miércoles, 12 de agosto de 2009

Bárdenas, Pirineos ("Esto mejora, esto mejooraaaa...!")

Este título requiere una explicación para los no iniciados: "Esto mejora, esto mejooraaaa...!" es lo que decía el sherpa-Kala cada vez que el camino se ponía chungo. La primera vez que lo dijo en el PR de salida del Ibón de Plan se oyó, a renglón seguido, el golpe de una caída. Su caída.

Para abrir boca, unas panorámicas...
  • Panorama de las Bárdenas, donde el calor no pudo con nosotros:
Panorama Bárdenas 1

  • Panorama del Ibón de Plan. Tiene monstruo, como el lago Ness:
Panorama Ibón

  • Panorama de la subida al lago Urdiceto (a partir de ahora, lago Unicejo):
Panorama subida Urdiceto Pifo

Pinchando en las fotos, entras en Flickr; si quieres las fotos en tamaño descomunal, pídemelas.

* * *

Pues la Selección Natural es lo que tiene: sólo 5 sherpas superamos las pruebas para realizar esta aventura y, animosos, nos pusimos en marcha un ya lejano 6 de agosto. Nos enfrentábamos a lo desconocido, mil vicisitudes nos esperaban y pruebas extremas harían que se endureciera más (aún) nuestro carácter y también nuestro pellejo.

Partía la expedición en una furgoneta-nodriza (2 sherpitas y bicis) y el Pedromóvil (3 sherpotas). Los peligros no se hicieron esperar: antes de llegar a Ayllón, un camión que venía en sentido contrario soltó su carga de prefabricados de hormigón justo delante del Pedromóvil; sólo la suerte hizo que ninguno nos golpeara... pero faltó poco. Repuestos del susto, continuamos felices nuestro viaje, hasta que nos llaman del Pichorradicas de Tudela, que no nos dan de comer, que los dueños están muy ricamente de vacaciones y que ya no abren hoy. Pos fale.

Hicimos la parada en Tarazona, donde comimos de lujo y nos enteramos un poquito más de qué es eso del Cipotegato. Personalmente pienso que es uno de los mejores usos que se le puede dar al tomate, solanácea prescindible.


Reemprendimos la marcha ahítos, pues el comer del sherpa no tiene medida. Ya cerca de Arguedas (Navarra) llamamos a la señora de la casa rural y nos dice que están en fiestas y que hay vaquillas. Tomáticamente, al sherpa-Periko se le encendió el rostro y le invadieron una suerte de espasmos incontrolables que hicieron que acelerara el Pedromóvil y que nos presentáramos en el alojamiento en menos que canta un gallo.

Hacía un bochorno insoportable y, para hacer tiempo, nos metimos en un bar del pueblo. Había muy poca gente por la calle, hasta que llegó la hora del encierro en "el estrecho", inicio del camino a la Ermita del Yugo. Las vacas bajan por una cuesta que rodea un montículo, y entran en la ciudad. Abajo vemos unos sherpas integrados (mimetizados) entre los aborígenes. Flexionado, culo en pompa, el sherpa-Pifo; algo más chulín y retador, el sherpa-Kala.

"¡Carambita, vecinito, qué miedo y qué peligro!", dirá el sorprendido y cándido lector. "¡Y una mierda!", respondo airado. El hado fatal nos guardaba lo peor. Y es que después de un rato largo de vaquillas, vimos que toda la población se movía hacia un lugar que resultó ser la plaza de toros del pueblo. Lugar abarrotado donde no se cabía. Los sherpas, inteligentes, observamos que por un puertecillo no pasaba nadie... ¡esta es la nuestra!. Total , que aparecimos en el callejón. Nos parecía extrano que no hubiera casi nadie el él. Sólo estaban unos chavales, (que resultaron ser los recortadores) y gente mayor que se agolpaba tras unos burladeros. Felices e ignorantes, esperamos el comienzo del festejo.

Abajo vemos banderillero, picador y monosabio, aún con la sonrisa puesta.


Sin sonar los clarines ni leches, que sale a la plaza un bicho de no menos de 400 kg (no fue el mayor de los 8 morlacos que salieron) y Periko, -entendido en el arte de Cúchares- poniendo un careto que no le había visto antes en la vida, sentencia: "¡Éste salta!".

¡Dicho y hecho!.


