miércoles, 8 de enero de 2014

¡Hasta el copete! (Resumen navideño)

Os preguntaréis que qué le pasa al sherpa este, que no escribe en el blog. Pues es verad, pero es que a uno se le quitan hasta las ganas de escribir con estas ciclogénesis (que al final no fueron para tanto) y con estas nieves, estas lluvias y demás fenómenos que nos minan las ganas de pedalear. 

Y el caso es que la cosa no comenzó tan mal. El 22 ya estábamos a lo nuestro, con frío pero soleado ambiente. Nos encontramos a este chaval tan horizontal, que nos contó que terminaba un viaje de año y pico, que venía de Asia y que le quedaban dos días de ruta hasta casa, al sur de Madrid. Y que le guardáramos el secreto, porque había telefoneado a casa diciendo que se andaba por el centro de Europa, que le quedaba aún unmes para terminar y quería sorprenderles por Navidad. Charlamos un rato con él y le pregunté si tenía web; me respondió que sí, me la dijo... ¡y no me acuerdo!


Y como habría mucho (o poco, según se mire) que contar, casi lo que hago es poner las fotos, para que cada uno se haga una idea aproximada de por dónde fuimos, y que con su inteligencia  rellene los huecos que dejo con las historias que le parezca.

Porque aquí (Dos Cabañas, subida ya clásica) ya empezamos con nieve, aunque no de la mala. Y es verdad que cuando comienza la temporada, a uno le parece bien eso de probar el blanco elemento, su dificultad añadida, la emoción de los descensos sin saber qué hay debajo... ¡pero es que lo poco agrada, y lo mucho cansa! (que decía con tino mi abuela).


¡Hey! Aquí, subiendo al chozo, nos encontramos con un querido sherpa que hacía tiempo que no veíamos. Amigo de correrías, incansable, gran persona... ¡Lucas!


Todavía recuerdo cuando, hace años, contábamos a alguien que habíamos subido al chozo Aránguez y nos miraban extrañados mientras balbuceaba "¿al qué-de dóndeeeee...?" Hoy, ya veis, se celebran romerías.


Ví la huella de Chomin, que había salido un cuarto de hora antes que nosotros (puntualidad inglesa, inflexible, a las 9 pasa por Kandilandia) y me propuse llegar más allá que él. Lo conseguí... ¡por un metro! Ahora tiene que subir de nuevo para volverme a batir, jejeje... (Y que haya nieve).


En la bajada ya había zonas, dirección Dos Cabañas, en las que la cosa estaba un poco malitamente. Y es que yo el hielo lo prefiero en los gintonics.


El rebosadero de la fuente del Chotete, on the rocks.



El viernes 27 amaneció con un birujillo que nos aconsejó no tentar demasiado a la suerte y no subir mucho, por lo que nos pudiéramos encontrar. Vueltecillas aleatorias para subir a Tobarejos por el peor (mejor) sitio posible, cacera hacia la Chorranca, descenso al Pino Bonito, cruzar por Prado Redondillo y bajar paralelos a Ceniceros buscando la senda de la fuente de la Rana. Praderones, Ceneam... Sus dejo algunas instantáneas del rulo.


Ahora que veo a Sherpol en el Pino Bonito, deciros que le dió una lumbalgia del siete de la que aún no se ha recuperado. El parte de bajas sigue con Jorge, víctima de la gripe; Boli y Alber, desaparecidos en combate y sherpa-Sherpa, que ha cambiado la bici por los esquises. ¡Benditos los Andorranos, que pueden disfrutar en vivo y en directo del Dime Niño-unplugged!.


Si haces una foto mientras pierdes el equilibrio, te sale esto. Diremos que ha sido a propósito.


El domingo 29, no habiendo perdido la ilusión, volvimos a intentarlo.  El asco y el aborrecimiento al frío no había hecho en nosotros toda la mella que habría sido esperable y, armados de esa inquebrantable voluntad que caracteriza(-ba) a los indómitos sherpas, nos pusimos las botas y nos calamos nuestros cascos una vez más.


Al ver la foto recuerdo que por aquí llevaba la rodillita un poco dolorida. De todos modos, bastante mejor que tres horas más tarde(!!!). Noto el frío y, sobre todo, la nieve.


Mirad qué rico está el suelo. Creo que hicimos unos tres cuartos de hora sin respirar, por miedo a los resbalones. Y yo, mientras, pensando "¡ay, que voy a apoyar la pienna, voy a apoyar la pienna, voy a apoyar la pienna...!"

No os quejéis, que hacía mucho...

La foto engaña: el rayito de sol pasó más rápido que Forrest Gump en los sanfermines. Hacía tresgraditosbajocero, y de la sensación térmica, mejor no hablar.


¿Bajamos por el Minguete? Antes de que pudiéramos articular un amago de respuesta, ya estábamos camino del Minguete. En el camino, mi rueda delantera que acierta en un hoyo oculto bajo la nieve, y yo, que hago un doble tirabuzón con aterrizaje sobre la chepa. Impevable, oiga, salvo que el pedal se me quedó tatuado en la espinilla.


Aquí, empapados en sudor congelado, tuvimos que parar en pleno descenso (¡tremenda insolitez!) a contarnos los dedos, a ver si estaban todos: Uno, dos, tres, cuatro... ¡veintitres! Todo completo. Bueno, para que el Diablo no se ría de la mentira, veintidos y medio. No era frío. ¡Era puritito dolor!


Possss, ya que estamos, me ponga cuarto y mitad de Valbuena p'arriba y p'abajo.


Las orejas de Ete, casi como cristal de Bohemia.


