lunes, 30 de julio de 2012

Vueltecilla al macizo de Peñalara. Satánico Plan

Os contaré en esta ocasión una bonita historia que podría haber sucedido, por ejemplo, el martes de la pasada semana. Érase una vez un niño llamado Jorgito que, enredando con retales de tracks en su laboratorio, engendró un engendro (¡claro!) con el que lió a tres de entre sus más incautos amiguitos.


Jorgito, Pablito, Bolito y Juanito, que así se llamaban ellos, no eran los sobrinos del pato Donald, aunque bien podrían haberlo sido. Con sus bicis voladoras, tomaron camino de Cotos por un alegre y colorido bosquecillo; Jorgito y Bolito delante, Pablito y Juanito algo más atrás.


En la cima del puerto tomaron el GR-10.1 y, nada más empezar, pararon a disfrutar del paisaje que se les ofrecía en La Pradera. Todo indicaba que se iban a poner muy morenos ese jornada.


Al rato, se internaron en el bosque por un sendero con algún sube y baja, que más bien era baja. Pablito y Juanito lo pasaron un poco peor, pero la peor parte se la llevó el niño Pablito, que se lastimó en un traspiés su tobillo, que todavía lo tenía tierno de su último esguince.


Y aunque el camino era un poco accidentado y el terreno pedregoso y suelto, disfrutaron un rato largo por estos parajes sherpas. Sólo echaban de menos un complemento del que cada vez se acuerdan más: La tija-pija.


Acercándose nuestros amigos a la Sillada de Garcisancho, el bosque les vomitó (ver foto) en una amplia, soleada y globerísima pista.


Unos kilómetros de pista, en su mayoría de rápido descenso, les llevan hasta este precioso bosquecillo de abedules(!), justo al cruzar el arroyo de Santa María.


En el chorrete del depósito de agua sacia su sed Talusito, que ya comenzaba a tener un reseco importante. Los que paséis por aquí, tomad nota, pues pocas fuentes hay por estos parajes.


El arroyo premia a nuestros amigos con un fresquito y bucólico oasis que, ignorantes o poco atentos, pasaron de largo Boli y Pablo.


Ya en las zetas de subida al Puerto del Reventón (¡qué calor!), una breve parada en la sombra a tomar un bocado, que no hay que descuidar la ingesta de energía. Iban a necesitarla.


Subieron y subieron, de modo que el mundo entero se veía a sus pies, todo muy pequeño, como si fuera de juguete.


Llegó un momento en el que detrás del horizonte surgió la forma del Risco de Los Claveles, a cuyos pies, mas o menos, estaba una de las metas intermedias de su aventura: La Laguna de los Pájaros. ¡Muy lejos todavía!


El camino dejó paso a un senderillo. El sol no aflojaba, al contrario.


En este tramo es en donde el pequeño Juanito tuvo que echar pie debido a un mal resbalón. Al mirar hacia atrás vió (con alivio) que sus compañeros también estaban pateando ¡Uf, menos mal!


Cuando llegaron arribota del todo, la sombra ya era corta porque acababa de pasar el mediodía.


Reventón conquistado por enésima vez. Nuestros amigos posaron orgullosos, ignorantes de lo que aún les esperaba.


Por si hubiera dudas, había que tirar hacia allá...


Y "allá" estaba un pelín empinado, pero no tanto como para que no intentaran (y consiguieran) llegar arriba pedaleando.


Bueno... casi hasta arriba.


El cerrete (en realidad toda la cuerda) está llena de restos de trincheras de la Guerra Civil.


Las vistas eran espectaculares (para variar): La Granja, el Pontón, Segovia, la Meseta...


Después de subir, lo bajaron; buscaron con intuición sherpa un lugar por el que pedalear y lo encontraron. Si no lo llegan a encontrar, seguro que también lo hubieran bajado, jeje.



En el Pico del Morete vieron lo que todavía les esperaba hasta Pájaros:Bajada y subida al Poyales, para luego descender hasta el Puerto del mismo nombre. Luego, el Cerro Claveles hasta el Puerto de Los Neveros (Quebrantaherraduras, 2.094 m) para llegar a la laguna remontando la ladera norte del Risco de Los Claveles. ¡A que no parece tanto en la foto!


La peor parte fue el rodeo que dieron al Cerro Claveles. El niño Juanito debería haberse dado cuenta que no hace demasiado cometió el mismo error en una aventura con Chomin y Carlos Nárdiz. Deberían haber seguido la cuerda, pero...


El terreno muy acciodentado y con mucha vegetación rastrera era intransitable. La bicis se enganchaban constantemente y había que llevarlas buena parte del tiempo en volandas.



En los cortos tramos en los que se podía pedalear, la rueda se pegaba a ese velcro con el que alguien había tapizado el suelo.


Un kilómetro y medio eterno, que casi termina con las fuerzas de nuestros amiguetes.


Por fin, Pablo corona en el Puerto de Los Neveros.


Boli, que tenía obligaciones, tomó el camino de casa por una ruta que él no había hecho, pero que no tenía pérdida. Es la ruta clásica de bajada, siguiendo el curso de La Chorranca desde su mismísimo nacimiento.


El resto, tomó el camino de la laguna que era, cómo no, hacia arriba. Paciencia y a dar pedales...


Y como todo esfuerzo tiene su recompensa, al rato, nuestros protagonistas ven ante sus narices la mismísima laguna de Los Pájaros ¡para ellos solitos! Que unos andarines abandonaban el lugar en esos mismos instantes, se les puede ver un poquillo en la foto.


