lunes, 15 de noviembre de 2010

Hayedos lejanos

Los sherpas que estuvimos disfrutando de la etapa del domingo, hablamos sobre una etapa por la Tejera Negra, o el Hayedo de Montejo o por cualquiera de esos pagos de Dios.


Parece que sonaba más el Hayedo de Montejo.

Sobre éste, varias cosas: No sé si las rutas (ésta tiene muy buena pinta, vistas otras similares) se pueden hacer sin problemas, puesto que aquí pone que hay que pedir permiso, aunque no sé qué zonas están protegidas. (Sh-Enriquet, seguro, lo sabe).

Y el último apunte: Se tarda un rato. A Montejo o a Horcajuelo, echadle casi un par de horas.

Como siempre, dependemos del tiempo. Hoy por hoy, da nieve para el domingo (¡mola!).


Como en la etapa del castañar, haríamos la etapa seguida y merendaríamos de vuelta. Parece que hay un sitio majo en Horcajuelo de la Sierra, pero si alguno se empeña en invitarnos en otro sitio, no problemo.

¿Tiene opinión la sherpería, o hay que pasaros un poco más la papillita?.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Al Chozo con los amigos de Periko

Esta vez -¡Aleluya, hermanos!-, recuperamos un sherpa para la causa, a costa de que otros muchos se quedaran en casa calentitos o haciendo negocios y pecando, que el domingo no se trabaja.

De nuevo las previsiones meteorológicas eran adversas y, de nuevo, se equivocaron. Por lo menos, no llovió practicamente y la temperatura no fue mala.

Ete, Ch, Ro y moi enfilamos el carril bici. En Parque Robledo había reunión de la Benetérica, pero de sherpas, ni rastro. Así que seguimos hacia el aparcamiento del Pontón y, más adelante, en las Pasaderas, nos reunimos con sh-Periko y cuatro amigos suyos, todos amantes de la flaca (entiéndaseme bien).

Tomamos nuestros senderos habituales y pasamos por Santa Isabel (robles, rocas) donde ya se oye el rumor (casi rugido) del agua en el "jacuzi" que hay en la Chorranca.


De charla y relajados, emprendemos la subida (me entero más tarde) al Chozo Aranguez. Primero, ya sabéis, por asfalto.


Todo iba tranquilo hasta que, sin saber de dónde, se unió al grupo un ciclista silencioso que debía de haber hecho una promesa, porque iba con pantalón de chandal.


De repente, y en plato grande, va el tío silencioso y nos pega un pasadón... ¡a nosotros!. Tampoco es que pase mucho por eso a estas alturas de la película; pero es que íbamos con los del 53x13, estábamos en asfalto, y Periko andaba por ahí.

Cuando conseguimos cerrar nuestras atónitas mandíbulas, el ciclista poco locuaz desapareció tan sorprendentemente como había aparecido, pero por detrás nuestro, y no volvimos a saber de él.


Al llegar a Tobarejos, veo con espanto que el grupo abandona el asfalto y se desvía hacia las zetas. Sabiamente, decido esperar a sherpa-Ete para que me marque el ritmo en la subida. Acertada decisión pues, aunque no deja de ser dura la jodía cuesta, pocas veces la he subido tan (relativamente) cómodo.

Como dato curioso, he calculado con los datos del gepese, la pendiente del tramo final más duro (los últimos 1600 m) y me sale una pendiente media del 15%.

Arriba, en el Salto del Corzo, nos estaban esperando.


Desde aquí y hasta el Chozo, Periko decidió (sabiamente también) acompañarnos para así descubrir los placeres del ritmo cochinero: La charla, la contemplación del paisaje, la respiración acompasada y la meditación sherpa acerca del crecimiento de la hierpa al borde del sendero.


Arriba, pero antes de abandonar el abrigo de los pinos,  nos encontramos con tres andariegos. "Adios, andariegos". "Adios, sherpas".


En la planicie soplaba el viento, haciendo que el sudor acumulado en la subida nos provocara una sensación de frío muy malita.



Así que abreviamos y tiesos p'al refugio.


Piscolabis, charleta y un ratito para recuperarnos. Al poco tiempo entraron las dos undarinas y el andarín, que nos invitaron a chocolate. Nosotros les ofrecimos frutas escarchadas y anacardos fritos con miel y sal, dos de nuestras especialidades.


Algo más abrigados iniciamos el regreso por una alternativa intermedia, ya que normalmente bajamos por la Chorranca (hoy no era día para ello) o por el Raso del Accidente y Dos Cabañas (tampoco).


Nos metemos en lo más frondoso del bosque. Yo, como soy sherpa, todavía no me explico cómo es capaz Chomin de encontrar el sendero(?) sin equivocarse.


El caso es que cuando pone esta cara (la de la foto), sabemos que va a haber diversión. ¡Todos detrás de él!. El que pueda, que le siga.


De vez en cuando parábamos para reagruparnos, que esto no es como el asfalto... ¡es mucho mejor!.


Yo creo que nuestros amigos salieron contentos de la bajada que hicimos, aunque es normal que si no están acostumbrados sufrieran un poquillo en las zonas malas, sembradas de ramas y piedras húmedas.


El que disfrutó como un enano fue Periko, al que ví muy animado cuesta abajo, siguiendo la estela de Chomin.


Hasta el final estuvimos sorteando trampas al estilo Pier Nodoyuna, pero todos llegamos sanos y salvos a La Granja. Alguna desmontada hubo, pero sin importancia.


Nos despedimos de nuestros amigos y seguimos, evitando el asfalto y los caminos anchos, por nuestras sendas. Que el bosque está  otoñal y muy bonito y todavía nos reservaba un poquito más de disfrute y diversión.



Del carril bici y de la limpieza de la bici no voy a poner fotos ¿vale?.

Pero sí voy a poner el simétrico perfil de la etapilla, una clásica de algo más de 1.000 m de desnivel y, desde Segovia, 40 km y pico.


El track se puede ver y descargar en este enlace de Wikiloc. Pinchad, no seáis vagos.

Y un pequeño vídeo hecho con la cámara de fotos, en condiciones precarias y arriesgando el pellejo.


¡Y pa qué, si luego no entra nadie, y si entra no comenta!¡Mal pagao está esto, oyes!.

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Atentos al blog y al tiempo, que se habla de hacer una etapa a los Pueblos Negros, al hayedo de la Tejera Negra o por ahí. Eso, si no nos multan, como a los Kamorka. ¿Qué os parece, sherpas y demás?.

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Dejo para el final lo ocurrido al principio:

Al iniciar la etapa, en el Azoguejo, nos hemos encontrado a los Rangers. Y hete aquí... ¡que nos retan!. ¡Así como lo oís!.

Aquí lo dejo, por ahora no digo más. Pero que sepan que si mantienen su órdago,  -que eso habrá que verlo-, lo aceptamos. ¡Vaya si lo aceptamos!.

Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.