lunes, 18 de julio de 2016

Sendas difusas

¡Ay, amigos! Cuando un sherpa te diga que va a ir por sendas "divertidas", ponte en lo peor. Pero si es Domingo el que en un momento dado, así, entre sherpas, te dice que vamos a ir por sendas algo "difusas", el eufemismo se carga de un significado endemoniado.

La etapa de este domingo discurrió por lugares habituales, de los que todo el mundo que monta en bici por estos andurriales conoce. Lo bueno del asunto, como casi siempre, es la manera de conectarlos: despreciando el camino directo y obvio.

Por ejemplo, llegando a la fuente de la Plata, Domingo nos preguntó si nos apetecía subir por la senda de los Guindos, a lo que yo respondí con un contundente NO que se escuchó en media sierra. Dicho y hecho: ¡senda de los Guindos pa'rriba!



La senda de los Guindos no es una senda que podamos calificar de difusa, pero sí brusca, por utilizar un término que la pueda definir. Nos deja en la mismísima fuente del Chotete después de un par de cuestas casi al límite de lo ciclable.


Y en la parte final, justo antes de desembocar en la fuente, ya hay que utilizar obligatoriamente la socorrida técnica del empuja-bike, bien conocida por los sherpas. Gracias a que la verdura del paisaje mitiga un poco el sufrimiento, porque ya a estas tempranas horas estamos chorreando de sudor.


Sin querer pensar en que nos quedan más de cuatro horas de diversión relativa, superamos la cuesta que sube por la derecha de Dos Cabañas echando pie en los quince metros malos, esta vez no hemos tenido suerte (o fuerza, o habilidad). Desde el Salto del Corzo subimos por el clásico del Raso del Pino sin decir palabra, cabeza pa'bajo, concentrados. Será que no se nos ocurre ninguna tontería. Este sería el momento en el que el sherpa-Sherpa tendría que haber rellenado el silencio con algún cántico de los suyos. Pero hoy no nos quiso premiar con su presencia, tampoco David, Boli... Hoy éramos sólo cuatro sherpas.


El Pino-elefante. Se está poniendo moreno estos días.


Pin-pan, pin-pan... Lo que tiene esto de ir reconcentrados y ensimismados, es que llegas a las alfombras previas al Chozo casi sin darte cuenta. ¡Caaaaasi!


¿Veis? Tan ensimismados, que nos pasamos del chozo y paramos algo más arriba, casi donde manan las aguas que riegan la majada. A estas alturas de verano la pradera todavía mantiene su jugosidad. Delicioso lugar, reconpensa merecida por el sudor derramado, ¡uf!


En el Chozo había, en contra de lo previsto, más vacas que personas. La gente debe de estar en Benidorm. Mejor.


¡Qué bien se está aquí! Enrique ni se quita las zapatillas. Va a llevar el frescor en los pies ya el resto de la mañana.


La foto ilustra dos modos de beber: el humano y el sherpa.


Por mi parte, yo me quito las zapatillas, pero no aguanto más de un par de minutos de lo fresquita que está el agua. Ignoran las vacas que están bebiendo de este agua unos metros más abajo que están a punto de sufrir horrendos desarreglos intestinales.


Entretanto, el lugar se va poblando. Entre otros, llegan unos cuantos componentes de los Segovia Mountain Bike que se han dejado las bicis en casa. Vienen de las alturas, de darse una buena y bonita vuelta, lo que el vulgo llamaría una buena paliza, que premian sabiamente con viandas varias y vino fresquito. Aquí nos viene a la cabeza Markitos, que es el que carga con los melones, sandías y chorizos y hace de nosotros la envidia de los demás grupos beteteros que no tienen quién (les suba el refrigerio).


Nogales nos enseña a Domingo y a mí un geocaché que hay oculto en los alrededores. Si alguno tenéis curiosidad por el tema, https://www.geocaching.com/. Echamos un ojo y dejamos todo como está, en un tupper oculto bajo unas rocas.


¡Y un Richi!, que ha llegado hasta aquí arriba persiguiendo a su perro, jeje. Nos dice que está empezando a montar en bici... por enésima vez. Por lo pronto, correr sí que corre.


Después de descansar más tiempo del previsto, por fin montamos en la bici para salir por uno de los lugares que más me gustan para bajar desde el Chozo.


El camino está escondido. Bueno, estaría escondido si hubiese camino. En este caso ya podemos hablar con propiedad de "senda difusa".


Se trata de encontrar en una zona densa de pinos bajos seguir el recorrido de un tributario del Peñalara. Ya lo dijo el poeta: Sherpa, no hay camino...


