lunes, 8 de diciembre de 2014

Están entre nosotros...

Sin dar nombres, que queda poco elegante, cuentan que cuatro hombres casados quedaron un domingo para salir con la bici. Después de una hora de pedaleo, se entabla la siguiente conversación:

"No tenéis ni idea de lo que tuve que hacer para poder salir con la bici... ¡Tuve que prometer a mi mujer que pintaría toda la casa el próximo fin de semana si me dejaba salir con la bici con vosotros!"

Otro dice:

"Eso no es nada. ¡Yo tuve que prometerle que llegaría pronto para encargarme de los niños y de la comida, que por la tarde haría los baños de casa y por la noche le haría un masaje de pies!"

Dice otro:

"Pero tíos, ¡os quejáis por nada! Yo tuve que decirle que le estaba preparando una sorpresa inolvidable y que remodelaría la cocina completa, incluyendo el cambio de todos los electrodomésticos." 

Y así, continúan pedaleando hasta que se dan cuenta de que el otro amigo estaba sonriendo y al ver que seguía sin decir nada, le preguntan:

"Oye, tú no has dicho nada acerca de lo que tuviste que prometer para poder venir... ¿Nos vas a decir que no tuviste que prometerle nada a la mujer?"

"Yo puse el despertador a las 6:00 h.... Y cuando sonó, me acerqué al oído de mi mujer y le  dije:

"¿Bici o polvete?" y ella me contestó:

"Abrígate bien..."

¡Verídico!


A lo nuetro: friérrima mañana de domingo. ¡Empezamos bien! Y eso que no era precisamente uno de los tramos más técnicos de la etapa de hoy. Sobre todo, teniendo en cuenta que... ¡estábamos parados!


A pesar de las señales y de los precedentes (ver etapa anterior) me dio por deafiar el peligro haciendo un montón de fotos a una mano en la salida de hoy, durante toda la salida. Ya os he contado lo complicado que resulta sacar y manipular la cámara con los guantes de invierno; por eso hoy me iba quedando rezagado constantemente: 120 fotos tienen la culpa. Pero es que hay que entrenar para no perder técnica, jeje.


Y aunque la nieve estaba perfecta para sherpear, las piedras, las raíces y los puentecillos estaban de lo más resbaladizo, había que ir con cien ojos.


Ya llevábamos un rato sherpeando cuando en el Eresma nos encontramos con este pino derribado que nos cortaba el paso. Y por mucho que lo intentamos, no lo pudimos apartar. Esta vez no.


Hasta Chomin se tuvo que bajar.


Aquí se ve mejor la magnitud del estropicio. Por debajo tampoco se podía pasar ya que estaba el alambre de la valla, ¡vaya!


Ahora entretenido pedalear por la izquierda del Eresma. Por cierto, que hoy no encontramos a nadie dándole a la bici por estos lares. La gente es muy rara, ¡se pierde la mejor época para pedalear!


Tampoco vimos a nadie tumbado en la Boca del Asno tomando el sol que, por cierto, también hizo (a ratos) acto de presencia hoy. ¡Y qué bien sentaban esos rayitos a la menoscérica temperatura que "disfrutamos" hoy! 


Esta foto me costó otro calentón hasta alcanzar al gupo. La diferencia es que hoy no me preocupaba demasiado perder su rastro, ya que las huellas en la nieve (no había más que las nuestras) me permitían ir tranquilo y relajado aunque los perdiese de vista.


Cambio de lado. La idea en estos momentos era subir a Cotos.

Por cierto... esa luz en el cielo ¿no os parece extraña, antinatural?¿?


Esa luz... Iba yo con la mosca detrás de la oreja. Y mis sospechas se acrecentaron cuando en la fuente de la Cantina, antes de tomar el sendero de subida hacia Cotos, unas extrañas circunferencias aparecieron misteriosamente en la nieve. ¡Hummmmmm...!

Mira que lo pasó mal el Mel Gibson en la peli, ¿eh?
¿Veis cómo son los sherpas? Cada uno por su lado.Creo que lo hacen para que no sepa qué huellas seguir.


A estas alturas yo ya comenzaba a tener problemas con un gurruño de nieve que se me estaba acumulando en el puente que tiene el guardabarros que protege la  suspensión trasera, bloqueando la rueda trasera. Fallo de diseño de la Spe.