Bueno, puen en las casi dos horas que estuvimos allí, 7 de los 8 toros se saltaron la barrera una o más veces. Unos de ellos, llegó a dar un salto tan descomunal que entró en toriles ¡directamente! superando dos barreras. Otro, cayó con un estruendo tremendo a nuestro mismísimo lado... pa' contal-lo y no creel-lo.


Después de tantas emociones, cenamos algo en el pueblo, unas cervecitas y a dormir relativamente bien, pues la noche discurrió sin demasiado alboroto en la calle. Un detalle por parte de los arguedanos.

RUTA POR LA BÁRDENA BLANCA

El viernes amaneció soleado y con bastante viento. Nos desplazamos en coche hasta el Monumento al Pastor, a los pies del Castil de Tierra. Allí tuvo lugar la primera caída sel sherpa-Pifo, ¡en llano y cuando no habíamos empezado a pedalear!. Sucedía que su fiel "Espada" estaba rabiosa. Ese carácter de su montura nos proporcionaría grandes momentos en ésta y posteriores etapas.

Fotito para la historia sherpa, y a pedalear un poquito.
Y aunque estábamos en el desierto y era agosto, tuvimos que cruzar un tramo encharcado. Esto nos dió una idea de lo duro que se puede poner esto después de una tormenta o de un período de lluvias.


Creíamos que iba a ser una etapa con paisajes aburridos y monótonos. Sin embargo, a los pocos kilómetros hicimos un pequeño bucle que nos condujo hasta la estructura conocida como Castillo de Peñaflor, cuya silueta parecía insultarnos.

A lo largo de la ruta se sucedían los paisajes, que nos sorprendían por sus formas y colores. Por momentos parecía que estábamos en Atacama, en el Cañón del Colorado en pequeñito...
Bajadas...
...repechos...

Y el sherpa-Rocinante haciendo el cabra y pegando voces, como siempre.

Hubo un momento en el que aparecieron unos F-18 (supongo) haciendo espectaculares subidas en vertical, toneles y demás piruetas acompañadas de un ensordecedor ruido.

Pinchazos, risa, pérdidas del camino (¡había desaparecido!) y exploración de cañones inhóspitos... la mañana discurría entre risas y ya algo de sed. Es entonces cuando nos acercamos a la parte más esperada de la etapa.

Pequeña aproximación al Rallón, sin subirlo porque no estaba en el track previsto y, de repente, el paisaje cambia y se muestra ante nosotros un espectacular ejemplo de cárcavas. Nos hacemos una foto en una inestable plataforma, sin acercarnos demasiado al borde.

De vez en cuando oíamos un extraño "pi-pi...", que no sabíamos de dónde procedía.

Y ahí estaba, el "Paso de los Ciervos" o "Arista Bonita", una divertida y espectacular bajada para la bici de montaña.

No es difícil, pero tampoco fácil. No quiero ni pensar lo que sería una caída lateral en alguno de los pasos comprometidos. Así que nos dispusimos a bajarla con alguna que otra precaución, pero sin hacernos caquita ¡que semos sherpas!. La rodada central era algo peligrosa. Había un pequeño escalón al principio que convenía tomar desde atrás, y un par de curvas extrechas con caídas a los lados... pero muy factible. Además unas cuantas curvas estaban peraltadas y con montículos haciendo de pared protectora a ambos lados.

Sherpa-Periko bajando.

Y como nos gustó y queríamos bajar un poco más alegres, remontamos la cuesta para probar de nuevo. El último tramo de subida a pata, que resbalaba bastante, pero sí que se puede subir en bici.

Al final, bastante viento. Se nos hizo pesado, pero llegamos más o menos bien asesorados por Periko y Pifo, que nos enseñaron los rudimentos de las técnica de los abanicos. Y es que un sherpa tiene que saber de .

47 kilómetros sorprendentes, mucho más divertidos de lo esperado. Hay que volver con muchos más sherpas, que está a 3 horas de Segovia y es un sitio que merece la pena.

Como a sh-Periko le pareció poco, volvió en bici hasta Arguedas. 16 kilómetros que hizo casi más rápido que nosotros en los coches. ¡Vaya vicio que tiene!

