jueves, 5 de marzo de 2015

Arreglando España

La fecha del domingo 1 de marzo estaba señalada en el calendario sherpa como la de la vuelta a los ruedos del sherpa-Sherpa, lider inefable del inefable grupo, infravalorado barítono, master-chef, bon vivant y sex-symbol. Y a fe que no defraudó su reaparición, imponiendo un ritmo infernal desde los primeros ¡centímetros! de la etapa y manteniéndolo hasta el kilómetro más o menos treinta, donde hizo bluf.

Como veis en la foto y continuando la tradición, un rasgo nos distingue de los demás grupos ciclistas de los alrededores: no coincide ni un solo color en la indumentaria de todos nosotros. Ni por asomo. Yo creo que alguno lleva desparejados hasta los calcetines.


Pero nos da igual, lo nuestro es lo nuestro y a ello dedicamos las mañanas de los domingos y demás fiestas de guardar. ¿Y qué es lo nuestro? Pues lo nuestro, muy en contra de la opinión popular, no sólo es pedalear sin más, que un sherpa aprovecha la mañana más de lo que parece: lo nuestro es ARREGLAR ESPAÑA, y por extensión, EL MUNDO EN GENERAL.


Pero antes de extenderme en la anterior idea y desarrollarla, deciros que en Prado Redondillo intenté hacer una foto en la que quedara constancia de la diferencia de hace tres semanas a ésta; entorces soleado paisaje, hoy envueltos en niebla desapacible. Pero se me coló el pequeño Nicolás, el perejil de todas las salsas, afeando la instantánea.


La mañana estaba humedita a pesar de las previsiones meteorológicas que vaticinaban, auguraban y preveían todo lo contrario. En esta parada ya estábamos bastante mojados por el chirimiri, primero, y la niebla meona, después. Tras un breve (pero vitamínico) tentempié y sin mayores tonterías que reseñar, reanudamos nuestro alegre pedalear.


A lo que voy: a estas alturas de la etapa ya habíamos tratado (¡e incluso resuelto!) asuntos nada baladises como qué hacer con el escabroso tema de las preferentes de Bankia, lo de las acciones y también el de las tarjetas black. Nadie adivinaría, viéndonos las caras de casi-buenas personas, los refinados e imaginativos métodos de tortura que propuso la sherpería... Básicamente y en resumen, concluímos que si sobra algo, que nos lo den; que ya sabremos administrarlo nosotros. Que muchísimo peor no lo íbamos a hacer.



Tema Tragsa: Esto salió por el  horrible estado en el que nos encontramos los alrededores del Rancho de Santillana el viernes cuando salimos a pedalear un rato Joaquín Rueda y un servidor de ustedes. Comentamos que no sabíamos de ninguna respuesta del Ministerio a las cientos de miles de millones  de críticas aparecidas en los medios. Es esto terció Ete, que dijo que sí, que conocía una noticia aparecida en la prensa local días atrás y que tenía la pinta, más que proveniente del Ministerio, de justificación de la propia Tragsa. Podéis leer las peregrinas argumentaciones aquí, y ya me diréis si conocéis a algún andarín, ciclista, ganadero o sexador de pollos mirobrigense que haya pedido algo así, con lo a gustito que estábamos. Me deja muy poco tranquilo que digan que no van a asfaltar nada.



En estos momentos de la excursión ya estábamos repartidos en subcomisiones (los que tenían ganas de pedalear rápido, y los que no tanto); pero por fin puestas en común las conclusiones, todos estábamos de acuerdo en que ya puestos, si sobraba algo, que ya se lo administrábamos nosotros... Que caja fuerte con espacio ya teníamos (ese es otro tema interno, de interioridades sherpas y tal) y espacio libre dentro, todo.

 
Por cierto que, entre tema y tema, mirando a un lado y otro de esta sinuosa pista de la Cueva del Monje, hoy me bebía el bosque con los ojos... ¡Qué bonito estaba ! ¡Y casi sin nieve! Dicho sea entre paréntesis, que no me quiero desviar del hilo.


Los sherpas no rehuímos ningún tema ni lo circunvalamos, así que tratamos y hasta debatimos a continuación sobre avenidas y crecidas del Ebro (según orden del día), asunto que derivó en la interesante cuestión de, jatetú, cuánto tiempo sería necesario para llenar nuestro coqueto Pontón con lo que arrastra el Ebro en estos días. ¿Eh? ¿Cuánto?

Hala, todos a calcular.
Conclusiones varias: entre tres días, (opinión de alguno de los ingenieros del gruo, no miro a nadie) y algo así como tres minutos (el sex-symbol dixit). Él dirá que fui yo quien lo dijo, pero yo soy el que escribe esto, y ya sabe qué tiene que hacer para remediarlo.

Antes de seguir y sin detenerme a pensarlo mucho más, estoy seguro de que todos estaríais dispuestos a apostar vuestro brazo izquierdo a que casi seguro que en ese rango de tiempo tiene que estar la cosa... ¿no?

