jueves, 1 de noviembre de 2012

Diez cosas con las que estarás de acuerdo

Creo que todos suscribimos lo que se cuenta en este vídeo que han hecho unos suizos de Suiza. Disfrutadlo, son poco más de tres minutos:


https://vimeo.com/26810156

Entre todo, destaca una gran e inmutable verdad: ¡La gravedad fuciona!

Y ya que me pongo, cuelgo un par de vídeos "motivacionales" para esa sherpería desinflada. Cortos y bonitos. No tenéis excusa para no verlos:



Os dejo el enlace a su canal en VIMEO: https://vimeo.com/filmevondraussen

domingo, 28 de octubre de 2012

Etapa fuera de categoría

Sherpa busca médium. A ver si soy capaz de contactar con el espíritu de Guillermo Puertas(1) y preguntarle cómo hacer para publicar comentarios desde el aipaz, que el pobre sherpa-Sherpa no puede publicar comentarios y ni siquiera es capaz de ponernos si va a salir o no el domingo por la mañana.
(1) Bill Gates, joerrrr...

La verdad es que este pasado domingo hizo bien en hacerse el remolón y hacer como que se quedaba viendo a Alonso porque, con lo mayorcísimo que está, no sé yo en qué condiciones hubiera acabado la etapa. Bueno, en realidad, me imagino que parecido a como terminé yo. Pero también tengo que deciros que creo que gran parte de la dureza vino dada por el frío intenso que hizo este domingo; fijaos cómo estaban los parabrisas a las 8 de la mañana, nuevo horario de invierno:


Luis-Cancellara se presentó con su nuevo modelo de doped-bike. Funciona de lujo hasta que se agota la batería; luego, los 25 kilitos de burra son un lastre demasiado gordo. Está bien el invento y espero que para dentro de quince años hayan bajado de precio. La verdad es que se mueve mejor de lo que pensaba y, llevando una batería de repuesto por si la etapa es larga -como fue el caso- es una opción para cuando lleguen tiempos peores y peinemos canas. Más canas, digo.


Pongo la foto de abajo porque creo que se ve en la misma foto el frío que hacía ¿no? Anduvimos en algunos momentos, cerca ya de Navacerrada, con temperaturas de -3 y -4º C.


En el aparcamiento de El Pontón ya estábamos todos juntitos y dispuestos a seguir a Chomin en la ruta que había propuesto para esa mañana. Taníamos una hora más y había que aprovechar la circunstancia.


Preciosa luz mientras pedaleamos acompañando al Eresma. Ya íbamos a buena velocidad; yo, como siempre, en la cola del pelotón. Lo que ocurre es que otras veces voy así porque no me gusta encabezar el grupo (a saber dónde termínaríamos si yo guiará a la sherpería), además de que desde atrás se controla más y no hay que estar pendiente del que te sigue si te entretienes con la cámara de fotos. Pero esta vez es que desde el principio ya sentía que no podía ir en otro lugar que no fuera en la cola del paquete (con perdón).


Con la lengua fuera atravesé el Eresma...


 ...y con la lengua fuera y echando más pies a tierra de los que la dignidad de un sherpa puede permitirse, inicié, siempre a cola, la subida del Cerrillo de Martín Pascual, bordeando las revueltas de Navacerrada, primero...


...y luego las durísimas rampas del sendero que asciende paralelo al arroyo del Telégrafo. En algunos tramos, como veis, no fui el único.


Por fin, un pequeñísimo descanso al llegar a Navalusilla. Pero el día no invitaba, como en otras ocasiones, a parar. El descanso se debe a que por un escaso centenar de metros el terreno se horizontaliza un poquitín. Aunque con una hierba-velcro que p'a qué os voy a contar.


Chomin, que ya lleva un rato allí, ha encontrado dos boletitus ultracongelados. Al golpear uno contra otro hacen clin-clin. Parecen de cristal.


Al poco nos encontramos con el Schmid, que está blanco y radiante como la novia aquella. También, como siempre, divertido y duro. Por supuesto, no dejamos de cruzarnos con andarines a lo largo de todo el trayecto.


Y justo en la curva en la que tomamos el desvío hacia en Alto del Telégrafo, paramos a reponer fuerzas.


Llega Luis, que se había ido de excursión por su cuenta a no sabemos dónde. Le quedan veinte minutos escasos de batería: lo justo para llegar al alto.


El imaginativo piscolabis me vino de perlas. Lo mejor fue cómo cachó el plátano de Jorge cuando lo fue a pelar, de helado que estaba. Todo muy rico, pero la parada hacía que cada vez tuviéramos más frío.


Así que reanudamos la marcha rodeados por un espectacular paisaje. ¡Qué bonito estaba!


