Vale que no soy un dechado de técnica.
Es más: tengo que reconocer que al verme, nadie diría de primeras "¡qué bien tiene que montar este tío en bici!". Es cierto que mi centro de gravedad está tirando a alto (aunque no tanto como el gachó de la afoto). A veces, como diría el inefable sh-Sh, me dejo un trozo de cerebro antes de bajar, pero no todo entero, no llego a la categoría de `descelebrao´ total. La adrenalina engancha, pero no hasta el punto de hacerme ir a lo loco: si sh-X se me escapa, sé que abajo me espera. Si sh-Roci o sh-Kala me adelantan, sé que es ley de vida, qué se le va a hacer. Otra cosa es (¡sería!) que me pasaran los sh-cuñaos o sh-Ete... ¡Hasta ahí podríamos llegar!.
También es verdad que no tiendo a revolcarme por las tollas, por las que algunos tienen tanta querencia. Después de algún hueso roto y algún añito en la buchaca, suelo tomarme las bajadas con más calma y desciendo con (una relativa) prudencia. Además uno tiene familia. Tampoco doy brincos, no me separo del suelo más de 10 cms., entre otras razones porque no soy capaz de saltar más. 82 kg aceleran la bajada, pero se controlan bien con los discos que llevo. Si por un paso comprometido pasa Escabeche, yo paso. Si pasa Xomin, me bajo como un cagueta. Analizo la situación.
En fin que, después de tantos años considero que monto en bici con una cierta prudencia y sensatez. Es por eso que me molesta que cuando alguien me ve con las muletas, en lugar del esperable "Hombre, ¿qué te ha pasado?" utilicen una humillante falsa pregunta, en tono de absoluta certeza: "Vaya, ¿Ya te has caído de la bici?". ¡Un poquito de porfavor!.