domingo, 21 de junio de 2009

El Grito de Wilhelm

"¡Vilmaaaaa, ábreme la puertaaaa!", gritaba Pedro Picapiedra en nuestra infancia. Tarzán también alardeaba de potente voz con su desaforado grito en las tardes en blanco y negro de los sábados después de comer. El de Munch es el más conocido de la Historia del Arte. Pero para los cinéfilos, el grito más famoso es el grito de Wilhelm. Podéis buscarlo en la Wikipedia, o ver recopilaciones en el YouTube, por ejemplo. No os pongo enlaces, entreteneos vosotros.

Si lo escucháis, podréis haceros una idea de lo surrealista y desconcertante que resultó, en pleno descenso de una trialera, oír el famoso grito en medio del bosque. Me tacharéis de exagerado, pero no es una hipérbole. Es por esto por lo que dejo a los protagonistas más inmediatos de esta historia, que la cuenten con pelos y señales en los comentarios... Os paso la pelota, sherpas. ¿Exagero?.
  • Todas las fotos de la etapa aquí.
La etapa empezaba temprano, para lo que son los parámetros sherpas. Por problemas con el horario de vuelta, no podíamos hacer la etapa propuesta de las trialeras de Madrid, pero las que haríamos no desmerecen en absoluto a aquellas. En el carril bici charlábamos acerca de que parece que el Nevero de San Juan, aunque ya sea una mancha mínima, sí que va a aguantar este año hasta el día 24. Y no mucho más.

En Parque Robledo nos juntamos todos y tomamos, después de un quiebro ya no tan inesperado, el Llano Amarillo. Senda a la barrera del cementerio de Valsaín y pista. Hasta la Fuenfría subimos por lo fácil, pero nosotros mismos hicimos la subida dura: tirones, acelerones... hasta los ***nes. ¡Qué diferencia a la subida de la semana anterior!.

Arriba, en la Fuenfría, había romería y no nos habíamos enterado. Huímos rápidamente y tomamos -a "propuesta" de sh-X- el Schmidt. No le gustó demasiado al sh-Sh. Mediado el camino, empieza la bueno. Nos desviamos a Navalaviento, por una trialera importante que, a estas alturas, ya estaba bastante suelta. Trepidación escala 8.
Alguno es tan veloz que se me escapa de cuadro (obsérvese la posición).
Ahí baja sh-Sh, que es el único que espera a que termine de hacer fotos. ¡Qué esclavo es esto de ser freelance! Y luego nadie me las compra. Además, me doy cuenta de que no me hago ninguna bajada del tirón.
Pasada la pradera de Navalaviento (no sé cómo se llama la elevación ¿Navalaviento también?)) paramos encandilados por las vistas: la Bola, la Pinareja, Casarás entre los pinos... ¡alucinante, mágico lugar!. Abajo, el sh-Kala en su papel de Eslabón Perdido.
Sherpa-Pequeñín trata de convencer a Xomin de la ruta de escape. Éste asiente, dice que sí, que vale, que bueno, pero que tiene un camino de bajada mucho mejor.
Aquí mi burra recuperando el resuello entre los piornos y las rocas. Guadarrama en estado puro.
Y en efecto, reanudamos la marcha por un sendero bien marcado, asfaltado, tres carriles de ancho y con peaje en la salida... como se puede ver en la foto.Tengo que decir que este tipo de escapes me encantan, creo que para esto se han hecho estas bicis y, ya que podemos, tenemos que disfrutarlo, pero ¡coño, Domingo!¡reconoce que no había senda ni nada que se le pareciera! Al final salimos a una especie de torrentera o qué sé yo qué era eso.
Y desembocamos -como había predicho sh-Xomin, y no podía ser de otra manera- en Navalazor. Más vistas impresionantes, que hacen que merezca la pena, con mucho, el esfuerzo realizado.
El Valle del Eresma. En las fotos de la etapa, a resolución total, se puede admirar el paisaje que se muestra desde este mirador privilegiado de la sierra.
El Sherpa-Team, con un look un tanto Expediente-X.
Y hacia la Cuesta del Periódico, topónimo acuñado hace varios años cuando, creo que fue Domingo (ahora conocido como sh-X) pasó veloz y "descelebrado" por encima del periódico de un pacífico andarín que, tumbado en las rocas de la referida cuesta o trialera, disfrutaba con su lectura una mañana de verano del siglo pasado. ¡Éste sí que tenía razones suficientes para haber gritado!

La foto está hecha instantes antes de producirse el surrealista incidente que apunto al principio de esta crónica.
Muy poco más: Tomamos la senda de la derecha de la CL-601, opción divertida y diferente. Otra vez, Xomin hizo sus abluciones en el río, empieza a ser tradición. Rito sherpa.
Camino de las Pesquerías, un poco asquerosito por la cantidad de escalones medidos especialmente para que se atranquen las dos ruedas de la bici.
Y para terminar la etapa, reposición de fuerzas consistente el cerveza y más cerveza en Parque Robledo. Lo malo es que luego hay que volver en bici, y el carril bici se mueve un poco.

Pero con las risas, no se nota.

Espero comentarios, sherpas perezosos e indolentes.

¡Ah! E.F.D.M.E.C; S.V.A.C.

Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.