sábado, 14 de enero de 2012

La fuente de la Caña

Pasada ya más de una semana que la hice, cuelgo la entrada de la excursión que hice en solitario en busca de la fuente de la Caña, propuesta por nuestra amiga Toñi. Para despedir las vacaciones de Navidad y con bastante cuidadín a causa de la famosa piedra y de la fisura del costillar, me puse a dar pedales en una mañana bastante brumosa.


Al llegar a la venta de San Isidro, algo me decía que bebiera TriNaranjus. ¿Os habéis detenido a pensar en el nombrecito?



Llegando a Robledo, la niebla se levantó en menos de 5 minutos, dejando un espectacular cielo raso con un sol resplandeciente, pero que no quitaba para que hiciera más frío que alicatandio un iglú. El famoso Cristo del Llano Amarillo tenía la carne de gallina.


Por estas fotos veréis que subí por el aserradero de Valsaín y de ahí a la pista que lleva al Juego de Bolos. Me acerqué a la entrada de la cacera del Puerco, pero los barros me echaron para atrás.



Pero el Juego de Bolos también estaba de pena. Supongo que alguien pasará la escoba por aquí, que esta vez no hemos sido los gamberros de las bicis los que hemos hecho esto.


En Peñas Lisas, poco después del embalsín de Valdeclemente (fuente del Zorrillo), todavía quedaban hielos. Hielos que eran espectaculares solo unos días antes, cuando pasó por ahí Carlos, el sherpa de Huelva.




Pinchad, pinchad para ver cómo estaba el camino-arrastradero que baja desde Peña Citores. Menos mal que el bosque está cuidado y que pasado un tiempo estos estriopicios no dejan ni rastro. Hablo en serio. Lo que me fastidia es que se oye mucho por ahí que las bicis erosionamos.

Panorámica
Fresquito si que iba, pero contento también. No me crucé con nadie, así que como no había peligro de traumatizar ni asustar a nadie, me puse a canturrear una selecta selección de clásicos del pop.

Así, casi sin darme cuenta, llegué hasta la fuente de Majarrompe, donde me dí un pequeño homenaje de dulces navideños y fruta fresquita.


Si os fijáis, veréis las ruinas de Casarás. Y si ampliáis la foto un poco más, a la derecha, una chica en top-less.

O es mi imaginación.


Como iba solo, me puse a hacer fotos hasta acabar el carrete de 36, que siempre da para 39 o 40 si se engancha con cuidado.

Panorámica
El tejo, con colores diferentes a cuando lo descubrí en verano.


Más fotos. Si yo creo que ya llevo casi 50 o así... Esto no se acaba.




Como lo bueno no puede durar para siempre, me volví a abrigar bien abrigado porque había que descender un poco hasta el cruce que me llevaría de subida a Cotos, ya sabéis, por el Camino Viejo del Paular. A la altura del arroyo de Peña Cabra, fotogrsfié unos restos de los trabajos forestales. A 15 céntimos el kilo, me habría hecho de oro, pero os aseguro que no había quién lo moviera ni un centímetro. Descartada la idea de echarlo a la camel.


En la relativamente relajada subida, de vez en vez se veía la blancura cegadora de la Bola del Mundo. Mala pinta tenía la cosa, ya que en un principio mi idea era subir por el Noruego.


Los primeros restos de nieve estaban justo en el final de la subida, unos metros antes de llegar a Cotos.


Pero echando la vista atrás se ve que aunque hubiera poca nieve, el asunto no había sido del todo fácil, pues el barro lo llenaba todo. No hay ni que decir que llevaba varios kilómetros sin cantar. No por falta de repertorio, sino de aire.


Al llegar a la fuente de Bernaldo de Quirós, lo primero que ví fue la mala pinta de la primera cuesta que tendría que subir para acercarme a la loma del Noruego. Unos chavales se estaban tirando entrineo, y sonaba a hielo puro.

Plan A descartado.




Antes de reanudar el camino, veo que el gepesedelasnarices se ha quedado sin pilas, y las que llevo de repuesto -maldito Murphy- están descargadas. Me decidí, entonces, a aburrirme un rato por asfalto hasta Navacerrada. Le dí un poco de alegría a la pedalada, que es zona de umbría y se me congelaban las meninges. Fotito a la fuente (vaya vicio que tengo). Como no he encontrado el nombre por ningún lugar, la llamo fuente de Majabarca, ya que es aquí donde nace un arroyo que lleva tal nombre.


En Navacerrada había cien millones de coches y 10 metros esquiables. Había 4 esquiando. No ví dónde se había metido la gente. El caso es que paré un momento a comprar pilas porque no me quería perder (que soy sherpa y voy solito) y, sobre todo, quería tener grabado el camino hasta la fuente de la Caña, que no lo tenía demasiado claro.


Con cuatro leuros menos en la camel y dos pilas nuevecitas para compensar el peso, tomé el hormigón toparriba, saludando de cuando en cuando a felices andarines con los que me cruzaba en esta mañana que se había quedado entre buena y muy buena.



No creáis que paraba para descansar, que el viento soplaba de una manera tremebunda y no había quién estuviera quieto. Todo era por hacer unas fotitos de las espectacurales vistas que propiciaba el limpísimo aire que había.

Panorámica a 1990 m, en una de las primeras curvas de la pista a la Bola.

Tres horas y media después, ya a 2040 m.
A 2060, bastante lejos aún del alto de las Guarramillas, tomo un senderín que desciende hacia la derecha. Paro un instante a pesar de las inaguantables rachas de viento helado: El embaldse de Navacerrada y más al fondo, el pantano de Valmayor. Eso si mi instinto de orientación sherpa no me engaña, que tó es pó.


