lunes, 26 de octubre de 2009

El día que Pifo se hizo caquita

Álbum con todas las fotos de la etapa, haciendo clic aquí.


Como los pitufos o los enanitos de Blancanieves, cada uno de los sherpas tiene su personalidad propia. Hay etapas especiales en las que cada uno de nosotros es necesario e imprescindible: aquí no pasa como en la mítica del genial José Luis Cuerda ("¡Alcalde, todos somos contingentes!. ¡Sólo tú eres necesario!"). Es por eso que ayer echamos de menos a sherpa-Pifo (a. sh-Hostia). La imaginación no me llega para hacerme una idea de lo diferente que habría sido el descenso del castañar con sh-H premiándonos con cabriolas de las suyas. Vale, por esta vez, que pase, pero a la próxima se reunirá el Comité Disciplinario Sherpa.

Que lo sepas.

¡Ah! Y no olvides presentar el justificante médico.

Bien. Como habían cambiado la hora esa noche, el madrugón fue suave y llevadero... para casi todos. El puñetero del sh-Rocinante se quedó discutiendo con su padre acerca de la hora correcta (¿alguien se imagina una discusión de esta índole a las 7 de la mañana?) y llegó 45 minutos tarde, y tan contento. Si no le llamamos, aún sigue en casita, dándole vueltas y haciendo cálculos horarios.

Vale. Sabiamente organizados en dos furgonetas, partimos hacia Casillas vía El Escorial: Roci y Ete en una; Boli, Xomin, Kala, Rique, Ignacio y el que escribe, en la otra. Al pasar la Cruz Verde observo que la conversación decae, al tiempo que la color abandona el rostro de mis acompañantes. Por un momento a todos se nos pasó por la mente la imagen del interior de la furgo rebosante de calentitas y olorosas papillas estomacales rebosando por las ventanillas. Afortunadamente llegó la furgoneta a su destino antes que las potas alcanzaran las gargantas de los lívidos sherpas.

Bueno. Ya aparcados preparamos máquinas y artilugios, para darnos cuenta de que un gepese no tenía cargada la cartografía, de que el otro se apagaba constantemente y un tercero, cómo decirlo... era casi inservible: era el gepese del sh-Sh, que aprenderá a utilizarlo el día que salgamos de la crisis.

Pos-eso, que salimos p'arriba, p'arriba, p'arriba... que nos hemos pasado. Tenemos que volver a bajar buscando la pista que sale del pueblo; pero hasta lo que nos salió mal estuvo bien, porque atravesamos una finca mu-potita, como puede apreciarse en la foto.

Empezamos con un poquito de fresco, pero el día se presentaba inmejorable. En la primera parte de la etapilla superamos unos 300 m de desnivel para adentrarnos en el castañar, por el valle de Iruelas, que ninguno conocíamos y al que a todos sorprendió por su belleza.Impresionante bosque, impresionantes colores y preciosos senderos ¡qué será esto dentro de un mes, en la plenitud del otoño! Estropeando tanta delicadeza, los sherpas posamos ante un castaño.

Paramos un millón de veces, había un montón de cosas que ver. Uno de los reagrupamientos fue en este refugio. Sin saberlo, estábamos cerca del Abuelo (si no me equivoco) un castaño varias veces centenario y de unas dimensiones descomunales. Nos dimos cuenta demasiado tarde.


Momentos de confusión también los hubo, pues la fauna autóctona se mimetizaba de tal manera con los sherpas, que era casi imposible diferenciar unos de otros. Los que llevan mochila, son sherpas.

Siguió, yo creo, la parte más divertida de la etapa. Un descenso rápido y técnico en su justa medida, con los de los sueños sherpas (¡Pifo, keibron, te lo perdiste!). Queda pendiente para otra vez buscar más caminos como éste, que seguro que los hay; y también visitar al susodicho castaño. La verdad es que el castañar se nos quedó corto, aunque el resto de la etapa también tuvo sus cositas.

Una paradita más, parecíamos japoneses con cámaras en lugar de sherpas. La verdad es que llevamos una temporadita, entre lesiones, incomparecencias, disgregaciones y demás, que no hacemos una etapa seria-dura... ¡¡Parecemos Rangers!! (dicho con todo el cariño, ¿eh?).

En estas tierras, aunque no se note tanto como en las nuestras, también azota la sequía. Da verdadera pena ver así este embalse en la garganta de la Yedra.

