domingo, 23 de noviembre de 2014

¡Otra más de sabotajes!

(Permitidme hoy, lectores que sois legión, que me dirija al líder ideológico del grupo, nuestro referente. La etapa de hoy se la voy a contar al oído al sherpa-Sherpa, sherpa-Eléctrico... e-Sherpa. Y es que habéis de saber, y si no sabiéresdes yo comentaros-os que el antedicho y susodicho e-Sherpa quedóse hoy postrado en muelle lecho aquejado de un repentino ataque de trancazo muy malito).

Pues voy al meollo, sherpa, y te cuento que hoy, descabezados como estábamos, nos ha costado sincronizar la salida. Y es que el cielo vertía y vertía sin descanso, -tú, claro, no puedes saberlo, dormidito como estabas- por lo que a algunos nos ha costado decidirnos. Pero viendo (¡no te lo habrás de creer!) que ha sido el sherpa-Ete(!) el primero que se ha decidido, los demás, avergonzados, hemos hecho de tripas corazón y, forrados de plásticos hasta los calcañares, hemos emprendido animosa marcha (ya sabes).

Un poco mojadetes hemos ganado el final del camino de los tanques y allí nos hemos encontrado con la primera de las (desagradables) sorpresas: Alguien ha hecho (¡perpetrado!) un camino de un ancho y un impacto desmesurados con dirección a las ruinas de Santillana con el fin de... con el fin de... ¡¿de qué?!


Puede que haya justificación, que no digo que no, que sólo hemos estado buscándosela los cinco que íbamos durante unos minutos. Pero se nos escapa totalmente, porque la sangre la llevábamos mayormente en las piernas, no en la cabeza. Pero es que no podemos encontrar la justificación a tan tremendo destrozo. No sé, los 4x4 que alimentan a las vacas ya suben hasta arriba y no creo que quieran subir a alimentarlas con el Clío o el Polo. ¿Los militares, quizás?

En fin. Te he de contar también, cuñado, que hemos subido por la cuestarraca esa que tanto nos gusta bajar y no tanto subir. Por cierto, que creo que es la primera vez que la subo. Bueno, casi; porque donde se ensancha y bifurca hemos tenido que claudicar. Todos sin quitar uno. Pero puedes tener la seguridad de que lo hemos dado todo, no te avergüences de tu equipo.


Senderete chulo, ya sabes, es lo que nos esperábamos a partir de ahí para llegar hasta el del Azud, pero cuidado, mira bien la foto de abajo, que no te lo vas a creer. Una máquina había abierto otro camino por encima del sendero (¡sobre él!) que laderea rodeando el cerro de Cabeza Grande. Aunque ya casi nada me sorprende (el vaso de mi asombro rebosó anoche con lo del inefable Nicolás) estuve un rato frotándome la vista. Claro que también hacen las salpicaduras de barro en los ojos.

Se había calado al chocar con el arbolillo.
Airado, intenté pinchar las ruedas del diabólico chisme en un intento de sabotear el sabotaje. Pero no diré nada del éxito o no de mi arrebato, que sé que eres un sherpa muy perspicaz, cuñao. Para calmarme, me puse a hacer alguna fotillo a las setas que casi tapizaban los alrededores en lo que los demás, más prácticos, recogían suculentos lactarius muy deliciosus.


¿Y a qué esta fiebre? Por aquí, que se me ocurra, no va a venir nadie que no estuviera encantado con el sendero que han asesinado. ¿Que había que gastarse una partida de la UE?¿Que cuando el diablo se aburre mata moscas con el rabo?¡Bien podían haber pensado en arreglar un poquito el estropeado tramo del carril bici frente a Parque Robledo!


O, ya puestos, a adecentar las vergonzosas vías de la capital: Padre Claret o la Avenida de la Constitución no tienen casi nada que envidiar a las más técnicas trialeras de la sierra. Cualquier coche que pase por ellas pierde absolutamente todos sus reglajes así como docenas de tornillos, pernos y tuercas varias, mientras a sus ocupantes les saltan todos y cada uno de sus empastes dentales.

- ¡No... eso es de otra administración!

- Ah, ya...

En esta zona, después de la puerta, había marcas flourescentes para seguir abriendo camino por la izquierda. Por si acaso... ¡Me pido primer para poner un bar arriba!


