sábado, 12 de mayo de 2012

Bolas, zetas, jacuzzis y una deserción: Etapa sherpa

Viernes, día de diario, día gris. Pero hete aquí que a cinco ciudadanos modélicos (má o meno) les da por ponerse el disfraz de sherpas y, lo que era un día normal, se convierte en diversión y frenesí.


Cinco ciudadanos modélicos... y Lucas, el menos perro de todos.


Todos de manga corta, sacamos el maiillot que llevaba meses en lo más profundo del armario. ¡Que delicia sudar en manguita corta después de un invierno tan duro!


La subida a Cotos me la he ventilado en tres fotos, y quedan cincuenta más en la crónica, así que podéis imaginaros lo que nos queda. Echad unas aceitunas en un plato y abrid una cervecita, que hay p'a rato.


Tirad p'alante, que yo me quedo tirándoos unas fotos. ¡Pero no os echéis pie a tierra!



Cotos queda atrás. Ni un alma. Bueno... en lo más oscuro y cerrado del camino nos encontramos a una pareja en un todoterreno, haciendo ganchillo. Interrumpimos lo menos posible y, poquito más adelante, el sherpa-Boli hace mutis por el foro. Por mucho que Lucas insiste ("Guau, guau. ¡¡¡Guarraguau!!!"), su decisión es irrevocable. Más tarde juzgaríamos esta decisión como una de las más sabias que Boli haya tomado en su vida.


Pos ná... to p'alante, que el camino es largo y no sabemos con certeza lo que nos espera. Hace años que no subimos por aquí, y el final de etapa es, digamos, inédito.


En la foto de arriba se ve parte del camino que vamos a tomar: el que sube por la primera loma hacia la derecha, y luego, la rayita de nieve que se dibuja en la derecha de la foto de abajo, la que sube por la loma del Noruego hasta la Bola del Mundo.


Entretanto, senderos de piedrolos que no logran minar nuestra moral. Familiares y amigos lo llaman de otra manera: inconciencia.


En cualquier caso, apretando los dientes vamos subiendo poco a poco, y cuando no podemos, pues echamos pie a tierra, que no hay nadie mirando en los alrededores. Anima ver que, por mucho que nos quede, ya superamos la cota de alguno de los remontes de Valdesquí. El que no se consuela...


Paisaje con figuras.


Mario no para de decir "¡Cuándo aprenderan que lo rentable es un bike-park!" mientras mira las peladas pistas de Valdesquí. Y es que lo suyo es vicio.

Al poco reanudamos la marcha, que nos espera otra lomita de rechupete. Aunque, en este caso, bastante "factible" técnicamente.


¡Caray! Este tramo está un poco más jorobadillo.


Los sherpas semos polifacéticos, otra de las muchas virtudes que nos adornan, y aquí vemos a Alberto atendiendo asuntos labolales en plana etapa.


Navacerrada, allá a lo lejos y abaaaaajo...


Dando pedales me doy cuebta de que no siento el aliento de Mario en el cogote. Y es que ha tenido un contratiempo con la transmisión.


En el primer intento de arreglo, algo no sale del todo bien. Dejo al hábil lector que se entretenga encontrando en la foto el fallo cometido. En McLaren este chico sería como uno más ;)


Al final todo se arregla y continuamos para bingo...


Aire puro, buena temperatura, paz absoluta... ¡Lástima que estos sherpas sean del sexo equivocado!



Venga, ánimo, que aquí tenemos otra rampita que parece que va p'arriba.


¡Pues sí que iba p'arriba la jodía! Un tramo bastante largo lo hicimos ciclable (aunque en realidad no lo era), pero al final tuvimos que agachar las orejas.


Y el último repechote, al lado del nevero, fue de un pateo de los que destrozan los gemelos. Pero agachando la cabeza... todo se consigue.



Al probar la nieve vemos que a consistencia no es nada buena. Todo lo que tengamos que atravesar con nieve va a tener que ser a pie.



