¡EBFSTOY UN BFOCO BPEDO! - (¡Hics!)

Es bien sabido, y está estudiado por los científicos -que así lo corroboran-, que el sherpa es un ser sufrido. Ni infecciones, ni mucosidades, ni miasmas logran que deje de lanzarse a la aventura y desafíe las condiciones más extremas. Realmente el cuerpo del sherpa es una maquinaria extraordinariamente afinada y de un diseño perfecto que, aún entre estertores y retorcimientos, logra metas más y más dificultosas, rompiendo fronteras deportivas (o, por lo menos, dejándolas bastante maltrechas). En resumen: ¡¡¡unos peazo de globerillos!!!

El equipo sherpa quedó a las 9'30 de la mañana, que si es para trabajar se iba a levantar su señora tía. 6 sherpas en dirección al carril bici que daba gusto verlos: a uno le dolía la tetilla, el otro unos tenía mocos verdes sanguinolientos, el otro con la infección de orina, que si tal, que si Pascual... Sherpa-Chomin, ni mu, pues la noche anterior se había tomado la pócima mágica.

Con estas tonterías y otras más, llegamos al punto en el que decidimos subir por la Cueva del Monje. Pelín de fresco, humedad y, unos kilómetros más adelante, algo de nieve dura en el camino y hielo. Llegamos con alguna dificultad (Escabeche, cambia ya la rueda trasera) a Prado Redondillo y es un poco más adelante (antes del estanquillo del arroyo Valdeclemente) cuando Domingo, que no había abierto la boca hasta el momento dice "Tos p'acá", y nos tiramos por un ¿sendero? entre la nieve. No es que yo lo diga, pero... ¿alguien ve algo que se parezca a un sendero en la foto?

Como el sherpa es un ser coqueto, nos paramos a hacer una bonita foto en unas recónditas peñas.
Bajamos, algunos haciendo el cabra, otros haciéndose caquita resbalándose en todas las raices cuando decidimos parar otro rato a arreglar un pinchacito de la burra del sherpa-Rocinante. Animada charla (tema: mujeres, of course) y p'alante o, mejor, p'abajo de nuevo. Topabajo, topabajo, topabajo y salimos clavaditos a la Boca del Asno. Saludos a los domingueros madrileños y entretanto, a sherpa-Escabeche se le ocurre decir: "Vamos a la Cruz de la Gallega", a lo que sherpa-Chomin replica "to-tieso". Inconscientes (el sherpa es de natural cándido, ingenuo e inconsciente) seguimos al sherpa en una subida que no habíamos hecho nunca y que no sé si volveremos a hacer (es broma).

En las condiciones en las que estábamos, más de uno subimos al límite, pero no echamos casi ninguno, (y no miro a nadie) el pie a tierra.

Una vez en la Cruz de la Gallega, parece que la historia acababa: bajada a velocidad todaleche hasta la cañada para tomar unas cervecitas en Robledo y ya está. En este punto, Sherpa-Ete se despidió porque llegaba tarde a comer.

Pero he aquí que el destino nos guardaba, -o mejor dicho, guardaba al sherpa-Kala- lo mejor de la etapa: pedaleábamos veloces bajando por la cañada, ya cerca de Robledo, cuando un charco considerable, cual Homérica sirena, empezó a llamar la atención de nuestro querido y admirado sherpa. Éste, que como el paleto al tren, iba diciendo al charco a medida que se acercaba: "chufla, chufla, que como no te apartes tú...".

¡Qué vuelo, señores! Y el aterrizaje también fue soberbio. Sólo hay documentación gráfica de los momentos posteriores, pero nos podemos hacer una idea. Todo enterito en el charco, con los brazos hasta los codos. Una anécdota que nos hará recordar la etapa. Sólo faltaban las cervecitas ("¡Ebftoy un bfoco bpedo! - ¡Hics!") que nos tomamos unos minutillos más tarde, sentados y al solete de marzo, después de lavar la bici en el chalet de los padres de sherpa-Rocinante.

En fin... ¡es duro ser un sherpa, pero es nuestro deber!

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