lunes, 7 de diciembre de 2015

Mayembre en El Espinar

- Buenaaaaas... ¿Es TrackMTB?
- Al habla Talus.
- Mire, que queríamos contratar una ruta resultona y novedosa, de esas de la lengua fuera y la sonrisa en la boca.
- Pues hay un porrón, pero aquí tenemos una apartada para clientes VIP. No sé si...
- Ya sabemos que Vds. trabajan con guiris. Verá, es que nosotros semos ultramontanos, de Sherpilandia.
- En ese caso... ¡Mañana mismo en El Espinar!
- ¡Hecho! Nos reconocerá porque llevaremos un clavel en la solapa. Además, cada uno va vestido según la moda sherpa, usease, cada uno a su mismísima bola, inconjuntados, y semos mu re-feos.
En el lugar acordado, un minuto después de la hora, sin el clavel en la solapa. Pero es que no tenemos pérdida, que somos perdón, semos inconfundibles. Veinticinco temporadas seguidas, se dice pronto, galardonados con el prestigioso premio "Lady Gaga" al equipillo peor conjuntado de la sierra y alrededores.

Pero como organizados sí que somos, no nos ponemos a pedalear si la temperatura está por debajo de los cinco grados sin habernos metido pa'l cuerpo un cafelito bien caliente, gentileza de Sherpol, que está en todo.

¡Así ya sí que sí!¡Dónde va a parar!
La Panda del Moco casi al completo comenzando la jornada, con un poquito de asfalto para engañar. Si cliqueáis (¡huy, qué bonito verbo!) en la foto, veréis en los guantes del sherpa-Ete la razón por la que ganó esta temporada el premio especial "Paco Clavel" al gusto relativo por sus guantes último modelo.


Yo, como casi no salgo en las fotos, puedo meterme con quien quiera XD. ¡Chincharsus!

Cuando ya tomamos el sendero, la sherpería despendolada no se da cuenta de que en la cola del pelotón casi nos quedamos sin el sherpa-Sherpa. El Ángel de la Guarda Sherpa casi sale en la foto, por un pelín se me escapó aleteando.


Íbamos hacia el este, en sentido contrario al habitual cuando hacemos el Ingeniero y Cueva Valiente. Yo, nada extraño, no me situaba; pero lo habíamos pedaleado mil veces. Sin ir más lejos, el track grabado en la etapa del 7 de junio pasado encaja perfectamente con este tramo. Pero en aquella ocasión lo hicimos al final, no al principio de la etapa.

Aquí ya hemos rebasado lo que tengo marcado en un waypoint como "inicio del Ingeniero" y aparecemos cruzando el arroyo Secal para inmediatamente remontar el (inclinado) curso del arroyo Mayor, hacia el collado del Hornillo. GR-88 pone en el mapa.


Alguno de los tramos dejó pelín maltrecho el orgullo sherpa. Pero es que por donde no se puede... ¡no se puede! Que conste que siempre hay alguien que lo intenta: por muy difícil que sea un tramo de subida (y aunque en las fotos nunca lo parecerán) siempre hay algún cabezón que tiene más fe que sentido común.





En una puerta cerrada aprovechamos para tomar un pequeño respiro que se agradece. Estoooo... ese de amarillo de atrás, ¿qué es lo que lleva puesto en las patirracas?

Un Boli-selfie
Al final, sólo al final, el camino empedrolado se convierte ¡a buenas horas!– en un inclinado pero compacto camino que se hace, podríamos decir, cómodo.  El sol ya va asomando; la primavera (¡!) se muestra en todo su esplendor. ¿Qué haría?¿Unos 13 graditos? Mayembre es el nuevo nombre de este último mes del año.

Por cierto, que nosotros pedaleando como posesos, y resulta que se puede llegar hasta el collado en coche. Mirad:


Collado del Hornillo, 1635 m. Por lo que vemos, un lugar bastante frecuentado. Al menos, en los días soleados.


