sábado, 10 de julio de 2010

Primera nocturnada sherpa

«La Santa Compaña» está compuesta por un grupo de difuntos precedidos por un vivo condenado a salir todas las noches a los caminos, comandando la fúnebre peregrinación, portando la cruz o un cubo de agua bendita, hasta encontrarse con otro vivo a quien traspasar la condena y así quedar libre. De no hacerlo así, en un determinado tiempo iría enfermando y palideciendo gradualmente hasta morir.

Pues fíjate tú que me gustó la modalidad. Sobre todo, porque se nos ven los caretos poco.


El sherpa-Sherpa iba preparado a más no poder. Vemos el manillar con los dos focos, el gepese panorámico, cuentakilómetros, mando de la suspen y el de la tija telescópica. Tiene un manual con más páginas que el del volante de Fernando Alonso. Se lo repasa siempre antes de salir. A pesar de tantas precauciones, no tuvo su día (o, mejor, su noche).


En el tren que nos conducía a lo desconocido, panda de descelebraos.


Estación de Cerce. Ya no había marcha atrás ni escapatoria. Eran alrededor de las 21'30 y todavía nos quedaba un ratillo de luz.


 Iniciamos la subida, mientras la gente nos miraba extrañada: "¿Ánde irán estos colgaos?". Nosotros, a lo nuestro. Empezó tirando del grupo el sh-Sh, bastante animadillo.


Camorritos, y senderos revirados p'arriba,  estirando el grupo, esta vez sh-Kala, para variar. De día ya sería una zona complicada, así que de noche no os cuento. No todos llevábamos linterna, y hubo algunas caídas. Sate perdía pie un par de veces y yo, al no iluminar un árbol caído a mi derecha, me golpeé con él en el hombro, rebotando y rodando un trecho por la ladera sin ver por dónde caía. Un cardenal, unos rasguños,  espinas que aún tengo clavadas en la mano izquierda, unas risa y yastá. Nadie me vió. Mejor.


Entomólogos avezados, como si fuéramos reporteros del Neisional Lleografic, descubrimos unas luciérnagas haciendo cosas raras. Para otra vez, Chomin dice que se lleva un bote para recogerlas y ver mejor.


Por fin, salimos a la pista principal, un poco antes del Mirador de Vicente Aleixandre, que se hizo famoso sin ser jugador de fútbol. Sate, sonriendo siempre.


Por la pista se iba de lujo, pero sólo fue un rato. Por las trialerillas nos faltaba luz, pues -como he dicho- no había linternas para todos, y la de sh-Sherpa estaba como una cabra, apagándose, poniéndose intermitente... una locura.


En el Mirador. Parecemos de la cuenca de Fabero-Sil.


Si de día es un sitio bonito, de noche gana, con todos los pueblos serranos iluminados a nuestros pies. Sólo nos faltaba -para la próxima- la luna llena. También, y es opinión personal que a buen seguro recibirá el abucheo general de la sherpería, me gustaría una de senderitos relajada. Los miopes tuvimos que mantener una atención y una concentración que acababa con nuestros nervios. Un par de linternas cada uno sería lo suyo. Yendo en grupo -cosa que casi nunca hicimos- se ve casi perfecto. Además, las pilas aguantaron sin que tuviésemos que usa el segundo juego. Y menos mal, porque sh-Sh ¡se las dejó en la escalera de casa al salir!.


En la Fuenfría, reagrupamiento y piscolabis. Había que reponer fuerzas, que el Calambres nos hizo sudar. Además de verdad, porque aunque arriba hacía un fresco rico, llegamos sudando como si fuera de día.


Para la bajada, me puse el atuendo (ya clásico) que utilizo en Ronda para "aislarme del calor".

Bonita foto, que dedico con cariño especial a sh-Kala, que sé que le va a gustar.


Bajada por la "calzada", y foto en la que asumí más riesgos de los habituales. No hice más fotos en marcha y de noche, que salen mal y no merece la pena. Pero ahí la pongo.

De vez en vez, sh-Sh me llamaba desde la oscuridad, que le esperara, porque se le había apagado la linterna y no veía absolutamente nada. Aún así, no paraba el jodío y seguía completamente a ciegas.


Y para colmo de males (mala noche p'al sh-Sh), pinchazo gordo. Pero nada que el líquido mágico no pudiera reparar; aunque algo de aire sí que hubo que reponer un par de veces.


No nevaba, no, eran los trescientos mil millones de insectos que poblaban la noche de la sierra. Como puede suponer el amable lector, bajábamos con la boca bien cerrada.

 

En el túnel bajo la circunvalación, ya casi en Segovia. El cobarde de sh-K nos acababa de abandonar, que le daba miedo volver de noche solito a Parque Robledo.

Y peregrinación de bar en bar, tomando cervezas y buscando algo sólido para rellenar los agujeros de nuestros estómagos.


Algo encontramos al fin para llenar un poquito la andorga.


 Y, si acercamos un poco más la imagen, vemos la hora que marca el peluco: las dos menos cuarto.


Bueno, en conclusión, y aunque haya que mejorar algunas cosas, es una modalidad que merece la pena.

Un par de cosas, p'acabar:

Me pregunto si alguien nos vería en la lejanía, extrañándose de esas luces que se movían por la sierra a esas oscuras horas.

También me da la risa cuando me acuerdo de una llamada al móvil, y la contestación. Algo así como: "Ahora no puedo, que estoy en la sierra con la bici". Respuesta tan creíble como: "No, no; ahora no te puedo atender, que he quedado con la pesada de la Angelina Jolie ;)".

8 comentarios:

  1. Muy buena ruta Srs Sherpas. Para la próxima no fallo y con mas linternas... Las pasé un poco mal en las bajadas con piedrecitas...

    Mañana mas!

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  2. Si no quedamos para mañana, cuando me despierte os llamo...

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  3. Una nocturnada super chula,igual el viernes preparamos otra.

    9:30 en Parque?

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  4. Si mi cuerpo se despierta espontáneamente, vale. Pero mucho me temo...
    Llamo.

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  5. Que envidia!
    El próximo viernes espero estar por allí, asi que si se organiza otra me apunto.

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  6. Para mi fue la primero y espero repetir, que mola. Eso si, con mas luz.......

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  7. Rodri:
    Srs. Sherpas, gracias por la ruta, la compañía y por cuidar de los menos experimentados en la oscuridad...
    Muy divertido y recomendable, si puedo repito sin duda, eso si, esta vez mejor preparado.
    Efectivamente el interlocutor al otro lado del teléfono no daba crédito jeje.
    Un abrazo a todos y gracias.

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Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.