La cima ya está a la vista, aunque la meta esté aún lejana. De hecho, más de lo que nos pensamos.


Llegamos indemnes a la cima, donde nos hacemos unas fotos, reponemos fuerzas y nos arropamos un poquito para la bajada. Aunque la verdad es que hace bastante bueno. Personalmente yo nunca he estado en la Bola nunca con tan buena temperatura. En agosto pasado, sin ir más lejos, me pelé de frío.



¡Si paece Cabo Cañaveral
Jorge localiza el sitio y, decididos e inconscientes, nos tiramos to p'abajo, que parece que debe de ser por aquí.


Al poco de empezar a bajar, una muestra de lo que nos vamos a encontrar en el resto de la bajada. Nieve guarrona, piornos traicioneros y pedrolos puestos-a-mala-leche.


Lo malo, lo realmente malo, es que en absolutamente ninguna de las fotos que hice se refleja ni por lo más aproximado lo jorobada que estaba la bajada. Viendo la foto de abajo un o no diría que este tramo tenía su aquel, además de una pendiente considerable.


En fin, creed en mi palabra, de la que -lo entendería- podríais dudar. pero una prueba más concluyente de la dificultad del terren,o la da esta foto de Mario en el mismísimo momento de coger una liebre. Al que conozca a Mario y la técnica que se gasta, se podrá hecer una idea...


Afoto de lo que nos quedaba. En estos momentos ya estamos sudando en la bajada lo mismo que hemos sudado en la subida ¡uf!


Aquí, Mario, harto del camino, toma un "atajo" de los suyos. Segundos después, unas decenas de metros más abajo, desiste con frases irreproducibles en este blog y en cualquier otro blog que se considere decente.


A pesar de todos los improperios... ¡yo estaba disfrutando! En fin, tendré que revisar la definición de dicho concepto en el DRAE.



Al llegar aquí, comentamos que Boli ha hecho bien en darse la vuelta. Además, Lucas no podría haber bajado por alguno de estos sitios... ¡se habría colado entre los huecos de las piedras! Me callo, porque las fotos hablan por sí mismas:





"El sitio era encantador, he visto los vídeos y no pateamos tanto al principio de la bajada de las zetas, si no hubiera sido por los p**** piornales que nos tatuaron las piennnas y la nievaza esa guarra, habíamos bajado montados casi todo. Pero el final hasta el jacuzzi no tiene nada bonito que ver como vídeo, tó morrenaza y piedra..." -Talus dixit.


Pues eso, que al final dudamos un poco porque las piedras borran el "camino" y tenemos que buscar una opción para salir a la carretera de Cotos a Navacerrada.


Como siempre, acudimos a nuestro instinto. Y aunque este sexto sentido lo tenemos bastante atrofiado e inservible, en esta ocasión nos conduce a un precioso final, premio a nuestros padecimientos.


Mario nos grita: "¡Joder, lo que hay aquí!"



-¿Un garito de señoritas que fuman, quizás?- No era eso, pero casi: ante nuestros ojos se nos muestra lo que desde hoy queda bautizado como "el jacuzzi". Un precioooooso azul turquesa de unos tres metros de transparente profundidad.


Oculto desde la carretera, pide una pronta visita en algún caluroso día de este verano.



Dada la hora, decidimos tomar el oculto inicio de la pista de la Divisoria del Pie Lermo, justo cuando las sombras comienzan a caer sobre el bosque.



¡Mirad cómo disfrutan los sherpas de una bajada como Dios manda después de las puñeteras zetas!


Y la luz es tan escasa que ya no me deja tomar sino fotos movidas, de las que solo me gustan a mí, qué le voy a hacer.


Y para cerrar la crónica, foto de Jorge mostrándonos el camino.

"T'ooooo pallá..."
Al final cayó una cervecita en Valsaín, gentileza de Alberto. Y, por cierto, que con el sol ya escondido, se estaba de lujo-pirujo en manga corta.

Esto es lo que podríamos llamar "un viernes bien rematao".

Todas las fotos, aquí.

Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.