Mientras subía pensaba lo malitamente que se tenía que estar en el alto.


Y así fue: además de la temperatura, el viento soplaba con ganas. Por eso nos entretuvimos poco e iniciamos el descenso rápidamente. 


Mira tú, uno de los mojones reales, parece. Pero no estaba yo para investigaciones, así que tomé rápida nota con un waypoint en el gepese, y ni siquiera me acerqué a ver si estaba la corona real. En otra ocasión será.


La bajada comenzaba siguiendo los primeros metros de vida del arroyo de Matasalgado, lo que en el mapa se llama Camino de la Pata la Cabra, pero pronto lo abandonamos para seguir una ruta, digamos, más sherpa. Gentileza de Jorge.


Sale el sol, que quiere ver cómo nos las arreglamos para bajar por allí. A veces montados, a veces a pateando.


Mirad qué laderita más chula. Das un mal paso y llegas a Cerce en cinco minutos. O menos.


Pablo, muy escaso de técnica en este tramo, tuvo que bajarse para salvar este canto. Voto por echarle del grupo de los sherpas.


¡Pero tú también, Alberto, hijo mío!


Pues si me veis a mí... ¡No dí ni dos pasos sin dar un tropezón o soltar un cagüentó! La rodilla derecha cogió una holgura de diez centímetros o así. Ya no sabía si era más seguro andar o montar.


Pablo, un buen sherpa, levató este pino con la chepa para que yo pudiera pasar sin dificultad. En este tramo había un pino atravesado cada diez metros.


Desde la Ladera de la Mina, una vista de la Bola del Mundo. Fríiiiiiio.


Y unas fotitos en el mirador, que el día había abierto y las vistas merecían la pena.


Después, más diversión: la famosa tubería de la estación de Siete Picos. Alberto veloz.


Sherpol, tirapabajooooo...


Y Jorge, frenos nuevos, tija-pija, bajó como un Sputnik.


En este tramo Alberto baja como las personas. Controla y se controla: un estupendo sherpa.


Al final, bajamos casi hasta la mismísima Cerce. Allí, Alberto y Luis deciden volverse en tren. No saben, no pueden hacerse una idea, de lo acertado de su decisión. Unos kilómetros más adelante, subiendo hacia el Puente del Descalzo y remontar la calzada romana hice esta foto. Comento: Jorge, al fondo, llora desconsoladamente a la vez que Pablo se echa, desesperado, las manos a la cabeza. Yo, a duras penas mantengo firme la cámara mientras me tiro de los pelos implorando piedad al cielo. Chomin, indiferente, va a por su Yeti. La tranfusión ilegal que se hizo la noche anterior está dando sus frutos.

-¡Andá, los donuts!

Ya cerca de la Fuenfría -¡creía que no íbamos a llegar nunca!-  vemos cómo solo un ciclista, de un grupo de cinco, es capaz de bajar este bonito tramo... ¡que les quiten el carné a los demás!

¡Suelta freeeeenooooo!
Panorámica que pongo por lo descriptiva, pero que técnicamente está para pegarme un tiro: blancos quemados, color horrendo, y con los márgenes un poco jorobadamente. Para colmo, Jorge sale solo la mitad ¡Pero demasiado bien, para las condiciones en las que me encontraba.!


En plena subida me había llamado el sherpa-Sherpa que, entrecortadamente -¿era la conexión telefónica o la falta de resuello?- me comunicaba que estaba en el Collado Ventoso y que intentaría llegar a la Fuenfría. Pues bien:¡ahí le tenemos! Estoy orgulloso del cuñao, que él solito llegó sin casi perders,e desde el Ventoso a la Fuenfría. Para ser sherpa puro, no está mal.


La bajada, me convencieron los perros, la hicimos por el  Minguete, Eresma, etc, etc... Jorge y Chomin a una velocidad especial, que parece que la etapa no les había parecido suficiente: Más de sesenta kilómetros y más de 1600 de desnivel, que pueden no parecer demasiados metros. Pero los que conozcáis los senderos de descomunales desniveles por los que circulamos, si añadís el frío que hizo durante toda todita la etapa, comprenderéis la dureza del etapón.


Hasta aquí el pálido relato de lo que sucedió. Espero recuperar las sensaciones para etapas venideras, porque en esta ocasión sí que casi se equilibra el sufrimiento con el disfrute. Y eso sí que no.

¡Ah! El próximo domingo, tanto a Sherpol como a mí, nos viene entre mal y pésimo salir al Castañar, de manera que, si os parece, lo retrasamos (u posponemos) hasta el próximo finde, u sea, 11 de noviembre.

Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.