La realidad sería algo así como poco más de 40 minutos. (Pero esto ya lo he calculado en casa con la ayuda de Inicio/Todos los Programas/Accesorios/Calculadora (la científica, no; la otra).


Tanto debatir, discurrir y darle vueltas, que sin quererlo y sin darnos cuenta nos desviamos del camino previsto (primera vez que nos pasa desde el pasado domingo) y decidimos poner los cinco sentidos en el camino a seguir, que la concentración no es uno de nuestros puntos fuertes precisamente.


Este tramo tan blanquito (y blandito) se lo dedicamos con cariño a Talusito, que sabemos que le gusta. Un poco más abajo la cosa ya estaba sensiblemente mejor.


Reagrupamiento, y hago una panorámica que deforma alguna cara sherpa de extraña geometría que el Microsoft ICE es incapaz de gestionar o interpretar. Me extraña poco.


El orden del día se iba agotando, pero es que ya estábamos casi en el Puente de la Cantina así, sin darnos cuenta. No sé qué podríamos arreglar... Ucrania quizás... el precio del petróleo...


¡Veis como si no me concentro me pierdo! Nunca había salido aquí tan alto, pero así he descubierto un nuevo ramal del sendero, que no hay mal que por bien no venga. Y lo bueno es que un par de sherpas despistados me estaban siguiendo confiadamente, mientras los otros dos ya estaban en la explanada del aparcamiento.


Decidimos desde este punto seguir hasta el puente del Minguete para seguir el curso del Eresma hasta Segovia city. Senderos que, por cierto y dicho sea de paso, cansan mucho más de lo que parece. Y más estos días en los que están húmedos-humedísimos.


En una etapa normal habría sido este el momento justo y pintiparado para que el reaparecido nos hubiera deleitado con una versión a capella del "Dime Niño", por ejemplo; pero por lo visto ya no estaba ni para cánticos ni para recitar a Faulkner, uno de sus favoritos, del que hizo un memorable y curradísmo plagio del que hablaré otro día, si se tercia.


Así que continuamos en un relativo silencio durante unos cuantos kilómetros, que cuando las fuerzas se resienten hay que concentrarlas en lo que hay que concentrarlas. Que en algún lugar he leído que el cerebro consume muchísimas calorías cuando lo utilizas sin freno.


Joaquín Rueda, que se había quedado atorado en los barros, desde la distancia se desgañitaba gritándonos "¡¡Citad algo de Góngora, que tengo yo cuerpo de Góngora, cabr**es!!".


Cada vez le gustan más a este chico estos terrenos, que lo digo en serio, que no hay quien le reconozca, que cada vez nos pide más senderetes y trochas.


No sé por qué aquí siempre vamos como si nos persiguieran. No hay manera de disfrutar de este paseo tan bonito, pero será que tiene que ser así.

 

En este punto os diré, así bajito, que estos sherpas traidores y maledicentes estuvieron llamándome toda la etapa "Señor Mayor", así con mayúsculas iniciales, cuando todo el mundo sabe que mi nombre de guerra es "sherpa-Tris". Para que vierais que exageran con exagerada exageración me hice un selfie-on-bike, (sin que sirva de precedente). Admitiré, como mucho, que se intuye si se fija uno bien, que he dejado atrás la adolescencia hace un tiempo. O dos.


Aquí, muevas infraestructuras que mejoran grandemente el confort de los usuarios de las bucólicas rutas ciclistas. No sé qué haríamos si no nos encontráramos, cada vez que salimos, una puerta nueva.


Que a mí, lo que realmente me gusta es la cartelería estilo lata-de-verdel de las fuentes de por aquí. Como bonitas y ejemplo de diseño vanguardista he de admitir que no son ejemplo; pero baratas...


Cuando tomamos el asfalto, que por la carretera de Robledo nos ahorramos un poquitín de carril bici, la cosita se hizo bastante más cómoda. J. Rueda, que estaba en su elemento, tomo la cabeza con ansias renovadas. Por su parte, allá atrás, al sherpa-Sherpa se le veía disfrutar como pocas veces ser humano había disfrutado encima de una bici (con el sillín puesto).


Y poco más. Digo que poco más aconteció y que poco más se me ocurre. Así que voy rematando que es tarde.


Que si tenéis temas, dudas o propuestas para debatir, nos las hagáis llegar.


Que se nos van acabando los temas de conversación. Por piedad. Que cuando no hay de qué hablar, ¡¡el sherpa-Sherpa va y nos canta algo!!


Al que se venga el próximo domingo —ya estamos tirando la casa por la ventana— le invito a algo, donde algo significa cervezas, claro.

Menos a Markitos, en castigo por sus duras, injustificadas y poco constructivas críticas a las fotos de la entrada anterior.


 

1 comentario:

Hala, escribe sin pasar por moderación de comentarios (siempre que la entrada sea reciente). Ya no tienes excusas:

Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.