Conociéndote, e-sherpa, ya sé que estás pensando en completar el negocio con una casa de señoritas que fuman, pero de eso hablamos en privado, que este es un blog decente. Y tampoco estamos para dar ideas, que la cosa está muy malita y nos la pisan rápido.

Veeeeenga, para las chicas un boys, que también tiene que ser negocio. Pero discretito, eh.


Afortunadamente el sendero del Azud estaba virgen e intocado (crucemos los dedos de los pies). Y la Acebeda, de cine. Y casi literalmente, porque si nos hubiéramos encontrado orcos y bichos de esos del tío Tolkien, casi no nos hubiéramos sorprendido.



Qué delicia. ¡Anda que si nos llega a dar por quedarnos en la cama! Estos paseos son un regalo que  valoraremos en toda su medida cuando no podamos darlos por la razón que fuera  -nos los prohiban, nos lo destrocen, nos hagamos (más) mayores o lo que quiera que seriese...-


En el sendero me quedé atrás haciendo fotos, ya me conoces. Te pongo ésta para que te hagas una idea de los colorines que había, que sé que te gustan estas cosas sensibles.


No sabiendo adónde ir, continuaba lloviendo y la cosa no tenía ninguna pinta de mejorar, más bien al contrario, fuimos a dar a la cuesta que lleva por detrás a la Fuente de los Pastores, esa que nos hicimos hace unas semanas con la calorina y que estaba tan suelta y seca. Hoy no lo estaba. Y no sé en qué condiciones se sube peor. Pero se sube.


Pablo, Sherpol, bufa en la cima. Hoy llevaba el equipo sherpa anti-ébola. Niquelado. Y guapo-guapo.


En las fotos no sale cuánto llueve, pero creemelón si te digo que llegamos al portal de Belén de la Fuente de los Pastores empapaditos, no hay más que ver la carilla de Ete. Por cierto, a ver para cuándo la partida para los cerramientos, cubriciones y ventanas (Velux, of course), que esto es un atraso. Onduline too.


Como siempre la foto no hace justicia a la Acebeda. Espléndida y brumosa.


Una vez cambiados los refajos empapados por otros secos, nos disponemos para la bajada. Después de considerar las opciones, decidimos bajar por los Leonardos, que no los conoce J.R y seguro que le van a gustar un montón y pico.


Pablo, ya sabes Ignacio, tarda un ratillo más en recoger y ordenar todos sus archiperres, que son muchos.


J. Rueda posa antes de comenzar la bajada. Le advertimos que no se lance a lo loco, que hay zonas un tanto comprometidas inclusoo en condiciones óptimas.


La bajada, como siempre, tiene su aque. Tanto si vas despacio como si vas a toda pastilla, como fue el caso.


Por poner un ejemplo: Bajaba David a unos 3 Kph cuando le arranqué las pegatinas a, por lo menos, 5 Kph. Escalofriante. Ya le dije: "Aparta, que te paso... ¡¡porque no puedo ir más despacio!!"


Un poquito más abajo de la zona más comprometida (hoy lo estaba especialmente y casi me desmoño) todos paramos a esperar a Rueda.


Las fotos que pongo son solo un par de ejemplos de la serie que hice. Ya advertí al implicado que las iba a poner, que no podía por menos. Fíjate qué trabajada técnica y qué depurado estilo. Esto es algo parecido a lo que en equitación se llama rehuse o desobediencia. Y está penalizado, que lo sepas.


Si bajara como las personas disfrutaría mucho más y se cansaría muchísimo menos. Claro que también nos privaría de estos impagables momentos. ¡Eres un chack Joaquín!


La vuelta la hicimos por la Valbuena. Aquí ya casi no llovía, y como la temperatura era buena y el sol peleaba por asomar, disfrutamos bastante pedaleando.


Te pongo la foto de la cara de J.R. para que la interpretes, pero lo que sí te digo es que el comentario que hizo justo antes de hacérsela fue algo así como "he disfrutado mucho de la bajada desde la Fuente de los Pastores".


Y es que, para ser una etapilla de trámite, de las que te salen sin pensar, con paisajes como los que hemos visto, el buen sabor de boca final es obligatorio.


Hala, recupérate.

A este amigo me agarré para poder parar bajando los Leonardos.





Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.