domingo, 9 de noviembre de 2014

Cu-cú... ¡TRASSSS!

¡Sorpresa!

Hoy ha sido tan diferente la etapa, que me ha dado por ahí y me he decidido a engrasar un poco esto del blog, a ver si voy re-cogiendo (retomando) la costumbre. Que en estos meses de inactividad han sido TRES las personas que me han dicho que a ver qué pasa, que escriba un poquitín.

La mañana estaba un poco fea por estas tierras bajas y por arriba no pintaba nada bien. La sierra estaba desaparecida.


Primer fallo: deberíamos haber probado a pasar el puentecillo del Pontón. Además, como dice David, si nos caemos nos íbamos a mojar igual, pero desde menos altura.

¿Os imagináis a los sherpas caminando por las aguas?
El bosque, muy bonito; el río ya va cogiendo fuerza. Definitivamente quedan atrás las etapas de piernecillas al aire, el sol abrasador, los espetos de sardinas...


Un setero perdido, pergunta a los sherpas que dónde está. ¡¡¡A LOS SHERPAS!!! A estas horas, el hombre seguirá perdido dando vueltas.


No os digo más que yo mismo, no estando preparado logísticamente para esta etapa y sin pasarme por la cabaza en momento alguno que fuera o fuese a hacer esta entrada, no he sacado el gepeese y no sé deciros por dónde hemos subido: si por Navalazor, por Navalviento o por las Navas de Tolosa, quizás. El lector, reconociendo los lugares que aparecen en las fotos, reconstruirá él mismo el discurrir de nuestra etapa. No seré yo el que se lo aclare demasiado.


Tengo que decir que el grupete era numeroso y sorprendente: sherpa-Sherpa, Sherpol, David, J. Rueda, Perico (casi estrenando bici nueva) y... Enrique. Por cierto y, dicho sea de paso, que vende un top-top cuadro Merlin de titanio y un juego de ruedas no menos top, bujes Chris-King con unos piji-radios de titanio del copín. Para el que le interese.


En nuestra buena acción de la semana, hemos despejado este caminillo de este tronquete largo como un día sin pan. Y pesado un rato, aunque no lo parezca. Trabajos forestales que hacemos por la cara, sin cobrar .

Demasiado alto para saltarlo. Demasiado bajo para pasarlo por debajo.
Hecho: arbolilo apartado para que no moleste a nadie. Lo de verde es una persona, sherpa para más señas. Es Sherpol, emulando a Nureyev.


Otro de los pasos complicados: ese tunel malito y estrecho, entre zarzas asesinas que nos cuesta un rato largo pasar. Ved las carillas de los sherpas. Muy desagradable.


La niebla, los juegos de luz provocados por el sol colándose entre los árboles... Sí, muy bonito, pero la Nikon me la he dejado en casa. La foto está a un millón de kilómetros de reflejar lo que en realidad era. Pero es lo que hay.


En este sitio, el cargadero de No-Sé-Qué (perdonádmelo, recordad que estoy desentrenado) tres de los componentes del grupo recuerdan repentinamente que tienen que pasar la aspiradora. Les firmamos el permiso a regañadientes y continuamos para bingo el sh-Sh, Enrique, Sherpol y veinte metros más atrás (siempre controlando que no se escape nadie), un servidor.



En el sitio ese que se llama parecido a las Navas de Tolosa ya había su poquito de nieve. Y el frío era entre bastante y bastantísimo. Y sudando que estábamos por las cuestas que nos habían puesto hoy domingo (yo creo que son nuevas, que han hecho obras sin avisar), no podíamos parar demasiado.


Esto es la senda de los Cospes. Lo sé porque lo pone en el cartel. Con su nieve espolvoreada y poca gente, estaba dos mil veces mejor que hace un mes. En uno de los pasos más complicados (nieve, raíces...) un par de ciclistas alucinaban al vernos pasar sin bajarnos. Y aunque no era para tanto, ni mucho menos, siempre te da un pequeño subidón de moral.


No he dicho que Chomin estaba hoy en misión especial (según luego hemos visto por wasa interno) inspeccionando las obras del Aránguez. Así, entre nosotros, lo único que pido es que no pongan escaleras mecánicas para llegar hasta él, porfa, que ya lo estoy viendo.

Enrique, totalmente camuflado. No se le ve.
En la Fuenfría hacía un calor extraño. Yo, que me subí una camisetita de repuesto, inicié el descenso seco y relativamente calentito. El termómetro del cuñao marcaba un gradito bajo cero, que el viento que soplaba hacía parecer demasiada temperatura.

Pablo posando el el árbol-araña.
Como no podía parar del frío que tenía, me asomé al "otro lado". Los Madriles. El extranjero de Segovia. No parecía que hiciera demasiado bueno tampoco.

Taluslandia.
Como estaba cortado y prohibido por la "calzada", ponía que estaban de obras (¿las escaleras mecánicas ya?), bajamos por ella, a ver si no. En la Fuente de la Reinona no había ni el Tato, que sólo está cuando hace solete. Ahora sólo hay gentes y tribus extrañas, hurañas y antisociales.


La bajada, lo confesaré, fue en este tramo por asfalto. Pero es que hacía mucho frío y se puso a llover, no fui capaz de saber si era granizo, de una manera que se clavaba como agujas en la cara. El frío, creedme lectores, dolía de veras.


Los colores del bosque eran aquí espectaculares, pero para cuando sacaba la cámara, la zona que me había llamado la atención ya se había quedado atrás cien metros. Y para guardarla, otros dos minutos peleándome con la cremallera. ¡Esto no está pagao!


Otro tramo cortado. ¡Ni caso! Por lo menos hoy, domingo, sin peligro.


Y, como es habitual, de la bajada por senderines, ni una foto. Solo ésta en una pequeña parada a contemplar el paisaje. Esto sí que me lo sé: lo del fondo, lo pequeñito, es Segovia. Allí nos esperaban unas merecidas cervezas que degustamos con deleite acompañadas con un calentito y delicioso pìncho de paella.


Y como al sherpa-Sherpa le diera un ataque de escalofríos, y viendo que la ronda ya estaba pagada, para las respectivas casas (guaridas sherpas) que nos fuimos.

Bonita mañana. Ya está.

Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.