viernes, 12 de marzo de 2010

Stoesincreíble


¡Que para el domingo dan solete! Es cierto que las temperaturas no van a ser para salir en monokini, pero menos da una piedra. Lo que no sé es qué hacer con las branquias que me han salido últimamente... Y las aletas, ¡que no me entran en las zapatillas!.

Buen día para que el sherpa-Kala nos presente a Remedios.

9'15 Azoguejo, 9'30 Kandilandia y 9'45 Parque Robledo, ¿no?.

domingo, 7 de marzo de 2010

Cañas y barro

Tengo que reconocer que el título no está bien puesto, porque cañas, lo que se dice cañas, no hubo, por raro que parezca. Y es que acabamos tan empapados, que lo único que nos apetecía era una ducha calentita y no parar en un bar. Pero puede que con este título ambiguo algún despistado caiga por este bloz buscando cultura, y encontrándose... ¡esto!. Todo sea por llegar a los dos millones en el contador, que en mi teclado no se ve ya el F5.

Lo cierto es que las cañas podrían ser los tres mil millones de palotes que había por el bosque, restos del pasado temporal. O la caña bien podría ser a la que volvimos, porque a la vuelta dimos pedales como descosidos. Con tanto barro y charcos, no recuerdo un metro de bajada fácil y placentera, pero -y dedico estas palabras a nuestro amigo Julián- ¡cómo disfrutamos sufriendo!.

Y como para cachondearse de nosotros, nos recibe el cartel de "está prohibido hacer todo tipo de fuego". ¡Pues hoy no pensábamos, ja-té-tú!. Además, pensamos, "todo tipo de fuego": fuego fatuo, fuego griego, fuego de San Telmo, Fuegos artificiales, fuego amigo, fuego cruzado... En fin, bobadas sherpas p'a distraernos mientras pedaleamos.

Parece que Domingo se lleva el cartel "puesto".

Las cuestas con el barro se hacían doblemente duras. En esta, por ejemplo, el sherpa-Sherpa veía sherpas-Ets por todos lados. Alucinaciones, mal de altura, falta de oxígeno.

Y como el día era propicio, calabobos constante que nos empapaba a la vez que nos dejaba herido el orgullo (¡calabobos!), decidimos no tomar el asfalto, sino seguir por el barro, que ya puestos...

La verdad es que las praderas por encima de Valsaín estaban preciosas. Pero era mejor ir por la hierba antes que por el camino porque, aunque lastraba, no salpicaba tanto. Las transmisiones a estas alturas ya se resentían y la cadena sonaba que daba gusto.

A esta puerta la había caído un pino encima y todavía no habían quitado, aunque ya lo hayan hecho con muchos. Pero la verdad es que hay labor para rato.

Aquí, un grupo de esforzados bikers que también pasó por el mismo sitio. No les volvimos a ver; o tomaron otro camino o, simplemente, se disolvieron con la lluvia cual azucarillos. Como no paró de caer agua en todo el día, me inclino por lo segundo. Una lástima, porque iban todos uniformados que daba gusto verles. ¡A ver si aprendemos, sherpas!.

Más adelante, sh-Ete que coge una perra tremenda con que quiere echarse una siesta. "¡Y quiero siesta, y quiero siesta!". Tan bruto se puso, que se la echó. Luego se levantó, fue corta.

Reponiendo fuerzas debajo de uno de los puentes del Eresma, que veintitantos km bajo la lluvia se notan. Cuando empezamos a notarnos destemplados, reiniciamos la marcha hacia el Mortirolo.

A mitad de la subida nos encontramos con nieve de la variedad "pestosa", que nos hacía la marcha lenta, torpe y sinuosa. Uno de los corredores de montaña que entrenan por estos lares nos dio una pasada que nos despeinó. (¡Huy, que no tendría que haber puesto esto!").

La Fuente de la Reina estaba triste y sola. Estuvimos poco rato y cuando iniciamos la bajada, Ete decidió dejarnos desamparados a los tres, que se bajaba por el asfalto, que no tenía ganas y que tenía celebración importante (felicidades, Satur). Intuía, además, que la Acebeda iba a estar llena de barros.

Se equivocó Ete. Tenía barros, palos, ramas, troncos, piedras, baches, charcos, rodadas de las máquinas y un sinfín de trampas mortales repartidas doquiera miráramos.

En una de ellas debí de caer, porque sin darme cuenta me vi en el suelo (ya sabrá el lector cómo son estas caídas). Como iba cerrando el grupo, los sherpas no se dieron ni cuenta -o eso quiero creer-, y si me llego a hacer algo, me encuentran en el próximo deshielo... ¡si es que deshiela alguna vez!.

No hay fotos de esa zona porque el barro en unas partes, y la nieve y la humedad en otras, ocupaban toda nuestra atención. Además, si paraba para hacer una foto, entre que me quitaba los guantes y sacaba la cámara de la bolsa de plástico en la que la había metido para que no se empapara, me pasaba ésto: los keibrons de los sherpas ya habían desaparecido. Al menos, dejaban las huellas y les podía seguir, que si tengo que orientarme yo solito en estos parajes... Ya sé que los hemos recorrido decenas de veces, ¡pero uno es sherpa de pura cepa, sin cruces!.

Bueno, alguna vez sí que pararon: a quitar ramas de los radios o de la cadena, o a limpiar de hielo o barro los pedales.

Hice esta foto bajando desde el Azud hacia Revenga, pero nada más. Aproveché un tramo relativamente "limpio". El resto del camino fue a tonto el último, que se notaban las ganas de una ducha calentita.
Es por eso por lo que, aunque habíamos quedado con Ete en el Ventorro a tomar unas cañas, no paramos nada más que para lavar un poco las burras y hacernos esta bonita y bella foto en el cuartel general sherpa. El perro es Topo, y no es sherpa, todavía.

Ya en casa, vi que tenía un mensaje de Ete: "No me esperéis, estoy empapado". ¡Lo que es la conexión extrasensorial sherpa!: Antes de recibirlo, ya habíamos decidido no esperarle.

Y continuaba lloviendo.


Luego pasará como en Macondo, que estas cosas son así:

"Un viernes a las dos de la tarde se alumbró el mundo con un sol bobo, bermejo y áspero como polvo de ladrillo, y casi tan fresco como el agua, y no volvió a llover en diez años".

Pero que nadie se queje, que va el sh-Sherpa y le corta los g...


Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.