aparece en esta foto desde el lugar en el que se toma el remonte. Por cierto, nunca la he bajado esquiando, qué cosas...


Desde aquí, sin saber muy bien hacia dónde ir, nos pusimos a pedalear siguiendo ese rayo con el que los dioses nos guiaban. ¿Lo véis en la foto?


Pero los dioses se pasaron con el rayo, y al poco, el calor rebasó el umbral de lo agradable, como puede apreciarse en mi rojo careto. Camino a Navalaviento.


El tramo hasta nuestro próximo objetivo, el Carril del Gallo, fue bastante otoñal... ¡qué bonito estaba el bosque! Se están recuperando los colores, la humedad empiaza a notarse. Ya solo faltan las setas, ¿os acordáis de cuando había setas en el bosque?


Aquí Jorge me está convenciendo de que el Smidt está mu-malitamente y que hay que "atajar" por Cercedilla. Yo, que en estas cosas no sé decir que no, dije que sí. ¡Si es que no tengo voluntad, ni personalida, ni criterio! Además, como soy sherpa...


Por cierto, la fuente de la Fuenfría estaba a punto de estallar. ¡Vaya chorro! Me vinieron a la cabeza, no sé por qué, los días después de echar la piedra del riñón...


Cero personas en la Fuenfría. ¿Habrán resucitado los zombis y habrán acabado con la humanidad, mientras nosotros estamos, -despreocupados-, de excursión? (E.F.D.M.E.C., S.V.A.C.)


Jorge me dice que conoce un sendero un poco más abajo, y que me va a gustar.  En la senda Herreros nos damos la vuelta, no es por aquí, aunque está cerca. Mientras, y casi de repente, llega el más crudo inviero again: el cielo de cierrase pone a nevar como si no lo hubiera hecho nunca...


¡Qué descuido! He cambiado de tiempo verbal y los lectores se me han liado. Bueno, se me perdone. Vuelvo al pretérito, que la etapa fue ayer.

Resulta que la senda, además de divertidísima, era vieja conocida. Tanto, que hasta seremos unos de los pocos que la hayan hecho... ¡¡¡también de subida!!! Se trata de la Vereda de las Encinillas, ¿recordáis, sherpas? Tanto disfrutamos, que no paramos a hacer afotos, y he tenido que recurrir a un blog cclista madrileño para documentarla un poquito. Si recordáis la bajada (o la subida), sabréis que hay tramos con más pedrolos ¿a que sí? En la esvala Ralph, chu-chu-chuliiiii.

Foto enlazada desde http://mountainbike-lasrozas.blogspot.com.es/
La verdad es que no paramos, porque si lo llagamos a hacer, no habría habido manera de volver a enganchar las calas. De modo que en el primer descansillo lo hicimos y aproveché para esta panorámica. El tiempo había vuelto a cambiar y ya no teníamos que preocuparnos en avisar al 112.



En alguno de los escalones debí desllantar, y en los kilómetros siguientes estuve dando, de cuando en cuando, aire a la rueda que, al final, asentó; que solo hace un mes que eché líquido, y tiene que funcionar el invento.


Bajando, bajando, hasta Camorritos.

Por cierto, ¿recordáis esta loma puñetera (la hacemos -hacíamos- en la Calamares), que nos deja en la cima desde la que se ve el ambalse de Navalmedio? Es la loma de los Riscos de la Majadilla Verde. En verano, con el calor, es mala. Pero ahora no mejora demasiado la jodía... Además, tuve que dar un par de veces aire a la rueda. Y no sé si me vino bien o mal parar para dejarme las energías en darle a la bomba, que no pongo tanta ilusión en el asunto como Chomin.


Siguiente tramo: el Calvario. Mientras, foto de estos bonitos carteles que han sembrado por la parte de Madrid. Tiempo tendremos de hablar de ellos, que Jorge se ha documentado y tiene la ley, ¡la lleva impresa en la mochila!.


