domingo, 4 de octubre de 2015

Éxito de participación (pero la pasada semana). Ésta, menos.

Si es que no os hecéis una idea de la lata que da una bici nueva: limpiarla, mirarla, limpiarla y volverla a mirar... ¡da más guerra que un hijo tonto!. Y a medias de limpiarla, me pongo a rematar la entrada que dejé empezada la pasada semana y que ha estado así, a medias, con sólo las fotos, esperando hasta ahora.

Y es que no puedo dejar de poner al menos una reseña de la etapa en la que más concurrencia hemos tenido, al menos en los últimos tiempos: en el momento álgido, CATORCE integrantes, que para los sherpas es un número próximo al infinito, o casi.


Una bonita etapa de 1250 metros de desnivel acumulado, casi clavado al de la anterior etapa de las Peñas Buitreras, aunque la que nos ocupa, con más (y más cómodo) kilometraje. ¿Los participantes? Pues los clásicos Sherpa-Sherpa, Sherp-Ete, Sherpol, Sher-David y ¿Sher?-Rueda, con su escudero Ranger-Huertas. También han venido hoy (a ver si se animan más, que les vamos a retirar el carné de sherpas) Boli, Alberto y Paco. Se unió en ruta Iván. Y, por fin, venidos desde las lejanas y salvajes e inhóspitas tierras Madrileñas, Josechu y Luis, dos cracks. Más tarde, en el Chozo, incorporamos al llanero solitario Chomin. Si contáis bien, los 14 que os había dicho. ¡Ah, que falta uno!: servidor.

Todos, en una foto en la pértiga del Nogal, antes de tomar el camino de la cacera del Puerco.


Pues nada: senderos de película, siempre buscando lo-más-peor, eso sí, todos desperdigados, cada uno por un lado diferente, sin orden ni concierto, perdidos unos, encontrados después, vueltos a extraviar y, por fin, juntos de nuevo en la majada Hambrienta.


Un sherpa perseguido por un concejal de la oposición.

Todos encuentran hongos, but me. Claro que, perdida la fe, ya ni los busco. Aquí el cuñao exhibiendo con alegría su mini-trofeo.


Es aquí cuando nos arrejuntamos todos para decidir en asamblea que estaría bien ir al Aranguez. Ningún voto en contra; aunque hubiera dado igual. Más o menos por aquí es cuando David me hizo notar que, por segunda etapa consecutiva, llevaba los calcetines del revés. "No, mira, sólo llevo uno. El otro va bien". Quizás sea esta la razón por la que se me niega encontrar siquiera un mísero boletus chuchurrío.


En la espera, alguno ya había juntado para el pinchito de antes de comer.

  

De estas siguientes fotos, lo de siempre: en pleno esfuerzo sacas la cámara para dejar constancia de la  extrema pendiente del terreno, van a ver en la foto estos señores las cuestarracas que nos metemos entre pecho y espalda... ¡y lo que me sale es esto!



Llegamos a los terrenos chociles más o menos juntos, que ya es un logro. Antes de las lluvias, los colores están apagados, pero el espectacular paisaje asombra a nuestros amigos.



Cuando llegamos al refugio (había overbooking) nos llamó la atención una figura que nos observaba un centenar de metros más allá.


Pronto confirmamos lo que suponíamos. Se trataba, ni más ni menos, que de él: súper-Chomin en misión secreta.


Charla, frutos secos, un par de pises (uno se ve en la foto, otro lo he recortado).


NOTA o PARÉNTESIS: Vosotros ustedes no lo veis, pero en este rato me he levantado dos veces a limpiar la bici, que mañana la llevo a revisión y tiene que estar en perfecto estado de revista. Y como hoy el bosque estaba humedito, ha conocido por primera vez las cacas de vaca blanditas y pringosas. Ya.

Bajando del chozo, el que se llevó el disgusto del día fue Boli, que partió el cambio trasero (yo iba detrás y lo vi, no hizo nada, ni se enganchó con nada). Ñapa rápida y a buscar la pista dando los menos pedales posibles. Gajes.


Lo demás, sin fotos. Lo cual es una buena señal: quiere decir que estuve a lo que tenía que estar. Yo disfruté de la Trazadora un montón, al igual que los amigos madrileños, que alucinaban con la sucesión interminable de sendas, senderos y senderuelos por los que les llevamos.

