Sin hachedoso

Sin agua me he quedado hoy, por poco cuidadoso. Hacía tanto frío que, aunque tenía vacío el tubo de la camel, se heló el agua  y, cuando quise, no pude probarlo. Mala suerte.

Al pasar por Parque Robledo, esperamos un rato a Kalambrines, pero parece que la fiesta del viernes pudo con él. Mirad la cara de frío del sherpa-Sherpa.

Un poquito más adelante, sale a nuestro encuentro sh-Periko, que ayer salió también por Cabeza Grande y la fuente del Pájaro.

Avanzamos todos juntos, que da más calor.

Hoy el sh-Sh, que por fin ha encontrado su atuendo invernal clásico (lo tenía el torpe de él en el cajón de la ropa de verano), está mucho más guapo. Obsérvese el culillo que le hace el dodotis que lleva.

Circulando por la cacera del Cerro del Puerco. No había nieve, pero sí hielo.

Helo aquí. (Aquí heló).

Y aquí. Convenía llevar el guardabarros bien puesto.

Pinchad para ver la panorámica. Pinchad, porque me costó mucho sacar la mano del guante para hacer las fotos.

Antes de llegar a la Cueva del Monje, pisando el suelo alfombrado por hojas de roble. Tramo precioso.

Ete hoy estaba un poco flojillo. Está preparando la Media Maratón y se nota que tiene descuidada la bici.

En Prado Redondillo nos quedamos en calzoncillos y nos tumbamos durante media hora a tomar el sol. Pongo esta foto de los momentos anteriores porque los sherpas no me han querido firmar el permiso.

Otro día será.

Como siempre, nos quedamos sin fotos de la bajada porque me fue imposible parar. El primer tramo estaba "interesante", con nieve y hielo. Periko estaba inspirado y bajó como una bala. Un poco más abajo, foto de familia.

¿Quién es el que sale al lado de sh-Ete?

De tanto frío, al sh-Sh se le contrajo la neurona dentro de la cavidad craneal y nos obsequió con unos pasos de baile (en Mira Quién Baila habría sido la pareja perfecta para B. E., no me digáis que no) y también nos cantó el "Dime Niño" por soleares abstractas.

Al terminar el descenso, dirección Ceneam, decidimos volver a casa. Ete y Sh tenían compromisos fuera de Segovia, Periko a casa, y Rocinante y yo volvimos por la Cruz de la Gallega, por hacer algo más.

Domingo se adentró en el bosque ansioso de más aventuras. En estos momentos puede que no haya regresado a casa aún.

Bueno, pues nada de especial en una etapa de transición (entre el verano pasado y el próximo).

Y como no pude probar el agua debido a su estado solidísimo, la etapa terminó con las obligadas cervecitas. Esta vez en el Ventorro del Puente de Hierro, donde estaba el Abo, parroquiano fiel.

Ya está; con las tareas hechas, me voy a ver a Nadal.