NESSIE, EL MONSTRUO DEL IBÓN

Ya estábamos en el Pirineo oscense. Sol espléndido, calcetines limpios y las burras preparadas. Todos tan contentos, ¡ignorantes de lo que nos esperaba!.


Iniciamos la ruta por el Bal de Chistau desde Saravillo, donde habíamos instalado nuestro cuartel general. En principio la ruta tenía una subida documentada y cómoda. La bajada estaba en el aire... y ya veríamos, porque los Trasgu habían bajado por la misma subida, no habían tomado el GR por las lluvias de la noche anterior. Luego, nosotros, con tormenta la noche anterior tomamos, no el GR, sino el PR. Pero no adelantemos acontecimientos.

Ya en la subida, ("Vamos despacio, vamos despacio") se van los sherpas-descerebrados, -a partir de ahora sh-descelebraos- y atrás, en modo-diesel, tan contentos, sh-Pifo y el que escribe. Sherpa-Rocinante se da cuenta de su error, y se une al grupo de edad provecta.

Nos reagrupamos en el mirador de Lavasar (impresionante vista de Peña San Martín, Sin, Servato y Señés), desde donde llamamos a casa. Los de MoviStar no, que en todo el valle no tiene cobertura. Alguno se sintió feliz por esta circunstancia y estuvo desconectado del trabajo todo el fin de semana.

Reanudamos la subida. Muy uniforme, buena pista, demasiado buena y demasiado uniforme para mi gusto. Los de las flacas estaban más contentos. Había tramos que me recordaban a la primera parte entre pinos de la subida a nuestro querido Pasapán.

De repente, un tramito de bajada rápida en la que se me cae la cámara :(, que resiste sorprendentemente (Panasonic Lumix DMC-FX37, un cacharro duro, sí señor). Aprovecho para hacer una foto cuando pasa al sherpa más voceras del grupo.

En la pradera del refugio están esperándonos los descelebraos; nos tomamos un piscolabis y fotito para la historia.

La última parte del camino hasta el ibón me pareció preciosa. El paisaje se iba abriendo a la vez que pedaleábamos por unas sendas y trialeras preciosas y variadas.

La sección carreteril se iba animando poco a poco. La espada parecía (era un espejismo) que se domesticaba y se iba habituando al abrupto terreno.
Última praderita...

...y el ibón de la basa de la Mora (ibón de Plan) se presentaba ante nuestra vista. La cubeta está rodeada por los picos de Peña Mediodía (2.427 mts.), Peña de las Once (2.650 mts.), peña las Diez (2.559 mts), Punta Alta (2.716), Picollosa (2.698 mts), la Ribereta (2.677 mts.), Peña la Una (2.681 mts) y Punta Litás (2.612 mts.). Los nombres denotan que las cimas de alguna de estas cumbres se utilizaban en el valle como un gigantesco reloj de sol.

Pincha aquí para una espectacular vista 360º del ibón.

Cuenta la leyenda que si subes al Ibón de Plan o Basa de la Mora en la noche de San Juan y te lavas la cara en sus aguas heladas y azules antes de la salida del sol, verás que el agua se empieza a mover. Al principio despacio y, poco a poco, más aprisa, formando un remolino vertiginoso. Y en el mismo instante en que aparece el primer rayo de sol por Armeña se levanta lentamente del centro una forma brillante. Y cuando el sol se ha extendido por todo el azul de la Basa, esa forma brillante se transforma en una hermosa mujer. Al momento comienza una danza mágica, armoniosa, que embelesa. Se desliza tan ligera como el aire. Dicen que es el alma de una Princesa Mora que se perdió entre las montañas del Valle huyendo de una guerra. Pero sólo los que tienen unos ojos y un corazón puros pueden ver a la Princesa Mora de las cumbres, sólo quienes tienen la mirada limpia pueden llegar a ver toda la belleza que el ibón esconde...

Y en éstas, fue cuando lo vimos. Ahí estaba, ante nuestra atónita mirada, el prehistórico monstruo que se había comido a la Princesa Mora de la leyenda: Nessie-Pifo, ¡¡¡el monstruo que nada a cuchillo!!!.

Recuperados de la visión y ya sequitos, anduvimos un rato por ahí, unos subiendo a un nevero haciendo el cabra, otros haciendo fotos o cogiendo agua de los arroyos que alimentaban el ibón. El camino de vuelta era una incógnita y, decididos a no aburrirnos, elegimos improvisar. Vimos que en un cartel ponía claramente PR (que, como todo el mundo sabe, significa "pista rápida") y decidimos tirarnos por él. ¡Hala, p'allá!.