¡Sorpresa!: Sonrisa de Burt Lancaster y esa pose yo se la he visto a Ortega Cano cuando era torero. ¡Dichosos los ojos!


Insólito testimonio: Ithos (Mark-Ithos): "el lector" de este blog, acompañándonos en el carril bici.


El miércoles era 1 de enero y me propuse comenzar el año dando alcance a Chomin, que se dirigía hacia el chozo.


Ya en la subida por Dos Cabañas me dí cuenta de que había equivocado la ruta: Aun bajado de la bici, me costó no caerme en tres o cuatro ocasiones. Aún faltaban un par de horas o tres para que el hielo se deshiciera.


Camo había ido en coche hasta La Granja, pensaba que Chomin iba por delante; sin embargo aquí veis cómo me sorprende por la retaguardia. Venía de recorrerse todos los senderos de la parte baja.


Y porque nos pusimos cabezotas, pero la subida no estaba para pedalear. La nieve estaba en ese punto que todos conocéis, ni sólida, ni líquida, ni gaseosa.

Por ahí se va... ¡a que no llegáis!

Pues no; no llegamos. Nos quedamos a 500 metros y, orejigachos, decidimos bajar por el lugar menos malo posible después de ponernos la muda limpia y seca (una maravilla, oiga) y de alimentarnos un poco.


La ruta no fue la clásica, era imposible. Yo, confiando en su sentido arácnido, intentaba seguir a duras penas a Chomin-Parker.


Sin frenos, las pastillas congeladas o qué sé yo qué las pasaba, no os imagináis la inclinación de esta cuestarraca. Según aparece en la foto, añadidla quince puntos más de dificultad en la escala sherpa.


Dolorida la rodilla (ufff!) decidí volver por lo más sencillo posible; Chomin se tiró (sic) hacia el sendero de la Chorranca. ¡No le gusta ni !


Pero ocurrió lo que tenía que ocurrir, que es lo que ocurre siempre. Os juro que la rodilla me molestaba, y que ni me lo pensé porque no me dió tiempo a reaccionar: la Spe vió un sendero desconocido(?) y con una decisión que desarmó cualquier posible reticencia por mi parte... ¡veeenga to-p'abajo...!

Sin embargo, a los dos minutos, el sendero había desaparecido y el bosque se había convertido en el del cuento de Hansel y Gretel: oscuro, sucio, pendiente, denso y, aunque algo me resultaba familiar,  estaba más perdido que el alambre del pan Bimbo.


Ayudado con las últimas gotitas de carga de las pilas del gepese (¡bendito sea Dios!), logré salir a un sendero conocido. Aparecí por la izquierda del acebo, ya se había domesticado algo el terreno en los últimos minutos, para incorporarme al sendero que veis.


Luego, en casa, consultando el gepeese, me estuve dando bofetadas una hora y media: me había metido, —¡a pesar de los juramentos que hice en su día!—, en el berenjenal.

Dejé a la Spe que se recuperara en la cacera por unos breves momentos. Se lo había ganado.


¡Para matarme! El 5 de enero, si me alegré de que me acompañara Ete fue, sobre todo, porque no me iba a dejar meterme en lío de los que me fuera a arrepentir. (O al menos eso creía)


Ruta sencilla y tranqui, en apariencia. Pero el chirimiri y el fresquito se convirtieron, casi sin darnos cuenta, en una lluvia que poco a poco llegó a empaparnos...


...y en un tremendo frío que casi nos hacía cagar polos. Aquí sí que os digo que termine ¡hasta el copete!


En fin, sherpas, como dice mi señora suegra: "sarna con gusto no pica".

Así que, como no aprenderemos, aquí os dejo un par de retos a la vista (sin olvidar a nuestros amigos Lopenta, os lo recuerdo):
¡CUIDADÍN!: Las fechas estaban mal puestas en la versión 1.0. Ahora, corregidas, me quedo más tranquilo. Como puntualizó David, que fue quien me puso sobre aviso en un oportuno mensaje, las cambié para ver si lo habíais leído, jeje.

¡Ah! Acerca del tema de las pulgadas... Seré breve y conciso: sin duda, 26" (aún tengo tres cámaras y una cubierta de repuesto en buen uso).

Irrefutable y económico razonamiento.

Lo que me ha costado la puñetera entrada... Así se queda. ¡Ni la repaso!


4 comentarios:

  1. Más de acuerdo con tu abuela no puedo estar. Todavía queda mucho invierno para seguir disfrutando de esas sudadas gélidas que te cortan el cuerpo cuando paras, esos catarros que no se van, esos pies congelados y calados cuando pasas por un arroyo. El llevar kilos de ropa puesta y otra de recambio en la mochila, el llegar lleno de barro y mierda hasta las orejas, tanto en la bici como en el cuerpo, en fin, un verdadero asco.
    Aún así seguiremos saliendo siempre que se pueda para no perder el ritmo y lo ganado a base de sufrimiento, pero que no y que no, que las bicis son para el verano, cada día lo tengo más claro, y que donde esté el solete calentando las carnes y esa brisa suave y agradable acariciando la piel mientras bajas, el ir con lo puesto, etc, que se quite todo.

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  2. Y qué me dices de las chicas ligeritas de ropa que nos esperan en cada cima... ¿eh, Jorge? Sólo están en verano.

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  3. Vaya vicio, pensé q no habia crónicas pq no se salia. No habeis parao. Alberto y yo cn la amoto q se va mas abrigadito.
    Estaría bien investigar la web del chaval q estuvo x Rusia. Q coraje... A la de Madrid o León me apuntaré.
    Boli

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