Y en el Calvario, en la soledad más absoluta, vuelve a arreciar. Lo que pasa es que no sale bien en las fotos, y en lo peor nos dedicamos a pedalear, no a hacer fotos, aunque nos paguen por ello.


Con flash se ven mejor los copos.


Casi cuaja.


Por fin, casi arriba. Aquí el tiempo volvió a mejorar un poco, de nuevo otoño.


Como guinda, una vieja conocida: la rampita de hormigón. No se puede considerar que has salido del Calvario si no pasas la prueba. (Y, si no, a volver a la casilla de salida)


Jorge, en la fuente que tan rica está en verano, cuando llegás aquí con tres litros menos de líquido en el cuerpo. Hoy también cumple su función ya que Jorge estaba sin agua.


Últimos tramos, los más feos de la etapa, por el asfalto hasta el puerto.



Si ampliáis el luminoso, hace -2º C, de nuevo invierno. ¡Ya está bien para estar en abril!

 

Últimas fotos, posando com un profesional, a pesar del frío.


Y dentro del coche, cambiados y sequitos, ya se estaba mejor...


De esta manera termina una etapa que casi resulta como una pizza, etapa tres estaciones: a ratos invierno, a ratos primavera y, para rematar, algún momentito otoñal también tuvo.



Etapa cortita, pero mirad el final, cómo chola.

martes, 10 de abril de 2012

Me he encontrado esta foto por ahí...

...y ella solita se ha puesto en el blog. Doy al delete y no funciona. ¡Misterios de la Informática!


Por cierto... son imaginaciones mías, o el de abajo a la derecha... ¿no se parece un poco al sherpa-Sherpa?

domingo, 8 de abril de 2012

Sale marzo y entra abril, nubecitas a llorar y campitos a reír

Después de buscar un rato por Inten-né, he elegido como título este refrán tan bonito y cantarín, aunque bien podría haber escogido otros como "no hay abril que no sea vil, al principio, al medio o al fin", o "abril, uno bueno entre mil" o, incluso "abriles y yernos pocos hay buenos", todos ellos verdades más grandes que puños. Y aunque se haya estropeado la Semana Santa, ya era hora, ¿no? Abril, al fin, nos ha traído la lluvia y la nieve.


Y aunque hayamos tenido que volver a guardar los pantalones cortos (no hablo por Domingo), estamos contentos de ver al fin nieve, agua y barro que "encroquetan" tanto al sherpa como a su fiel burra.


Y bien contentos que vamos acompañando al Eresma cantarín. ¿O es el río el que nos acompaña a nosotros?


Al poco de salir, bien abrigados, el sol asoma entre las nubes y caldea la atmósfera. Primavera de libro. Parece mentira que ayer y anteayer nevara como nevó.



La nieve que cayó ayer se ha derretido y ha generado un barro que hace que resbalemos constantemente en las (muchas) pendientes.


Sol de frente; luz dura que crea contrastes fuertes. A estas alturas y todavía no sabemos adónde ir.


Seguimos remontando el curso del Eresma. Todavía no hay demasiada nieve, y la que hay está muy blanda. Parece que cuando encontremos más va a resultar difícil pedalear. Ya veremos.


Zigzagueando en las peores zonas, esforzándonos por no echar pie a tierra, --que semos sherpas--...


...subimos las famosas (y trilladas) rampas...


...que nos conducen al Puente de la Cantina. En la fuente nos tomamos un respiro.


¡Y una quesada! Gentileza de Alberto Gala. ¡A tu salud, Alberto!


Es ello estamos cuando aparecen (parece que ya es tradición) unos descenders que vienen de la senda del Cartelón, la de las Pintadas. Parece que la invasión se confirma semana a semana =(


Además, esta vez ya vienen preparados y tienen medio de locomoción para la vuelta. Hablo un momento con ellos y parecen buena gente, pero aún así, da mal rollo ver que empieza a ponerse de moda que los "desterrados" de la zona madrileña comiencen a colonizar el terruño segoviano.