¡Anda, si a este señor lo conocemos! Venga, Jose, vente con nosotros. Donde se divierten ocho, se divierten nueve. Lo que sí te digo es que otro día no vengas tan conjuntado, que ibas como un pincel y en un grupo sherpa así no pegas ni con cola. Algo así como una zapatilla Shimano y la otra Endura, por ejemplo, o los calcetines del revés...


El grupo, con un miembro más, decide que es mejor ahorrase un bucle que según nos comenta Jorge es un divertido melonar, pero que puede hacer peligrar el horario que teníamos previsto. Somos muchos y no se puede descartar cualquier contratiempo o avería. Decidimos, entonces, bajar hacia el camping de La Nava, pegaditos a la carretera pero siempre sin tocar el asfalto, que es caca.

Yo, como siempre, voy en la cola del grupo, y no me entero hasta que llego, mediada la bajada, al lugar donde están todos parados. Al principio no me doy cuenta, pero resulta que Jorge se había ido al suelo: enganchado en un lateral por una rama asesina, había salido despedido y se había arrastrado por un terreno que, menos mal, no tenía tantas piedras como un poco más arriba. Contusiones y erosiones varias, chapa y pintura. Se lamentaba el amigo Talus de que para una vez que no se ponía las protecciones en los codos... ¡Murphy!


Mucho "No siento los dedos" o "me duele aquí", pero en el minuto siguiente ya había desaparecido de nuestra vista. De la mía al menos (yo cierro el pelotón para que no se escape nadie, aunque no esté Joaquín Rueda) ;)

Una vez llegados al camping comenzamos de nuevo a subir, que es por lo que nos pagan. Una subida que me encantó, por terreno pedregoso pero muy bonito y sencillo de ciclar.


Desperdigados, como veis, cada uno a su ritmo. Cuando por un despiste me colocaba por delante, solo tenía que ponerme a hacer un par de fotos y ya estaba, de nuevo, en la cola del grupo.



Es por eso por lo que me puse a practicar el noble deporte de disparar la cámara encima de la bici, en marcha. Como en esta ocasión llevaba mitones, lo podía hacer; no como en las últimas etapas en las que, con los guantes de invierno puestos, en más de una ocasión casi fui al suelo empeñado en abrir o cerrar la cremallera de la funda de la cámara.


"Estooo... ¿estamos en Ávila, en Segovia o en Madrid?" Siendo sherpas, no está mal, porque podríamos estar en Albacete y no habernos dado cuenta. En realidad, según el track, estábamos en Ávila.


Fuente de Bellver, fuente de Fernando Benito, fuente de las Dos Bañeras... transición por territorios conocidos, breves momentos de relax en animada charla y un poquito de piscolabis. Chomin me recordó que por allí cerca estaba la fuente que lleva el sugerentísimo nombre de Lavacoñitos (sic), la cual tendremos que visitar e investigar un poco su historia, que todos los nombres se ponen por algo.

(Estoy saliendo mucho en esta crónica me parece a mí)
Nuevo desvío a nueva subida. La hierba-velcro da un plus de interés (¡eufemismo!) al asunto.


De vez en vez, desenfundo y hago fotos a ciegas, que ya tengo bastante con pedalear y mantener el equilibrio como para mirar además a dónde apunto. Hago cien fotos... ¡y alguna saldrá!

No me ha salido mal, no: los árboles están verticales.
Cuanto más arriba llegamos, más se inclina el mundo y más puñetero se pone el velcro este. Riñones tensos, dientes prietos, hace un rato que nadie dice ni mu. Hoy ni siquiera el sherpa-Sherpa nos ameniza la subida con alguna de sus tonadillas. ¿Será que ya no nos quiere?


¡Eh! No me había dado cuenta, pero al revisar las fotos que hice pa'trás, veo ahora que un sherpa tramposo se bajó de la bici aquí. Indignante. Vergonzoso. Pero no temas, Boli, que he emborronado tu cara para que nadie te reconozca.


Estos siguen a lo suyo. Con tanta tontá ¡no hay quien les eche el guante!


