La flojera que me invade y que ha podido ser comprobada esta mañana (¡no os digo más que casi me coge Ete subiendo al Salto del Corzo!) me impide teclear esta tarde. Un dolor difuso de cabeza, junto con una fea molestia en la rodilla malita me tienen postrado en el sofá, y ya puestos, preparando unos dificilísimos exámenes para mis desafortunados alumnos. Mala suerte. Si la salud me sonriera, todos estarían automáticamente aprobados con dieces y onces, pero así es la vida... ¡Otro curso será!
A ver si más tarde me pongo un poco...
Bueno,te perdono.Alfonso dice que no te perdona hasta que no le pongas un 11.
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