Nosotros decidimos subir hasta coger la pista de la Cueva del Monje, remontarla hasta la Majada de Rompe y bajar por el sendero de la fuente de la Charca de la Rana. Si se puede, claro.


Por ahora, sí que se puede. Nos mojamos los pies, pero con gusto, que los ríos ya van bajando con más caudal y llevamos un invierno muy malito, con mucho frío y poca agua.


En estas estábamos cuando aparecen, cuesta para abajo, los K., ¡mira tú que es grande la sierra, y siempre nos encontramos!

¡Vicente y Remi!
Un rato de charla, que se termina porque nos quedamos fríos, no porque no sea agradable la compañía.


Salimos en poco tiempo a la pista...


...que al poco, también, se pone de difícil tránsito.


Por encima del cruce a Cotos la cosa está más difícil. Entre que hago un par de fotos y las ruedas (muy infladas y con poco dibujo), me quedo el último de la procesión.


Fijaos qué espectacular paraje este de la Majada de Rompe, qué vistas, qué lujo.


Visita a la roca, el serbal, la fuente. Se los presento a Pablo (Sherpol), que no tenía el gusto.


Unas pequeñas dudas al arrancar, que con la nieve los caminos son diferentes.


Un poquito para arriba, que dice Chomin que el senderillo está por aquí.


En el bosque puro y duro tenemos que echar pie a tierra (aunque seamos sherpas) para recuperar un poco de altura.


Y es que la nieve está rebelde, como se ve en la bici de Periko.


1, 2, 3, 4, 5 y 6. Tiene razón Pedro: ¡falta el 7º pico!


Casi 300 metros antes de la fuente de la Charca de la Rana está la chapa con el su nombre, muy mal puesto. El sendero se nos ha hecho complicado a la vez que divertido. No estaba tan difícil como temíamos.


Y la fuente. Bien chula, con su alarde arquitectónico y todo.


Después, más bosque y más diversión. Con un poco de atención, aliñada con otro pellizco de precaución, por lo de no resbalar en la nieve, en el barro o en los palos, y hacemos la bajada sin ningún incidente importante. Y eso que había quedado con Jorge (convaleciente de dolor riñonil) que le iba a dedicar un resbalón-croqueta en la nieve, pero no ha podido ser.


Y, además, contentos.


Ya estamos casi a la altura de Valsaín.


Praderones Altos, o por ahí, que no lo tengo demasiado claro.


Decía que sin incidentes, pero a Enrique se le descogorció la tija-pija. Luego, en un paso del Eresma, tendría que hacer submarinismo, que la pieza le saltó en un bote y se cayó al río.


En la Máquina Vieja Pedro nos deja, se va por la carretera; el instinto es el instinto, y es que la cabra siempre tira al monte. Claro que bien pensado, aquí es al revés, porque al monte, precisamente al monte, no tira. Bueno, lo dejo que me estoy liando...


Tres kilos de barro y miles de salpicaduras más tarde, pasamos por el Pontón que, poco a poco, se va recuperando. Esto ya va siendo otra cosa.


Casi 50 kilometritos bien majetes, en un bonito día de primavera. A ver si los sherpas que han faltado se animan. Sobre todo, el sherpa-Sherpa, que a este paso le voy a tener que llevar en brazos en los 101 Peregrinos. Y está un rato fondón el jodío, aunque no lo parezca. Y Ete, que no da señales de vida desde la Media Maratón.

Bueno, pues aquí va una crónica rapidita; sin demasiada miga, pero rapidita. Esta tarde me he auedado sin ver los peliculones de Antena 3, pero he hecho una labor social. Que conste que lo hago para que Markitos se vaya a la cama tranquilo, que me ha dicho que un domingo sin crónica le desazona mogollón.

Y eso sí que no. Si yo puedo remediarlo...



Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.