También observé que los cambios (los dos) respondían mal, parece que se entaba congelando la nieve que se acumulaba en ellos. Anoto más fallos de diseño, esta vez de shimano.


Y hablando de fallos de diseño, la m*** de las calas en las Celsius, que ya no me permitían engancharlas bien llegaba a poner un pie en tierra (en nieve). Lo mismo de todas las invernales temporadas. ¡Y mira que son calentitas las puñeteras botas, pero es queeeee...! David tenía el mismo problema.


Aquí Joaquín Rueda comenzó a tener problemas con la presión de la rueda trasera. Un poquito de aire, a ver si aguanta, que hace muy malo para ponerse a cambiar la cámara. (Aquí no digo nada sobre las cámaras, que es lo único que hace falta para que me falle el tubeless en la siguiente salida)


Un poquito más arriba los volvimos a ver:


Esos círculos inexplicables, ese impenetrable campo de fuerza, nos impidió continuar hacia Cotos (estaban en el mismísimo desvío) que bien sabe Dios que era nuestro propósito.


Pablo, preocupado, llamando a la NASA.


La preocupación se refleja en el rostro de los sherpas. ¿O será el frío?


A estas alturas ya sabía yo que el problema con los cambios (iba fijo en el plato mediano y piñón grande, imposible cambiar) era culpa de los alienígenas confabulados contra los sherpas. Ya comenzaba a explicarme aquella extraña caída de Domingo al principio de la etapa: un rayo intergaláctico de Raticulín.

Me with the molinillo
La opción B: bajar por Majarrompe hacia el sendero de la fuente de la Charca de la Rana, sorteando cienes de peligros.


Ya era hora de parar a tomar un pequeño refrigerio (¡caramba, qué palabra tan bien traída!)


Momento chiste. Hoy, como no nos cantó nada, para compensarnos, el sherpa-Sherpa nos contó el chiste de las tetinas y los preservativos.


Unas risas después, el denso bosque nos esperaba.

Taba bonito er jodío...
Hala, toos p'abajo. Yo no podía hacer extraños ni arriesgar, con mis costillitas doloridas, así que me puse detrás de J.R. dispuesto a lo que fuera.


Y lo que fue, fue otro nuevo y traidor rayo de Raticulín (¿necesitáis más pruebas, descreídos lectores?). Así es como quedó el pobre Joaquín tirado en el arroyo, como una versión de sherpa- homeless.


Algo debió de afectar el rayo a la bici, porque aún tuvimos que parar unas cuantas veces a dar aire a la rueda trasera famosa. Ahí veis al sufrido Joaquín, inflando entre los pinos.


Yo, ya fuera por las calas, por las costillas o por las fotos, continuaba a la cola (pero mucho) del pelotón. Menos mal que la sherpería, siempre solidaria, nos esperaba pacientemente.


Incluso llegué a ponerme por delante para hacer alguna foto.





Y aquí volvía a ponerme en mi lugar natural. Lo malo, que la foto no quedó como yo quería. Aún así, me costó unos minutos de retraso. Para ya estoy acostumbrado ¿no?


Termino con más pruebas irrefuteibols de la intervención alienígena: el freno suelto en la bici de sh-Sherpa. Por cierto, parece que le aguanta bien la reparación del tirante que se le partió en el Chozo. Tampoco ha dicho nada de bicis eléctricas ni similares, buena noticia.


Como veis, Domingo ya no sale en las fotos. La única explicación plausible es la abducción. Por cierto, que no es la primera vez que nos lo abducen delante de nuestras propias narices. Ahora está... ahora no está.

Y no podía faltar que los raticulienses o raticulianos (que no sé cómo les gusta que se les llame, tendré que preguntárselo a Carlos-Jesús) fijaran su punto de mira (¡literalmente!) en un servidor. El ataque se produjo justo al pasar el puentecillo que hay antes de la puerta de Cossíos, donde fui derribado con estrepitoso aparataje de rayos y centellas. En el flanco se puede apreciar la marca del malvado rayo intergaláctico que, un poco más, y me deja en el sitio.


Casi sanos y bastante salvos llegamos, vía huertas de los judiones, al carril bici. Ya todos relajados de las aventurillas del día, propuse unas cervezas para pasar con unos buenos tragos los pasados malos tragos, la sherpería entera se excusó: no sé qué balbucearon acerca de pintar la casa, hacer los baños y no sé qué de un masaje en los pies...


Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.