El engaño fue perfecto, pues el inicio era divertido cono el que más. Sin embargo, al poco rato, la pista era casi intransitable (quiero decir, casi intransitable a pie).

Es aquí donde Kala pronunció por primera vez (lo haría decenas de veces) lo del "esto mejora, esto mejooooraaaa...!", frase cargada de ingenuo optimismo y que ya nadie se cree.

El orden de bajada era el siguiente: primero, y como unas locas, el sh-Javi y el sh-Kala; más atrás, el sh-Tris -a trompicones- y a cola, los más cautos sh-Perico y sh-Pifo, sujetando de las riendas a su fiel y desbocada espada.

Ahí están los dos, entre incrédulos y atónitos. No sabán que lo que restaba era más y peor.

Abajo vemos una de las múltiples caídas del sh-P. Un animal salvaje siempre será un animal salvaje.

Bajando, alucinábamos: patética imagen del sh-Kalambrines. ¿Realidad o ficción?¿De dónde habrá sacado esas gafas?. Parece un electroduende.

Despues de mucho -muchísimo- rato de zonas variadas, resbaladizas y traicioneras y de haber adelantado a una pareja de andarines que alucinaban con los sherpas, me encontré con los descelebraos lamiéndose las heridas.
Sin embargo, el peor parado fue Pifo, que hizo barranquismo fuera de tiempo, dos días antes de lo previsto. Menos mal que un tronco le paró, clavándosele en las costillas.

Pero el humor y las ganas de diversión no nos abandonaban, como se ve abajo. El resto ya fue sencillo, y el último tramo por carretera y túneles de montaña, sin ningún tipo de iluminación, que en algún momento se ponían peligrosos.

En el porche del apartamento nos recuperamos con elixir mágico (mayormente Mahou) y como nuevos, preparados para el día siguiente. Mientras, la tormenta se iba fabricando en las cumbres que nos rodeaban.

Aunque parezca mentira, fueron 28 kilómetros en 3 horas y 20 minutos de pedaleo neto. Esto lo digo bajito, porque nunca habíamos hecho una etapa tan corta en tanto tiempo, pero... ¡VAYA ETAPÓN!.

EL (esquivo) LAGO UNICEJO

Como puede apreciarse en la instantánea de más abajo, la noche fue tormentosa (también dentro de los dormitorios hubo tormenta), mientras el sh-Kalambres se dedicó al safari de moscas.


Amaneció una bonita jornada, que luego abriría para dejar paso a un sol que llegó a ser de justicia, como se dice.

El equipo preparado para una etapa que habíamos diseñado sobre el mapa, sin ninguna garantía. Los caminos documentados eran otros, pero la filosofía sherpa nos empuja a la aventura y a la improvisación. Así que el ibón Urdiceto, Ordiceto o, mejor, Unicejo nos esperaba desafiante.

Comenzamos con un kilómetro cuesta abajo en el que pasamos frío para, inmediatamente, subir y comenzar a sudar de manera desaforada. Desde aquí, todo subida hasta las tantas de la tarde en que nos dimos la vuelta. Fuertes pendientes de asfalto, a veces en mal estado, con un precioso paisaje a nuestros pies.

Pasamos los pueblos de Sin y Señés hasta que, con el pueblo de Serveto por debajo, poco después de un mirador, decidimos que basta ya de marikonás, que semos lo que semos, y que hay que investigar.

Si pinchas en esta panorámica de Panoramio, se puede ver parte del valle, con Sin (creo) al fondo, al lado de las zetas (hay que ampliar la foto para verlo), y Serveto en primer plano.

El GR, en pleno agosto, estaba lleno de vegetación y por momentos ponía a prueba nuestra técnica. Era largo, variado y divertido pero había unas plantas que dominaban el camino y nos producían unos pinchazos y raspones bastante incómodos.

El camino a veces se estrechaba y dejaba unos pasos algo comprometidos con caídas importantes hacia el valle.

En una de las paraditas, la espada partió la cadena, lo que aprovechamos para degustar el elixir que aún se conservaba fresco.