No diré nada...


De nuevo nuestros amigos necesitaban agua, pero del chorro de la fuente de la laguna no salía ni una gota, de modo que recogieron esa agua purísima del mismo lugar en el que manaba. ¡Tampoco intentaré contar cómo les supo!


La mente de Pablo, sin duda recalentada por el sol, imaginó una ruta que los otros (también bastante afectados) aceptaron con feliz inconsciencia: En lugar de bajar y buscar el chozo Aránguez, tirar t'otieso hacia él, "que seguro que se puede".

     - Sí, sí; segurísimo que se puede. Tiene que haber un camino.


Bueno, pues al principio esto era lo que había; no tan malo.


Luego, sorpresa, apareció un camino que ni en nuestros mejores sueños. Ni puesto a propósito.


Vistas acoj...pectaculares. Se adivina el chozo abajo, a la izquierda, todavía lejos.


Pero de la misma manera, de repente, el camino desaparece, como si se hubiera terminado el dinero. Para mosquear, unos hitos aparecen en la ladera. Pero unos hitos que no indican nada ¡manda narices!


A estas alturas las espinillas de nuestros héroes estaban en can-ne viva. Pero la ruta estaba clara: t'otiesopabajo, haya lo que haya.


Aquí ya parece que...


Sí, sí; Ya no sabían si se iban a acordar de montar en bici. Menos mal que dicen que nunca se olvida, porque llevaban ya un siglo sin hacerlo.


Claro que la humedad traidora no avisa y pone trampas en las que caes si no andas listo ¿verdad Pablo? Menos mal que iba por delante que, si no, el que cae es el Tris (el niño Juanito)


Chozo, por fin. No se lo creían.


Uno de los regatos tributarios del Peñalara sirvió de calmante para el maltrecho tobillo de Sherpol mientras se tomaban un nuevo refrigerio, que hacía tiempo que había pasado la hora de comer. Cuando se puso azul, intuyó que era el momento de sacarlo.


Desde el chozo... ¿por qué bajar por un sitio sencillo y fácil? Estos gañanes se buscaron, de todas las salidas posibles, la penúltima peor.


Claro que el premio era la fuente de la Majada Hambrienta, y merecía la pena catar sus aguas. Y es que la bajada había que hacerla de fuente en fuente, que habían sudado litros y litros tantas horas al sol. Gracias a Dios, todavía aguantaban las fuentes con agua a estas alturas del verano. Menos mal.


Entre este punto y Majarrompe, senderos varios y pista con una puñetera avería pinchazil. No me entretendré en tan prosaicos asuntos.

En Majarrompe, una pequeña duda sherpa, hizo que  dieran más vueltas de las necesarias, pero ya les daba igual: A cenar casi seguro que iban a llegar.


Al final salieron donde querían, que era el punto en el que habían iniciado su aventurilla unas 8 horas antes(¡¡!!)

¡Aquí sí que agradecieron no haber comenzado la etapa en Cotos! (Nota para la próxima: comenzar abajo, para no tener que terminar arriba)


Y colorín colorado... Como siempre, final feliz.


¡Se me olvidaba! Niños, no hagáis esto solitos. Pedid siempre la ayuda de un mayor, que os podéis hacer daño. ¡Parece fácil...!

Fotos de Talus: http://sdrv.ms/MGbIsq
Fotos de Tris: http://sdrv.ms/NSHVi5

4 comentarios:

  1. Jajajajajajajajaja, qué grande eres Sherpita Juanito!!, vaya tela....aquí estoy de paso en Sevilla leyendo este entretenidísimo relato, con lágrimas en los ojos todavía. Tengo unas ganas de dar pedaleeesss.....
    La ruta fue una pasada, 9:10 horas, nos pusimos morenos, sí!!, jajaja. Nos achicharramos joder!!...pero es de las que no se olvidan. Qué malitamente llegamos al Puerto de los Neveros....si no fuera por las benditas fuentes sería imposible hacer estas rutas en pleno verano. Todavía tengo recuerdos por el cuerpo, moratones y arañazos con formas muy chulas, cómo escocían debajo del agua salada...jajaja. Me gustó un montón desde el Reventón hasta casi el Puerto de los Neveros por toda la cuerda, pensaba que no íbamos a dar un pedal y fue casi todo ciclable, aunque complicado y no apto para niños globeros,,,jijiji. Y la bajada aventurera hasta el chozo, épica y divertida!!, los golpes en la entrepienna cuando la bici se clavaba no fueron divertidos, eso nooo!!. Y el reventón de mi rueda trasera tampoco, he tenido líquido sellante pegado por las piennnas tres días, no es coña. Mañana vuelvo a nuestra querida sierra, a ver si se me ocurre otra mala idea, Satánico Plan II...jjjjj

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  2. Qué grandes fotos!!, como la de Boli, todavía a más de 2.000m, parece que se va a precipitar en el Pontón. Y las panorámicas espectaculares!!.

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  3. La ruta DPM, muchas gracias por la manutención recibida... Si no es por vosotros estoy por ahí tirado todavia.
    Como me faltó un pelín para la laguna, repito andando este fin de semana, por si alguien se anima.
    Ale, hasta mañana (nocturnada)

    Boli

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  4. ¡¡Cada día me sorprendeis MAS!!
    ¡¡POR DIOS!! Que TREMENDA RUTA por toda la Sierra!!!!
    Un besazo!!!!!
    MÁQUINAS!!!!!!

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