Riñones al jerez

¡Esto no tiene nombre!¡Dejarnos solitos cuando les hemos dado todo el cariño del mundo y les hemos enseñado cuanto saben!. Se han criado a nuestros pechos y es así como nos lo agradecen. ¿No se les caerá la cara de vergüenza?. Solos por esos caminos del Señor, con nuestra edad, y sin nadie que nos cuide... Yo, con mis 46 tacos recien estrenados, era el más joven (¡y con ventaja!) del grupo...

¡¡¡QUE NO VUELVA A SUCEDER!!!.

Al cruzarnos por el carril bici con Fermín y sus amigos, que estaban dando los últimos retoques a su preparación para la Media Maratón, nos preguntaron a coro "¿Dónde váis, solitos; dónde están los cabrones de los demás sherpas?". A lo que nosotros respondimos al unísono y con cierto retintín: "¿Sherpas?¿De qué sherpas habláis? ¡NO CONOCEMOS MAS SHERPAS QUE NOSOTROS!".

Es cierto que hubo un tiempo ya lejano en el que unos individuos con rasgos parecidos a los de los sherpas nos acompañaban, pero no nos alcanza ya la memoria, sus caras se desdibujan, sus imágenes se nublan en nuestras memorias. ¡Hace ya tanto tiempo!

Y como últimos supervivientes de una raza casi extinta, ni siquiera nos cuestionamos cuando aparece una opción mejor que el camino claro, rotundo y marcado. Elegimos sin dudar el sendero-barrizal-apestoso-toparriba. Es instinto básico.

¿Que estamos bajo cero y hay que meter el pie en el río porque así lo exigen los rituales sherpas? ¡Pues se mete lo que haya que meter!. ¡Faltaría más!.

Un trocito de relax, estrenando el nuevo puente, que ya lleva un tiempo puesto; pero que no nos había parecido oportuno hasta hoy. Pasábamos escasamente de los 10 kilómetros, y los tres nos quejábamos ya de los riñones. Más adelante, subiendo el Mortirolo, los llevábamos al jerez... ¡Si es que parecemos los abuelos del palco de los Teleñecos!.

Nota para el ex-sherpa-Rinoceronte: con 23 años no duelen los riñones; y si duelen, no tienes derecho a quejarte hasta que no cumplas, por lo menos, los 40. ¡Y más si es por montar en la flaca!.

Esta foto fue hecha justo cuando asomaron los primeros, escasos y tímidos rayos de sol que, aunque estaba previsto, no salió hasta la una de la tarde. Pasamos frío. El ya clásico frío. La temperatura media de la etapa fue 1º C. El cielo gris nos acompañó durante la mayoría de la excursioncilla.

Subiendo el Mortirolo, nos encontramos más nieve que la pasada semana, pero más ciclable. No era de esa opinión el sh-Sherpa, que subió a pata un buen trecho debido a la falta de equilibrio. De nuevo, la edad. En la foto, la curva que marca el último kilómetro de la subida, con otros timidísimos rayos de sol.

Durante la subida nos encontramos con una nutrida tropa de andarines que no estaban por la labor de apartarse de la rodada ciclable. El caso es que nosotros sí que nos tenemos que apartar, y ellos no... ¡incluso en el carril bici!. En el bosque, si llevas bici, desciendes al nivel de "miralemalqueesunjodiobicicletero". Erosionamos el bosque, talamos árboles y pillamos niños. ¡Qué le vamos a hacer!

Un sherpa en la Fuente de la Reina. El cielo se iba despejando un peu.

Decidimos, como la pasada semana, bajar por la Acebeda. Estaba más nevada y, de vez en cuando, veíamos las huellas que dejamos nosotros mismos hace siete días. Nadie más había pasado por allí en este tiempo, ni en bici ni andando.

Huellas recientes sherpas. En la esquina inferior izquierda de la foto se aprecian las huellas de la pasada semana. Poca afición pasa por estos sitios.

Un poco de vídeo...

Hubo un momento un poquito gay, que fue captado por la cámara mía. Me sentí un poco incómodo, parecía que yo sobraba allí. Por suerte, la pasión y el arrebato duró poco. El agua no llegó al río.

Ocho sherpas-Sherpas siguiendo el Azud del Acueducto, que esta vez seguimos en su totalidad, sin bajar a la cola del pantano. El cuñao no lo conocía, y le gustó mucho este camino, sobre todo en la parte de más adelante, en donde se convierte en un estrecho sendero revirado y en un contínuo sube y baja ligeramente embarrado. Mola.

Toda la segunda mitad de la etapa, desde la Fuente de la Reina, la hicimos pedaleando fuerte, no como la primera parte. Bajamos por la nieve y por el barro "a toa leche", que se dice. Paramos un rato en Revenga a repostar, pero de nuevo nos pusimos a darle, el lomo agachado y sin hablar.

En el cuartel general, el clásico adecentamiento de burras. Como veis, el octogenario árbol ha sido talado. Estaba mu malito el probe. Y si se llega a caer (una rama gorda ya se cayó el pasado verano), se lleva medio barrio. Casi 20 toneladas de árbol ¿no sh-Sherpa?.

Y foto para finiquitar. Aquí está Topo, el único que nos permanece fiel, el único que nos quiere sin condiciones.

Propongo que sea nombrado sherpa-honorario.

Tiene asegurado el voto de Rufus.