Dando vueltas por la Chorranca

Circula por la red la siguiente historia:

Un día me levanté temprano, me vestí lentamente, hice café, agarré mis palos de golf, me fui silenciosamente al garaje, puse los palos en el coche, y procedí a sacar el coche del garaje bajo una lluvia torrencial.

Estaba toda la calle inundada y el viento gélido soplaba a 100 km/h. Volví a entrar el coche en el garaje, puse la radio y me enteré de que el mal tiempo iba a durar todo el día.

Entré de nuevo en mi casa, me desvestí silenciosamente y me deslicé dentro de la cama.

Despacito me acurruqué contra la espalda de mi mujer, y le susurré al oído: “¡El tiempo afuera está horrible!” Ella me contestó medio dormida, “Ya lo sé. ¿Te puedes creer que el gilipollas de mi marido se fue a jugar al golf?”

En una exégesis precipitada del texto, se podría decir que la enseñanza es que no salgamos en bici los domingos por la mañana, por lo que pudiera pasar. Sin embargo, la interpretación más atinada de esta moderna parábola, -fruto de una reflexión más cuidadosa y reposada- sería que, ya que hemos salido, y por mucho que parezca que el tiempo no nos va a respetar, mejor no volver a casa, en este caso, por lo que nos pudiéramos encontrar.

Así que el chaparrón que nos sorprendió en el carril bici no fue suficiente para hacernos volver a Segovia, si bien el diablo puso en boca del sherpa-Ete y del sherpa-Sherpa palabras tentadoras (balbucían algo así como chocolate con churros, bodega, huevos fritos con chorizo y otros conceptos análogos). Otros ciclistas (que no sherpas) que con nosotros se habían refugiado en los aparcamientos de Parque Robledo sí que cedieron y dieron media vuelta.

Y como, en verdad, el éxito es de los valientes, el tiempo nos respetó el resto de la mañana y nos permitió disfrutar de una típica y concentrada etapa de montaña-montaña.

Llegando al Salto del Corzo, decidimos buscar el recorrido de la VIII Media Maratón Sierra de Segovia para ver un poquillo de la carrera. Como no queríamos molestar, decidimos no seguir ni siquiera la vereda del Accidente, y subimos, guiados por sherpa-Domingo, "portolmedio" del bosque, ni sendero ni nada, hasta el cruce de arriba con la Chorranca (¿o uno de sus afluentes?). Paramos unos minutos para ver bajar la cuesta y atravesar el arroyo, cada uno como podía, a los esforzados corredores. Dura carrera; aunque creo que este año, debido a la nieve, no subieron a Peñalara, sino que se dieron la vuelta en la Laguna de los Pájaros. Fue aquí que, en mirando las desventuras de estos atletas, el "mal de montaña" atacó una vez más a un sherpa y la hipoxia provocó que el sherpa-Ete pronunciara la siguiente descerebrada frase: "Tengo que hacerme una carrera de éstas". Ninguno le hicimos el más mínimo caso. (Pero la maldita frase se quedó aleteando en nuestros cerebros de sherpas, y ahí está, persistente, machacona, acechando con emerger en el momento más inesperado, más inesperado... más inesperado...).

La bajada, también sin senda ni sendero que valga. No diré más que en un momento dado, en una parada para considerar qué hacer y qué dirección seguir, el  mismísimo sherpa-Domingo exclamó, después de acceder a los datos de su GPS interno: "No sé si se podrá" (sic). Momentos de confusión injustificada y pasajera, puesto que unos minutos más tarde, después de enganchones y tropezones varios (el suelo del bosque ocultaba piedras y agujeros que no se podían ver) estábamos encarrilados en el sendero de bajada de la Chorranca, disfrutando del descenso por la Fuente de la Plata hasta La Granja. Un ratito en la meta de la Media Maratón, un poquito de carril bici, unas cervecitas en Parque Robledo ¡y ya está!.

Etapita de transición, sin mayores pretesiones, que Ronda nos espera en 7 días y hay rodillitas y menisquillos que tienen que aguantar, por lo menos, una semana más.

¡Ah! No hay fotos, que la cámara me llega esta semana, y las que ha hecho sh-Escabeche están en el éter cibernético de su tarjeta SD sin fondo.

¡¡¡Y el cobarde del sherpa-Cala no salió, que se me olvidaba!!!.