Bueno, sí que hay una foto más. Es la de la cosecha de Chomin. Sospechamos (con fundado fundamento) que los cultiva.


Hoy (hoy es el siguiente domingo, 4 de octubre), Ete se ha hecho caquita con las predicciones de llovizna, y Sherpa-Sherpa se ha ido con su vástaga Ire a recolectar hongos por tierras arconenses (infructuosamente, lo hemos sabido después).

Por nuestra parte, sin tener demasiado claro ni cómo ni cuánto nos iba a dejar pedalear la inestable meteorología, hemos dirigido nustras monturas hacia la fuente de Pocholo, con la (mía) secreta intención de encontrar algún desperdigado boletus. Pero ná de ná.

Hoy nos ha acompañado Talusín, que necesitaba un respiro después de unas intensas jornadas con unos clientes de la France. Con la espalda maltrecha (ya somos dos), intentamos no forzar demasiado y disfrutar todo lo posible de las primeras manifestaciones del otoño en el bosque. Mi (modesta) meta de hoy era la fuente de Pocholo.

Pero ya que estábamos...


...tiramos un poquillo paralante, justo por la famosa cuesta de "los catorce intentos", jeje. Esta vez todos echamos el pie más o menos arriba, que no estábamos para tirar de riñones y, además, las piedras resbalaban que daba gusto. Y ya si eso, otro día que no tenga nada mejor que hacer, me tiro un par de horas intentándolo de nuevo.

Si lo consigo, os aseguro que os enteráis.

Ahí, arriba, la de "los catorce intentos".

Como verdaderas viejas del visillo con casco de ciclista, nos pasamos media etapa poniéndonos al día de las historias y cotilleos de Segovia (Galapagar es un lugar donde no pasa nada interesante) y la otra media, alardeando de nuestros achaques de señores mayores. Por cierto que la espalda, bien. Parece que se nota haber subido un espaciador más la potencia y no haber tirado de riñones a lo loco. ¿Y tú, Jorge?¿Cómo está tu espaldar?

Ya que pongo esta foto, comentaros que hoy también he vuelto a disfrutar de la big-T como un loco. Me voy haciendo poco a poco a ella y aunque no voy exageradamente más rápido que antes (algo sí), bajo mucho más cómodo, mil veces más seguro y, sobre todo, divirtiéndome como un enano. Cuando me regaléis unas llantas Enve de carbono, (con sus detallitos en rojo, por favor) y una Pike RCT3 (el 3 de marzo es mi cumple), la voy a dejar niquelada. Si eso, yo ya la pongo el manillar y la potencia Renthal por mi cuenta, no os molestéis.


Tanta concentración que he hecho muy pocas fotos. Para eso estaba Jorge, que ha hecho ésta. Tris. Arrebatado, en trance. El sherpa-Místico. I've seen the light!!! Y Pablo, como diciendo: "lo que hay que ver" o "qué he hecho yo para merecer esto". También tú, Jorge, podías haberte fotografiado las uñas de los pies...


Yo, a las fotos artísticas. Aquí uno de los millones de troncos que nos hemos encontrado atravesados en nuestro camino. Eso no nos pasaría si buscásemos sendas más transitadas, pero es lo que tiene. Este en concreto estaba en la bajada por la izquierda de la Chorranca. A ver si mandas una cuadrilla, Ete, que está muy escuidada y sucia.

"Tronco resinoso", atribuido a Miquel Barceló.

Etapa corta pero divertida, con el acostumbrado enlace de veloces senderos finales y antes, cuestas sinuosas y con su pelín de picante. Y es que de eso se trata.

La cosa, ahora que lo pienso, es que hoy sí que me he fijado y al levantarme me he puesto con sumo cuidado los dos calcetines del derecho... ¡Pero tampoco he encontrado ningún hongo!

Domingo me hace notar en el WA que él sí:


No sé, pero me da, van a ser cosas mías, que los de la primera foto son de plástico, y que la segunda foto la he visto en la Interné.

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P.D.: Me manda Jorge unas fotos que me dejan algo más tranquilo que la de un poco más arriba. Os las pongo:



 


Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.