El GR desemboca en Gistaín, y como eran las 12'30 pasadas y la visión que se nos presentó delante era irresistible, paramos a tomarnos unos bocatas con refrescos varios.

Adiós a Gistaín (Chistén) con sus tres torres: la iglesia y dos torreones defensivos del XVI.

Desde aquí, nos disponemos a remontar el río Cinqueta.


Me dice el sh-Rocinante que no me esmere demasiado, que las sensaciones que experimentamos no se pueden transmitir. Es cierto, pero no por eso voy a dejar de intentarlo. Sin embargo, esa parte de la subida fue dura y preciosa a la vez: empezamos por una buena pista que llevaba a un campamento y luego, zetas y más zetas que, si no cómodas, sí que eran motivantes para un sherpa. A veces la senda se inclinaba casi insuperable para el estado de nuestras fuerzas, aunque alguno lo intentaba testarudo. Lo que no sale en la foto, las voces que dábamos.

Casi a 1900, breve descanso, paisaje y foto. Panorama guapo, sherpa feos.

Más subida, alguna bajada que hacía que el desnivel ganado bajara unos metros y que más adelante habría que recuperar... es la montaña.

El camino se pone difícil y en algún tramo es mejor bajarse que desperdiciar las fuerzas.

A partir del refugio que se ve en la foto, el camino se convierte en trocha. Al principio sí que se puede ciclar; luego se pone más difícil y al final, imposible. Es tarde y decidimos, después de varios amagos, esconder las bicis y continuar a pata.

Avanzamos durante unos minutos ya sin nuestras bicis. Pero, ¿qué es un sherpa sin bici?¿quién es Pifo sin su espada?.

En un amplio valle, un pastor nos dice que el lago está ahí arriba, y nos convence para abandonar :(((. Vencidos, pero con la cabeza bien alta, emprendemos el regreso, no sin antes decidir que el año que viene subimos al Unicejo, esta vez por el otro lado, (parece que todo ciclable, habrá que documentarse bien), nos bañamos en él, y hacemos un pis dentro. Venganza sherpa.
Paisaje de bajada.

El senderito que de subida se nos había atragantado en algún tramo, se hace muy divertido de bajada (bueno... no para todos).

En la zona más rápida, nos preparamos para la bajada con chubasqueros o, como los clásicos, con papel de periódico. Nos despedimos de estos soberbios paisajes.

Ya en el apartamento, nos reponemos con las últimas existencias de poción mágica, pues estábamos ahogándonos en nuestra propia saliva. Y, aunque siempre habrá en este blog remilgados infiltrados de la liga antialcohólica, renegados de la religión cervecera, dejo el siguiente enlace con la esperanza de una futura conversión. (Me refiero a los comentarios del Abo-silenciado que, seguramente, no habrá probado la cerveza en su vida).

Abajo, cometiendo un nuevo delito que agregar a la larga lista de los cometidos por los sherpas en sus correrías: robando peras. ¡A lo que conduce el alcojol y la gazuza!

Y después del postre, la cena: posando con su obra de arte, Arzak(i) y Ferran Adriá(d).

Al día siguiente, rematamos con un barranquito en el río Furco, cerca de Broto. Estuvimos un par de horas, empezando con un rapel de 25 m seguido de otro de 9 m. Saltitos, saltones, toboganes, para terminar rapelando otros 20 m. Es un barranco muy bonito, con pozas que parecían marmitas gigantes, galerías sombrías y vegetación espectacular que, al iluminarse con los rayos del sol que entraban desde lo alto, ofrecían unos juegos de luces y sombras preciosos.

Abajo, el Kala danndo los primeros pasos del primer rapel de su vida. La carita lo dice .

Echad un vistazo a estas fotos del barranco que he encontrado en Internet.

Abajo, el equipo femenino de natación sincronizada de la República Sherpa, esperando puntuación.

Y nada más... abajo estamos despidiéndonos de los Piris.

Esperamos que hasta dentro de no mucho. Y también esperamos que con la participación de más sherpas que, seguramente, habrían disfrutado un montón. Todos sabemos que con más gente, las risas no se suman, sino que se multiplican.

La foto de cierre es el sh-Pifo probando un nuevo medio de transporte para futuras aventuras, en el Decathlon de Zaragoza, donde hicimos una mega-parada. No quiero ni imaginarme que opinará la celosísima espada...

Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.