lunes, 8 de noviembre de 2010

A castañas 2010. La crónica.

Aunque nos costó decidirnos, a las 8 de la mañanita estábamos preparados para salir a castañas tres sherpas solitarios: sh-Chomin, sh-Bici-Rota y el que escribe. Habíamos quedado en Las Cruceras (en el embalse de El Burguillo) con Jorge, de Madrid, que se presentó solo.


En el rato que estuvimos en el aparcamiento, pasaron varios grupos de ciclistas. Nosotros nos pusimos a pedalear, en principio, siguiendo la ruta que llevaba en mente Jorge, con su libro-guía en la mochila. Hacía buena temperatura y la climatología era bastante mejor que la que habíamos dejado al salir de Segovia. Pronto, aunque subíamos despacito, empezamos a entrar en calor. El chubasquero sobraba.


"Por ahí tendríamos que haber bajado", exclamó Chomin al ver una cuesta con unos pedrolos que no os podéis imaginar. O sí. El caso es que mis riñones agradecieron no tener que bajarla, al menos hoy. Y es que sh-Chomin tenía prevista para la jornada una ruta que al final, excepto esta primera parte, casi "clavamos".


Al subir nos juntamos con un grupo de Ávila, que al final resulta ser el mismo con el que nos cruzamos el año pasado. Ellos vienen por estos parajes una vez al año: ¡Qué casualidad!.


Los del Club Ávila Bici nos recomiendan que no atravesemos las puertas en las que pone que son zonas ZEPA (protección de aves). Aunque no debe de ser época de cría, por lo visto multan. Seguimos, entonces, con ellos hasta el Puerto de Casillas, donde ya estuvimos el año pasado, sólo que en sentido contrario.


Subiendo empezamos a disfrutar de los verdes, ocres y rojos que empiezan a aparecer en el paisaje, con El Burguillo al fondo y ya bastante abajo.


En el puerto preparo la GoPro (parezco Tinky-Winky) y uno de los de Ávila hace lo propio.

La travesía hasta el Pozo de la Nieve es la misma que la que hicimos el año pasado, pero al revés. Si en aquella ocasión se accidentó sh-Rocinante, esta vez fue sh-Chomin el que dobló la patilla al golpearla con una piedra. A pesar del arreglo de emergencia, estuvo dándole problemas durante el resto de la etapa. La travesía tiene su puntito de técnica y es bastante entretenida.


El Pozo de la Nieve. Parecía Disneylandia de la cantidad de gente que había. Al parar me di cuenta de que había perdido la cámara de fotos. Rocinante, un sherpa con mucha fe, inició su búsqueda y la encontró 100 m más atrás. ¡Menos mal!. Porque yo ya la daba por perdida.

A día de hoy, le debo dos gepeses y una cámara. A Chomin, tres pares de gafas.


Reanudamos la marcha persiguiendo a un rebaño de cabras, en dirección al Collado de las Cuatro Manos (cuestaza del año pasado), pero vemos que no merece la pena arrastrar la bici, y dando media vuelta, atacamos el castañar desde arriba, inventándonos el camino, ya sabéis.


Un camino muy "sherpa" y bonito...


Tanto, que Domingo se detuvo varias veces a hacer fotos. ¡Ver para creer!.

Chomin, si te pones, dímelo. Así dejo un aparato en casa, que luego voy perdiendo todos por el camino...


P'arriba, p'abajo, hasta que llegamos al corazón del castañar, todo alfombrado de hojas de modo que no se veía si pisábamos piedras, ramas o qué. En las zonas rápidas, era una lotería.

Y la lotería le tocó a Jorge, que salió volando de lado a lado del camino y realizando un aterrizaje perfecto que no capté con la cámara. ¡Eligió el único momento en el que yo no iba cerrando el grupo!.


Esta vez sí que pasamos a saludar brevemente al Abuelo del castañar.


Y aquí los nietos, tan chulos ellos. La foto no hace justicia a los colores con que nos regala los ojos Madre Naturaleza.


Abandonamos el aparcamiento en el que nos habíamos detenido a tomar un piscolabis por la senda de San Gregorio (¿no?) y descendemos enfilando el "tubo" por el que salimos de la Garganta de la Yedra. Pasamos el puentecillo y giramos a la derecha para tomar la pista de vuelta cuando vemos que, por la otra vertiente, más al este, se ve una pista a media ladera. ¡¡Para qué queremos más!!. En cinco minutos habíamos descendido hasta atravesar el río y buscar la senda que, dicho sea de paso, encontramos sin dificultad.

Pero había que superar una cuestaza que casí-casi supera sin bajarse Rinoceronte (Rocinante=Bici-Rota, que por todos estos nombre se le conoce).


Y bonita-bonita travesía inédita, que al final desciende hasta el río por una senda poco transitada y bastante empinada (senda sherpa, 150 m de desnivel en un pis-pas). Muy recomendable y repetible el año próximo. Buscadla en el track que cuelgo, merece la pena. Es nuestra contribución a las rutas de la zona, ya que en ningún sitio la hemos visto (Wikiloc y similares, s.e.u.o.).


Contentos y respetados por la lluvia, apuntamos hacia el inicio de la ruta para cerrar el bucle que habíamos iniciado unas tres horas y pico antes. Aunque Chomin insistía e insistía en volver por asfalto (ya sabéis como se pone) le convencimos para bordear la carretera por senderillos de sube y baja que pusieron un poco de sal (un poco más) a la etapa.

¡Dos sherpas-Chomin en una misma foto!

Cervezas, pinchos y bocatas para rematar una etapa en la que echamos de menos algunos cánticos y a los sherpas ausentes.

Unas etapa que hay que repetir, con los pertinentes añadidos y alternativas imprevistas que nos caracterizan. Os lo habríais pasado de rechupete, sherpas ausentes, seguro. Creo que Jorge (saludos, Jorge) disfrutó tanto como nosotros del trazado de la etapa, de algo más de 40 km y 1200 de desnivel.

Y el año que viene seguro que coincidimos con nuestros amigos de Ávila. Mientras tanto, cuando queráis pasaros por Segovia, y os damos una vuelta para mostraros nuestros "dominios".

El vídeo, mañana o pasado, que hay mucho material.


Y por fin, el vídeo. Pero no el que mató a la estrella de la radio, sino el otro:



Y, si pinchas aquí, tienes el vídeo de la bajada inédita ¡a velocidad real! (sin trucar ni ná).

P.D. tardía: Puesto en contacto Jorge con este sherpa, me comenta que intentó subir un comentario, pero que no le funcionó el asunto. Un poco tarde, pero lo remedio copiando el texto que el mismo Jorge me envía:
Regreso a casa después de un largo (sobre todo largo) día de trabajo, ya cansado, y me encuentro con esta magnífica crónica y lo único que consigue es que tenga ganas de volver a salir en bici ahora mismo, ya. Y de no perderme las siguientes exploraciones sherpas, por supuesto.
Lo de la caía... como diría mi primo el gordo, son gases del oficio. Una contusionceja de nada en el pie, no moriré (aún).

Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.