De la pareja de andarines, la chica me pregunta que si pienso bajar por este camino. Cuando la respondo que sí, me dice responde torciendo el gesto que, en ese caso, "lo harás andando, ¿no?". Ofendido en lo más íntimo, me dispongo acontinuar p'abajo. Pienso que habrá que poner una pegatina más grande de el Sherpa Loco en la bici, que esto de que no nos reconozcan... Espero que esta pareja no se cruzara unos días más tarde con los kamorka dando brincos bajando la sierra del Quintanar.


Aquí pongo un gráfico en el que se ve la curva desde la que tomé el sendero, el collado hasta el que en estos momentos del relato estoy bajando, y la cuesta que conduce hasta la fuente. Tengo que reconocer que bajarla, la bajé a tramos, pero la subida... esa es ya otra historia, quediría el gran Moustache de Irma la dulce.


Panorámica del cordal de las Cabrillas
Panorámica desde el collado
En el collado, casi hay que buscar la senda que baja a la fuente. ¡Anda! Si ésta ya la hemos hecho cuando bajamos a la tubería. Si digo que hasta ahora no me había dado cuenta, Domingo me mata.

Panorámica. Ventisquero de la Estrada, barranco del Infierno...
Resulta que bajando por esta trialera del demonio, antes del primer giro a derechas hay un cartel que indica la situación de la fuente unos metros más adelante. Lo que pasa es que bajando por aquí el sherpa va a otras cosas, y yo nunca lo había visto.


¡'Fectivamente! Si sigues un poco, como si te hubieran fallado los frenos, aparece ante nosotros evidente y rotunda la fuente de la Caña. Agua rica y fresquita, muy fresquita. Foto que va para el archivo sherpa y waypoint para el Mapsource. ¡Vaya sitio! ¡¡¡Si no fuera porque el satélite de GoogleEarth está por ahí arriba...!!!



Después del trago noto que algo se remueve en mi interior. Movimientos geológicos intestinos (interiores) me anuncian, sin yo saberlo, una semana de cólicos malignos previos a la expulsión definitiva ¡¡¡Ufff!!!


Y ahora hay que subir eso: 300 metros de burra a cuestas. Pero sarna con gusto no pica. Y a buen entendedor, pocas palabras bastan. Y no por mucho madrugar, amanece más temprano. (Toicomunachota)


Ya en el collado miro para arriba. Habrá que intentarlo.


¡...O no!, que diría Mariano. A la izquierda arranca un PR que había visto al subir; parece que discurre horizontal y que me viene al pelo para volver al puerto. Para otra vez, ya sé que desde Navacerrada se puede ir al collado de las Cabrllas por esta comodísima vía. Para algún día que estemos perezosos. Apunto.


Desde el puerto, bajo un rato por la carretera pero no tardo en sentir la llamada de lo salvaje. Me meto por la primera puerta que veo a la izquierda, una que hay a 1565 m. Luego, en el mapa, veo que es donde desemboca la Maravillas. En lugar de subir, bajo por el bosque puro y duro, que en poco trecho se convierte en duro a secas. Paro para pensármelo un rato y hago una foto. Ya que estamos aquí... tiraremos. Y que sea lo que Dios quiera.


Y lo que quiso fue que me diera un culetazo y que me enganchara en mil pinochos pequeños, flexibles y traidores, para salir al fin a la pista que remonta el Minguete, la que hay por encima de la del Periódico. Eso lo sé ahora, pero en esos momentos yo pedaleaba contento y despreocupado, que a algún sitio conocido saldría, ¡seguro! Además, me propuse aumentar la diversión no mirando en absoluto al gepese. Que otro que no sea sherpa y que se sitúe fácilmente, carece de esta posibilidad de diversión. ¡Alguna ventaja tenía que tener esto de tener la brújula estropeada!

¡Andatú, si éste es el mismísimo puente del Minguete en persona!


"Pues ya que estoy aquí, me subo el Mortirolo un poquito, que me lo pide el cuerpo". Lo que no sabía yo era que el cuerpo me estaba avisando que en 24 horas me iba a repetir el cólico de las narices. Y mientras me daba al día siguiente, yo pensaba en que si me hubiera pillado en plena etapa... ¡¡NO QUIERO NI PENSARLO!!


El caso es que me libré por unas horas. Después de la fuente de la Reina (no había nadie, para variar) el suelo estaba helado, en la zona esa que siempre conserva más la nieve y el hielo, ya sabéis.


Al tomar el Camino de Santiago, un corzo cruzó con un majestuoso brinco toda la anchura de la pista, monte arriba. Le grité para que lo repitiera mientras sacaba la cámara, pero o no me oyó, o no me hizo caso.



Un pelín antes de este charco-espejo, me crucé con el único ciclista del día: David kamorka.


Fotos en los troncos de la Cruz de la Gallega, que yendo solo, paro donde me da la gana. Tan bonita estaba la tarde que no me centraba nada más que en mirar a mi alrededor, a veces haciendo bucles con la bici, o rehaciendo el camino en algún tramo, como me paso en la cuesta de los Buitres.





La puerta de la fuente de San Pedro. En bastantes ocasiones nuestras narices sherpas se han detenido así, a 5 centímetros del poste.


Y camino de los Tanques, bucólico final para una etapa que salió bien maja y que pensaba que iba a ser la penúltima de las vacaciones. Sin embargo, ya sabéis, no pude salir el domingo. No puse nada en el blog, que no estaba yo en disposición de encender el ordeñador de las narices; ni siquiera estaba en disposición de mantenerme quieto en una silla.


Y nadie puso nada. Pero que lo sepa todo el mundo... los sherpas salieron. Desperdigados, pero salieron.

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Por cierto... ¿solo Ete ha pinchado el enlace del bonito vídeo de la columna de la derecha, algo escondidillo, por cierto? Como no decís nada...

Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.