El bosque está sucio y hay que ir con mil ojos para no engancharte el casco con una rama, o clavártela en el costado, o que se te meta entre los radios... Si nos separamos más de quince metros uno de otro, ya no nos vemos. De vez en cuando nos vamos dando voces para asegurarnos de que estamos todos y de que seguimos por el "camino". Las tollas también son una dificultad a considerar. Durante una parte del descenso nos tenemos que separar del arroyo porque las ruedas se quedan clavadas. Enseguida lo retomamos, que es él el que nos guía.


Bueno, el arroyo nos guía y Chomin también.


Reagrupamiento antes de tomar el desvío a la izquierda, en dirección, más adelante, a la pista de la Majada Hambrienta. Atrás, Joaquín trata de mantener en perfectas condiciones sus neumáticos a costa de la suela de sus zapatillas.


¡Uf, cómo han dejado esto! Antes era un senderete de un palmo de ancho. Es un reto mantenerse encima de la bici por aquí.


Y más reto es cuando nos desviamos para ir por encima del mismísimo cauce de otro de los arroyos. Hacía tiempo que no circulábamos por aquí. Me gusta, terreno para la Tracer, que se comporta como una jabata.


Después de mil alardes equilibristas, salimos a la pista de la Majada Hambrienta, donde nos encontramos que las bicis(!) han arrasado todo.


Aquí llegados, J. R. dice que ya tiene bastante y que se baja por su cuenta. Las engañifas sherpas le convencen de que nos siga un ratín más, que vamos a bajar por lo fácil. En contra de todos los pronósticos, nos cree. ¿Acaso no sabe que los sherpas siempre recurren a lo que se llama "la opción de bajada de plato pequeño"? Sí, creo que sí que lo sabe y que se deja engañar adrede.


¡Este senderete cómo me gusta! Nos desviamos para tomarlo en dirección a este cruce del arroyo de las Quebradas, aún a 1700 m de altura.


Tras cruzar el arroyo, desembocamos en la pista. Y, de nuevo, volvemos a despreciarla para desviarnos justo en esta tubería (nueva para nosotros) que, a falta de mejor nombre bautizamos como "fuente del Macho Cabrío Homosexual". La razón de tan sonoro nombre queda para otro momento, que requeriría prolija y revirada explicación. Piense el elctor lo que quiera.


¡Cacho de pedazo de tubarraco! Habrá bajado el precio del PVC, digo yo. Ya habíamos cogido agua de la fuente de Majada Hambrienta, antes llamada del Tío Levita. Llevo fresquita aún el agua de la camel, pero ya empezaba a escasear, que llevo toda la mañana rechupeteando. ¡Qué calor!


Aquí J.R. finalmente se escabulle, que dice que no le da tiempo a tomar unas cañas. Enlazamos senda tras senda para pasar el arroyo de Navalasviudas por otro tramo difusísimo hasta los corrales de la Espera del Rey. Aquí, para abajo a todo lo que nos dan las bicis, que el terreno está chulo. Cruzamos el asfalto para tomar la senda de la Ventana (Km 5), que está divertida al principio y luego más. Las lluvias la han dejado salvaje en la parte más baja. Nos tomamos un respiro en el Pino Bota. Está todo de una verdura exuberante. Tanto, que la fuente que está un poco más arriba ni se ve. Parece la selva amazónica.


Más bajada, más diversión.


Después de algún pequeño arrastrón sin importancia, desembocamos en los Praderones Altos. Luego, sendas hasta Valsaín. Descubrimos al grupo kamelio reponiendo fuerzas en el césped y a la sombra. Tienen mérito estas chicas: si hacemos esto los sherpas, seguro que ya no nos levantamos y tenemos que llamar a que nos recojan.


Última foto de la ruta: Chomin no tiene el detalle de caerse al cruzar el Eresma a la altura de las Pasaderas.


Ya fuera de ruta, nos encontramos con la sorpresa de la jornada. ¡J.R. nos ha dejado pagadas las cervezas!  En la foto los sherpas brindan a la salud de Rueda, pero la cara que les he sacado tiene delito!!!


Mejor, mirad el vídeo-documento:


Cuando llegué a casa por la tarde, me enteré de la caída del Talusete (¡cagüen el lado oscuro! ¡flacas traidoras!), así que le dedico esta entrada para que la lea y se entretenga un rato.

Recupérate pronto Jorge. Los sherpas te esperan en el patio.


¡Ah! Para mí, la etapa no terminó con las cervezas. El último empujabike: Al llegar a casa me encontré con que en el bloque estaban de mudanza, así que tuve que subir con la bici a cuestas (el manillar cabe a duras penas en los giros) por la escalera y uno a uno los 6 pisos, 6.

Y no os acostumbréis.


Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.