Bueno, casi. Por un pelo no cojo a Jorge, que llegó primero a este alto, cerca del Peñón de la Solana, lugar conformado exclusivamente por granito y piornos.


Jose, en un arrebato provocado por la altitud. Creo que se lo pasó teta.


Normalmente, esto debería tener una capa de medio metro de nieve. Sin embargo, ya lo veis... Todos en el alto, disfrutando del soleado panorama.


Bueno, todos no, que aún faltaba un señor mayor, el rey de los calambres. Casi fuera de control, con ustedes el único ciclista capaz de convertir una bici normal en eléctrica, así, sin más. Después de una semana con varios percances físico-esqueléticos y catarriles, no daba yo un duro por su participación en el evento, y sin embargo aquí estaba.


El reportero Chomin, encaramado a una de las piedras, inmortaliza el momento de los sherpas posando con el uniforme del equipo. Cincuenta tacos de media. Da gusto verlos, a que sí.


Abriéndonos paso entre lo verde, rayando la preciosa big-T, cresteamos un poquitín por territorios incómodos que por mucho que refunfuñe, gustan al sherpa.


A veces el terreno es incluso cómodo. Me giro y hago la foto antes de que me atropellen, que estos no reparan en nada ni en nadie.


Mamá pata con sus patitos.


Después de breves momentos de duda, Jorge encuentra la senda (muy divertida, pero hay que estar muy atentos) que, a falta de nombre conocido, discurre por los parajes de los Poyales y por los Arteseros, según el mapa.


En la senda me quedo entre dos aguas: los primeros se me van un poco y cuando miro atrás, no me sigue más que Ete-Teletubbie con la cámara conectada (a ver si vemos ese vídeo alguna vez). Quiebros, requiebros, bajadas, piedras raices y algún salto hacen que me tengáis que perdonar por no haber hecho ninguna foto. Bastante que mantuve el pulso firme para hacer ésta, aprovechando el reagrupamiento.


Poco más abajo, desembocamos en el Ingeniero, concurridísimo en un día como este. Paramos para dejar pasar a un grupo de ciclistas mientas nos volvemos a reagrupar. ¡Si hace quince años nos caemos por aquí, no nos habría encontrado nadie!


Facilito y divertido, pero comparado con las sendas que dejamos atrás se queda en nada. En realidad este tramo del Ingeniero sirve de transición en esta etapa.


"Ahora nos vamos a dejar caer por aquí" Fijarsus qué dos salen en la foto. Pasad vosotros primero, que a mí me da la risa. ¡Como para taponarles la bajada!


Como remate, colofón y estrambote, todo en uno, la divertidísima Pikachu que ¡cómo puede ser! no conocíamos los sherpitas, con sus curvas, recurvas y contracurvas, con sus peraltitos y todo, para que no falte de nada.

Yo bajo con Ete, disfrutando de la seguridad que me da la Trazadora. Ella me va pidiendo más y yo que no, que vamos a mantener la calma, no nos tengamos que arrepentir. En una de las bifurcaciones paramos a esperar a Alberto e Ignacio que habían tenido no se qué problemas con el cambio o con la cadena, me pareció entender.


Unos minutos de diversión más abajo nos esperan los coches, con el tiempo justito para unas cervezas y sentarnos a tiempo a comer, cada uno en su casita. En otra ocasión habrá que investigar las variantes de las que nos habló Jorge. Viendo los tracks de otras ocasiones, se me ocurren mil maldades, pero eso será en otra ocasión. Por hoy, todo de lujo. Who could ask for more? Eihn?


Estoy oxidado y se hace difícil esto de croniquear. Pero la etapa lo merecía, sí señor.

Día, ruta y compañía perfectos. Ya sabéis guiris del mundo: confiad en TrackMTB. Si les gusta a los sherpas, vosotos vais a alucinar ya sea en inglés, sueco o suahili.

Nos vemos en el bosque. Y espero que con nieve, aunque el del casco naranja frunza el ceño. Es postureo, seguro.


Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.