La parte menos bonita de la etapa fue esta pista que nos sirvió para buscar el camino del Pozo de las Nieves. Había mucho tráfico y la gazuza era tremenda.

En una fuente al borde de la pista, decidimos parar un ratito para dar buena cuenta de un queso con membrillo (gentileza de sh-Xomin), de un fuet (gentileza del sh-Kalambres) y otras viandas variadas. La tortilla que nos tenía preparada el sh-K no llegó porque parece ser que estaba tan rica que se la ventiló en casa en un abrir y cerrar de ojos. Queda pendiente para la próxima.

Siguiendo nuestro camino y antes de encarar el Portacho del Pozo, nos encontramos con unos ciclistas autóctonos, que nos informaron sobre los caminos de la zona. Quedamos en ponernos en contacto. Estos ciclistas estaban pagados por sh-X, pues le dieron la razón en que se podía hacer una locura que éste había planeado ¡sobre el Google-Earth y sin conocer el terreno!. Algo así como pasar la Cabeza de la Parra y tirarnos en picado hacia el río de la Garganta de Iruelas. Enrique, echa un vistazo a la cartografía y dime cómo lo ves, sin conocer el terreno. O que opinen los amigos abulenses: si tenéis tracks de la zona, nos gustaría ciclarla, por supuesto.

Reemprendemos nuestro camino, esta vez a pleno sol y picando hacia arriba. Alguno, desentrenados, empezábamos a rezagarnos. Poco a poco y con la batidora enchufada, enfilamos el camino del Pozo de las Nieves.

Los que, en su ansia de llegar arriba, no miraron hacia atrás, se perdieron un paisaje al que no hace justicia la foto.

Ya en el collado, decidimos mirar hacia el Pozo y no seguir la cuestona que habíamos diseñado sobre el mapa. La hora relativamente avanzada y las fuerzas absolutamente escasas (al menos en mi caso), nos hicieron inclinarnos por lo que fue una opción acertada.

El Pozo de la Nieve, un nevero artificial de los que tantos había antaño. En Segovia capital, incluso, podemos encontrar una calle con ese nombre.

Su interior está restaurado y damos fe de que en el fondo se conserva el frío.

En un tris estuvimos de retirar la escalera. Pero dejar bichos abandonados está muy castigado por el SEPRONA.

Reanudamos el camino hacia el Puerto de Casillas por una laderita roquera, bastante divertida y que picaba ligeramente hacia abajo. Nos cruzamos con varios andarines, algunos ojipláticos. Aquí el sh-Enrique echaba de menos las llanuras Vallisoletanas, tan diferentes a estos pagos.

Una etapilla sherpa que se precie no puede carecer de su reventón. Todavía hay sherpas que reniegan del tubeless, pero en esta ocasión el descanso me vino bien. Nada que objetar.

Pasado el puerto, enviamos a investigar a los sherpas alfa y omega (como los denominó sh-Kala).

Tras deliberación, nos separamos en dos grupillos. Unos bajarían por pista a Casillas (resultó ser una senda divertida) y otros nos tiramos (casi literalmente) por un..., por un..., por un... ¿¿sendero??. "¡Qué sucio está!" dijo alguien. ¡Joder, sucio! ¡Si era puritito bosque inexplorado!.

Se aprecia que digo la verdad ¿no?. El caso es que nos montamos (las fotos, claro, están hechas cuando paramos) y sorteamos multitud de ramas asesinas que amenazaban con saltarnos los ojos (las altas) o engancharse en los radios o los cambios (las bajas). En fin, el paraiso para sh-Pifo (a. sh-H). El suelo no se veía, por lo que, hasta que encontramos un pseudo-sendero, el descenso fue de lo más entretenido, balanceando el peso y manteniendo el equilibrio.

Luego, el sendero se convirtió en una rápida y divertida trialera hasta Casillas, perfecto final para una etapa que habrá que repetir con unos cuantos aderezos y variaciones: más castañar y variante-suicida (bien documentada) del sh-Xomin.

La post-etapa no difirió básicamente de las de toda la vida: cervezas, jamoncito, lomo... en fin, un sacrificio. Nadie podrá tacharnos de vividores. En todo caso, bebedores. Y siempre con moderación.
NOTA: "moderación", en idioma sherpa, significa "a raudales, sin medida, exageradamente".

Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.