miércoles, 7 de enero de 2015

El palito más corto

Iba a basar esta entrada en tres ejes. En primer lugar, tenía pensado comenzar con un pensamiento deportivo cuyo autor es un personaje que, así de primeras, pudiera pensarse de él que no es un paradigma en lo que se refiere a estos asuntos, aunque le hayamos visto practicando todo tipo de deportes (ha sido, incluso, astronauta):
JANET RENO- ¡Póngase en pie el acusado!
HOMER SIMPSON (pensando para sí)- ¡La cantidad de ejercicio que habré realizado a costa de estas palabras!
(Hala, inspiradme; mandadme más de estos pensamientos o reflexiones para rellenar un poco los huecos que hay entre las fotos).

El segundo tema iba a ser el esqueleto de la entrada: el hielo que había en el bosque, que convirtió en muy peligrosos a los caminos clásicos del ciclismo de montaña de este lado de la sierra.

Y el tercero, noticia de última hora, la despedida temporal de los ruedos del sherpa-Sherpa, debido a unos quehaceres domésticos que le van a hacer estar currando durante los cuatro próximos fines de semana y que, de paso, le harán perder la forma que con tanta dedicación y goterones de sudor había conquistado. Gracias a Dios, no hay mal que por bien no venga, podremos comenzar las etapas a un ritmo menos infernal del que nos marcaba el querido cuñao en los últimos tiempos.

Y digo que lo iba a hacer, ¡porque no puedo hacer esta entrada! No es mía, no señor. Yo pongo las fotos, pero el texto, reitero, no es de mi incumbencia.

Porque, paso a explicarlo, resulta que en la Fuenfría se realizó el pasado domingo un sorteo (palito más corto) en el que el perdedor debería hacer el texto de esta entrada. En él resultó "agraciado" Joaquín Rueda, que sintiéndose incapaz y abrumado por la responsabilidad, hizo un trato con su tocayo Ete, a saber: Él (J.R.) bajaría por el Carril del Gallo a cambio de que la entrada la hiciera el otro "él" (Ete).

El momento exacto del trato referido. Conste aquí.
Al final los Kamorka nos convencieron de que era imposible (o casi) bajar por el Gallo, pero J.R. nos acompañó durante el resto de la etapa, como un campeón, por las veredas, cuestas y trialerillas buenas de la Acebeda.

Y aquí abajo están las fotos editadas, colocadas y ditribuidas desde la mismísima tarde del domingo. Entre foto y foto está el texto que me ha enviado Ete:

------------------ oOo ------------------


Aquí no ha puesto nada nada.


Nada.


Nada.


Nada.


Nada.


Tampoco.


Nada.


Nada.


Nada.


Nada.


Nada.


Nada.


Nada. Y mira que podría haber hablado del nuevo piñonazo de Sherpol, ¡pero nada!


Tampoco.


Nada de nada.


Nada.


Nada tampoco.


Aquí no ha puesto nada.


Nada.


Cero.


Mira lo que habría dado de sí esta foto para comentar...


Tampoco.


Mariconá de foto, pero sin comentario alguno.


Nada de nada.


¡Conchos, Enriquet!


0 (cero).


Más nada.


-


Nasti...


...de...


...plasti.


(...)


Nada.


Así nos encontramos a Chomin. Llevaba ahí toda la mañana. Pero no lo puedo comentar, que no es mi entrada.



La próxima vez tendré que hacer yo la entrada... ¡Ete, te has quedado sin mi parte del sueldo de esta semana!


Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.